La escultura del diablillo, a la vez que la videovigilancia

D. A.
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Unos operarios colocan la estatua mientras otros ultiman la instalación de dos cámaras cuya instalación justifica la Policía Local en el control del tráfico del casco histórico, aunque también podrá captar actos vandálicos si los hay

La escultura del diablillo, a la vez que la videovigilancia

El Ayuntamiento coloca este miércoles la escultura del diablillo del Acueducto en la calle San Juan y también, en la misma vía, dos cámaras de videovigilancia, mirando una a cada lado. La escultura la inaugurará la alcaldesa, Clara Luquero, en un acto oficial convocado para las 17.00 horas, mientras las cámaras están justificadas por la Policía Local en el control del tráfico, dentro de su plan para ampliar la red de videovigilancia de la ciudad, con el control de los accesos al casco histórico como prioritario.

De hecho, todas las cámaras de videovigilancia que son responsabilidad de la Policía Local y enfocan diversos espacios públicos están justificadas en el control del tráfico, que coincide que es uno de los supuestos legales que simplifican los trámites de instalación. Si se ponen para prevenir actos vandálicos o captarlos si se producen, por ejemplo, debe solicitarse autorización a la Delegación del Gobierno, cuya decisión depende de un informe vinculante que emite una comisión judicial de garantías presidida por el presidente del Tribunal Superior de Justicia. Sin embargo, si el motivo oficial de su instalación es el control del tráfico, basta con que la Policía Local comunique su decisión a la Delegación del Gobierno a título meramente informativo, porque en ese caso no hace falta que se pronuncie la comisión de garantías. 

La escultura del diablillo, a la vez que la videovigilancia
La escultura del diablillo, a la vez que la videovigilancia

Otra cuestión es que dentro del campo de visión de la cámara de la calle San Juan no vayan a estar solo los coches que entren o salgan del casco histórico, sino la escultura del diablillo del Acueducto, cuya polémica se inició por las críticas de un grupo de ciudadanos que la consideran "una ofensa a los católicos" y ha terminado teniendo alcance internacional.