"En mi vida todo tiene que tener una pizca de glamour"

Sergio Arribas
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Esta semana escribe en 'La Pizarra' de 'El Día de Segovia', la segoviana Ana Montarelo, arquitecta de interiores, estilista y diseñadora de espacios desde hace dos décadas.

"En mi vida todo tiene que tener una pizca de glamour" - Foto: Rosa Blanco

El primer paso de la ignorancia es presumir de saber. Aquí tiene un ignorante. ¿Interiorista o decoradora?

Es la eterna pregunta. La decoración es estética y es una consecuencia del interiorismo, que es resolver un espacio de forma funcional y equilibrada.

¿Qué o quién le despertó su pasión por esta profesión?

Mi padre. Decoré un cubo de basura y me dijo: ¡esto es lo tuyo!

Rompa el tópico. ¿Cuál es el perfil de cliente que solicita sus servicios? Imagino que desde marqueses hasta la señora Pepis.

He tenido de todo. En los tiempos de crisis he sido hasta ‘personal shopper’ de mis clientas, las mismas que antes me habían contratado para diseñar y decorar sus casas. Ahora bien, le confieso que lo que me gusta es diseñar el interiorismo de hoteles, restaurantes y tiendas.

Sin acritud. ¿Tiene un trabajo, vamos a decir... ‘pijo’?

No es pijo (se ríe). Es una profesión que surge por la evolución de los tiempos. Puede pensarse que el interiorismo está asociado a la frivolidad, aunque para nada es así. El buen diseñador se adapta al presupuesto del cliente. 

Ha comentado que, desde muy temprano, se dio cuenta de que el diseño del espacio puede cambiar el sentir de las personas de manera profunda. ¿Tanto nos condiciona en el carácter [la decoración] de nuestra casa o lugar de trabajo?

Sí, totalmente. Todo lo que te rodea te condiciona. ¿Por qué conformarse con algo con lo que estemos incómodos? ¿Por qué no podemos también vivir bonito?

¿En qué se fija para detectar a un hortera? ¿Quizá en el color y estampado de las cortinas de su casa?

No podría decirle a nadie que es un hortera. Podría decirle que es distinto en sus gustos.

¿Qué es eso del glamour?

No puedo vivir sin glamour. Todo tiene que llevar una pizca de glamour, incluso en las cosas más pequeñas o insignificantes. Eso nos hace sentir mejor. ¿O no?

Tres en una: su mueble, su interiorista de referencia y su espacio predilecto.

La silla Tabano de Patricia Urquiola; el interiorista Lázaro Rosa-Violán y el Hotel Tribeca de Madrid.

Imagine que le pido que redecore mi casa. ¿En qué se fijaría primero?

Lo último que me fijaría es en cómo está la estancia que quiere redecorar. Me fijaría en su personalidad, en buscar la empatía.

Le pongo condiciones. Quiero que la foto de mi primera comunión, en un marco dorado, presida mi salón; conservar el sillón de ‘escai’ y que la figura de una flamenca corone el televisor. ¿Acepta el encargo?

Sí. Luego, quizá, o no, le convencería de quitar algo. Este tipo de retos me encantan.

Decir que a uno le gusta «lo clásico» ¿es de no tener ni idea?

No. Es como tener un fondo de armario. Lo clásico siempre funciona y hay muchos tipos de clásicos dentro de lo clásico.

¿Por qué todo el mundo se apunta al estilo sueco de IKEA? ¿Quieren vivir en gasolineras?

IKEA es práctico, atiende todos los estilos y te lo puedes llevar a casa en cualquier momento. Me gusta IKEA. ¿Gasolineras? ¿ehh?

¿Por qué a lo viejuno lo llamamos ahora vintage o retro?

Porque viejuno suena horrible. Se llama vintage para tener esa pizca de glamour.

‘Ruina sofistacada’, ‘lujo discreto’, ‘Eclecticismo’. Son algunos de los estilos con los que se presentan algunos de sus ‘colegas’. ¿Cual sería su estilo?

No me identifico mucho con ningún estilo, aunque sí con un concepto, la empatía, que trato de desarrollar a todos los niveles. Se puede hacer ‘lo más’ con el menor presupuesto. Y me gustan las cosas atemporales, mezclar lo de antes con lo de ahora. Y no aplicar tendencias muy marcadas.

«Necesito pasármelo bien con cada trabajo», ha dicho.

Mi éxito real sería que creyeran completamente en mí y que no me pusieran trabas para disfrutar un proyecto.

La luz natural es su obsesión. ¿Por qué?

Es gratis. Soy antioscuridad, en todos los sentidos.

¿Los tejidos naturales están reñidos con el poliéster?

(Se ríe). ‘Pasapalabra’.

Un ‘pajarito’ me ha desvelado que le ‘chifla’ el color rosa y los colores nude, los parecidos al color de piel.

