Más accidentes aéreos que nunca en Segovia

Nacho Sáez
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La muerte del jefe de vuelos del aeródromo de Fuentemilanos revive otros incidentes trágicos registrados en Segovia durante los últimos años.

Más accidentes aéreos que nunca

Alejandro Garvía había heredado la pasión por la aeronáutica de su abuelo Miguel Ángel, uno de los pioneros de la aviación en España. Con apenas 29 años ya era instructor de vuelo, jefe de campo, piloto comercial y dirigía Air Marugán, el aeródromo de la familia. Sin embargo, tenía aún toda su carrera por delante cuando el 29 de julio de 2011 perdió la vida a bordo de una de esas avionetas que le enamoraban. El mismo destino que ha encontrado siete años después el que era el jefe de vuelos del aeródromo de Fuentemilanos, José Antonio González. Un desgraciado accidente le condenaba a la muerte el pasado sábado a los 51 años y ponía fin también a una trayectoria brillante en este ámbito. Paracaidista, piloto comercial de avión, piloto de ultraligeros y de vuelo sin motor, instructor y técnico de mantenimiento de aeronaves poseía un currículum que ya querrían muchos para sí.

El homenaje este sábado de sus compañeros de Fuentemilanos rinde tributo a la memoria del que ya es la undécima víctima mortal en accidente de aviación en Segovia desde el año 2000, según los datos recopilados por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil –órgano dependiente del Ministerio de Fomento– y por El Día de Segovia. Además de José Antonio González y Alejandro Garvía, también han perdido la vida en estos últimos 18 años, a bordo de ultraligeros, planeadores y veleros, otras nueve personas en nuestra provincia.

El primero de esta estadística fue un británico de 62 años cuyo cuerpo fue hallado a más de 2.000 metros de altura (cerca de Peñalara) el 4 de agosto del 2000, después de que el aeródromo de Fuentemilanos recibiera varias alertas de un accidente de un planeador monoplaza en la zona mencionada. 

También tuvieron que ser rescatados lejos de donde habían despegado los dos pilotos que en menos de seis meses –entre 2003 y 2004– engrosaron la lista de víctimas mortales de la aviación de Segovia. Dos días tardó en ser localizado el velero tipo Schempp-Hirth Ventus 2CM que había despegado del aeródromo de Fuentemilanos y que se estrelló en una ladera de montaña, a unos cinco kilómetros al este de Otero de Herreros, el 22 de julio de 2003. La falta de visibilidad y la pérdida de referencias fue, mientras, la causa del accidente que acabó con la vida de un piloto español de velero de 44 años. Había despegado remolcado por un avión para un vuelo de ladera de menos de una hora, en principio, pero las nubes que cubrían la zona conocida como Hoya de Otero propiciaron  que chocara con el terreno. La aeronave quedó destruida y el comandante falleció.

También encontraron la muerte uno de los pasajeros de una aeronave que tuvo que aterrizar de emergencia en Fuentemilanos en 2005; los dos ocupantes de un ultraligero que había partido de Asturias y se estrelló también en Fuentemilanos; Garvía y la otra persona que le acompañaba; los dos hombres de 33 y 47 años que hicieron revivir los momentos de dolor en Marugán en 2013; y ahora José Antonio González de nuevo en Fuentemilanos. Esta última instalación es la que más accidentes ha registrado en la provincia desde que comenzó este siglo (diez), aunque hacía tiempo de uno tan grave como el del pasado sábado. Hace sólo dos meses, los dos ocupantes de una aeronave que había despegado del aeropuerto de Salamanca salieron ilesos tras estrellarse en al aterrizar. Era el segundo incidente que se registraba en Fuentemilanos este año, ya que en junio un piloto aterrizó fuera de campo y, en mayo, otro recibió el impacto de un buitre en pleno vuelo. Ninguno tuvo daños personales.

globos. En el capítulo de accidentes de aviación, el Ministerio de Fomento también incluye los registrados por globos. Así, por ejemplo, se refiere a la fractura de sus dos tobillos que sufrió, el 14 de septiembre de 2013, la pasajera de uno de esos dirigibles que toman cada fin de semana el cielo de Segovia. En pleno aterrizaje, el piloto tuvo que superar una farola y la maniobra fracasó. Las condiciones climatológicas han estado detrás de la mayoría de los sucesos, con globos como protagonistas, que ha tratado de esclarecer desde 2000 la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil, aunque las causas son heterogéneas en este tipo de hechos desgraciados.

En el aeródromo Eduardo Castellanos de Villacastín, el piloto de un planeador sufrió lesiones graves en las piernas tras un despegue fallecido que ocasionó en el avión la rotura del fuselaje delantero y cabina, del empenaje de cola y daños en los planos. Mientras, hace más de una década en el aeródromo de Santo Tomé del Puerto, un planeador golpeó con una encina en el tramo final del aterrizaje y cayó desde una altura de unos dos metros, con la fortuna de que el piloto y el ocupante resultaron ilesos. No obstante, ante esta radiografía de la siniestralidad en la aviación, el actual gerente de Air Marugán, José Antonio Garvía, subraya que «es el medio de transporte más seguro que existe».