Ese color lo tomé por tendencia, aunque rápidamente me identifiqué con él. Me gusta la ‘vida en rosa’. Me reinvento continuamente para estar ‘happy’. Como le digo, odio la oscuridad, en el amplio sentido de la palabra.

¡No hay campo sin grillo, ni hortera sin amarillo!

Pues me gusta el amarillo y no creo que provoque ‘mal fario’. Esas cosas son, con perdón, gilipolleces.

¿Menos puede ser más?

Siempre, como decía Le Corbusier. En el caso del interiorismo, no hace falta un gran presupuesto para hacer algo chulo. Solo hay que querer vivir bonito.

¿Qué famoso le gustaría que le contratara para redecorar su casa?

Tengo una debilidad horrible. Me hubiera encantado decorar la casa de James Dean.

Entre sus trabajos, el hotel infanta Isabel y, especialmente, el Hotel Real Segovia, antiguo ‘Las Sirenas’ ¿Le resultó difícil recrear algo de aquel viejo esplendor con toques actualizados?

Encontramos un viejo libro en recepción donde venían todas las firmas de todos los actores y personalidades que pasaron por el hotel desde que se abrió el establecimiento, en 1946. El primer día me surgió la idea y todo fue saliendo con facilidad. 

¿Alguna estrella hollywoodiense le sirvió de fuente de inspiración?

Sofía Loren se sentiría hoy muy cómoda en el hotel.

¿Por qué le gusta tanto el trabajo del interiorista Tristán Domecq?

Eso se lo ha chivado mi primo Alfonso, amigo de usted, por cierto. Él aborrece a este interiorista. Lo dice de broma. Es que Domecq es demasiado guapo.

En su trabajo siempre trata de buscar y rescatar algún elemento arquitectónico original, dejar constancia de lo que había antes. ¿Nostálgica? 

Si hay algo que se pueda rescatar, lo hago. De hecho, del antiguo Hotel ‘Sirenas’ recuperamos mucho mobiliario, que fue restaurado y retapizado.

La Casa del Prado, es su ‘hogar’ en Escalona del Prado, que alquila como casa rural. ¿Muchos quebraderos de cabeza para marcar su estilo? ¿Que encuentran de especial los inquilinos?

Fue un reto personal, por mantener la esencia de mi padre, Isaías Herrero, que fue una gran figura para mí.

¿Qué le queda del espíritu político y sindicalista de su padre?

Fue el primero en organizar la UGT en Burgos, desde la clandestinidad. También en Madrid, con Nicolás Redondo, tuvo un papel muy activo y después, aquí en Segovia, ejerció como secretario de organización del sindicato; además de ser concejal en el Ayuntamiento, diputado provincial y máximo responsable del PSOE en Segovia. También fue secretario de las Cortes de Castilla y León. De él, he heredado el interés por estar informada de la actualidad y no ser insensible ante las injusticias.

El secretario general de Vox, José Ortega Smith, ofreció el otro día un mitín en Segovia. Entró al salón con los acordes de fondo de la banda sonora de la película ‘Rocky’.

¿En serio? No lo sabía. ¡Que fuerte! (se ríe). Es un sainete. Lo de eliminar la ley de violencia de género, algo que ha logrado unir a hombres y mujeres, pues no lo entiendo. Tanta lucha para ir hacia adelante, para lograr derechos, y ahora algunos quieren ir para atrás. Es un poco triste.

A los 20 años fue madre. Tiene tres hijos y el segundo se acaba de independizar. ¿Le ha pedido que le diseñe el interior de su nuevo hogar?

Me lo tendría que pedir y no creo que lo haga. Está en Irlanda. Les estoy redecorando la vida todavía, ya veremos la casa.

Su madre es enfermera y su hija mayor trabaja en un Hospital. ¿Le hizo más caso a la abuela que a su propia madre?¿No le quiso infundir su pasión por el interiorismo?

Tengo dos hijas y un hijo. Ninguna se parece a mi físicamente ni creo que sigan mis pasos. La mayor, textualmente, me ha dicho que «ni de coña se va a dedicar a lo mío», por esa intranquilidad de ser autónoma.

Su marido es arquitecto técnico y usted arquitecta de interiores. ¿Muchos consejos?

Mi marido Fernando me dice que está harto de mí. Tengo un día de crisis y muevo todos los muebles de la casa.

¿Qué piensa del diablillo de San Juan?

La polémica es ridícula. Con independencia de que nos guste o no la estatua, que pueda no instalarse por un tema religioso, es demencial. El diablo está dentro de la historia de la religión y la iniciativa contribuye a diversificar los flujos turísticos. Por cierto, yo pondría otro diablillo en la zona de Velarde.

¿De qué no puede prescindir en su vida?

De una pizca de glamour.

¿Qué encuentra en Ibiza?

¿Ibiza? Suena un poco pijo. Allí me siento libre. Pero también Escalona es para mí un paraíso, porque allí encuentro tranquilidad y me encuentro conmigo misma.