La plaza del Alcázar, ante su mayor reforma en un siglo

D. A.
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El proyecto arranca en los próximos días y se prolongará todo el año para acabar con el mal estado del pavimento, barandales y mobiliario · El asfalto desaparecerá en favor de los enlosados y se renovará buena parte del arbolado

La plaza del Alcázar, ante su mayor reforma en un siglo - Foto: Rosa Blanco

La plaza de la Reina Victoria Eugenia, la del Alcázar, afronta en los próximos días el inicio de su mayor rehabilitación en más de un siglo. Sólo el lamentable estado de su suelo, plagado de baches y parches, ya llevará a invertir unos 600.000 euros en nuevo pavimento; y no es menor el deterioro de los barandales, la bancada de piedra o sus remates, así como el de su histórico arbolado, que deberá ser repuesto en un alto porcentaje. Será por ello una rehabilitación integral y profunda. Desaparecerá el asfalto en favor de los enlosados de granito y basalto y los jardines, y se completará la restauración del exterior de la Casa de la Química con la mejora de las tres fachadas pendientes (posterior y laterales).

El Patronato del Alcázar, titular de este espacio privado de uso público, sacó a licitación las obras con un plazo de ejecución de 13 meses y un presupuesto de 2.100.659,63 euros, pero la empresa que ha resultado adjudicataria, Tapias Rueda Construcciones y Servicios S. L., se ha comprometido a realizarlas en once meses y por 1.667.923,76 euros. La firma del contrato tuvo lugar el pasado 5 de diciembre, pero se ha optado por esperar a que pasen las navidades y no alterar el turismo de estas fechas ni la salida de la Cabalgata de Reyes. Está por verse si el tradicional homenaje de los artilleros a los Héroes del 2 de mayo se puede mantener este año allí o se traslada a la Academia, aunque el proyecto avanzará por fases para intentar facilitar el tránsito de visitantes hacia la fortaleza y, de paso, también el acto castrense.

 

EL PROYECTO. El coronel alcaide del Alcázar (además de director de la Academia de Artillería), José María Martínez Ferrer, reconoce que «el inexorable paso del tiempo, la gran afluencia de visitantes al monumento y la climatología adversa han deteriorado ostensiblemente los pretiles que bordean la plaza y el pavimento de la calzada, así como parte de las fachadas de la casa de la Química». «Por otra parte, es necesario afrontar la modernización y adaptación a la normativa vigente de las canalizaciones y redes de los diferentes servicios del monumento», tales como «electricidad, agua, telefonía, etcétera», además de «mejorar el sistema de drenaje de algunas zonas de la plazuela».

«Es de todo punto necesario que una fortificación de tal relevancia histórica y artística esté cuidada en todos sus aspectos», argumenta el coronel. «A corto plazo, su aspecto no será el de siempre y el acceso será algo más complicado durante el periodo de obras, aunque en todo momento se podrá entrar al Alcázar. Esperamos que los resultados justifiquen las molestias que se puedan ocasionar a los visitantes y que dentro de un año la plazuela luzca en todo su esplendor», concluye.

el proyecto. José Miguel Merino de Cáceres, arquitecto conservador del Alcázar y autor del proyecto, da fe del calibre de las obras que están a punto de comenzar: «En la plazuela desde luego que es la intervención más importante del último siglo, desde que se puso el Monumento a los Héroes del 2 de Mayo (1910)», destaca en declaraciones a El Día. No en vano, «hace muchos años que en la plaza no se hace nada más que parches, y aunque llevamos tiempo queriendo ejecutar estas obras, no ha habido dinero hasta ahora», ya que en los últimos años se dio prioridad a la restauración del Alcázar y también de su parte de la muralla.

«La plaza no va a cambiar, pero se van a hacer cosas como quitar ese horrendo pavimento de asfalto que tiene, arreglar todos los barandales de piedra y acero, cambiar la vegetación... Esto último ha sido por indicación del Ayuntamiento, que nos ha dicho que muchos de estos árboles están muertos y hay que cambiarlos», matiza. «Con ellos hemos marcado los que hay que eliminar y por cuáles se sustituye».

Abetos, cedros, robinias y castaños de Indias pueblan actualmente la plazuela y, según detalla el área municipal de Medio Ambiente en el informe de evaluación que realizó en respuesta a la consulta del Patronato, «es el momento de suprimir arbolado decrépito y enfermo, que a excepción de las coníferas es casi todo». También insta a «redefinir nuevas ubicaciones para el arbolado (distancias, marcos…) y especies, siendo de suma importancia abordar cuestiones como la preparación del terreno para la plantación del arbolado, pues de ello dependerá que el futuro desarrollo sea el apropiado», añade.

«Ese va a ser el cambio más agresivo que va a notar la gente», apunta Merino de Cáceres. «Hay árboles tan tremendamente deteriorados y deformados que no queda más remedio que quitarlos y al principio eso puede asustar, pero se sustituirán por otros», recalca. Los nuevos se plantarán ya con «cierto porte» en su mayoría y estos trabajos son «de los primeros que se harán», así que «cuando llegue la floración empezará a notarse menos» la ausencia de la vegetación actual, y «dentro de un año casi no se va a percibir», aparte de que el Patronato cuenta con poner incluso «algún árbol más», pero con una ligera reordenación que no alterará la disposición esencial de los espacios ajardinados. 

Tal y como relata Merino de Cáceres en el proyecto de ejecución, el ajardinamiento actual tiene su origen en un proceso que se inició antes del incendio de la fortaleza (1862) y concluyó con la ordenación realizada por el arquitecto municipal Joaquín Odriozola en 1900, a la que se vino a sumar la instalación del Monumento a los Héroes del Dos de Mayo, diez años más tarde. Fue entonces cuando el arquitecto municipal trasladó al alcalde el deseo del autor de la obra, el escultor Aniceto Marinas, de que se arreglara el arbolado de los jardines para que ésta tuviera más visibilidad, de ahí que se repoblara el jardín y se realizaran los parterres que vinieron a acoger los árboles que, «de antiguo, ya estaban plantados y con notable porte».

Respecto a la restauración de pretiles, bancos y barandales, Merino de Cáceres no ahorra críticas dentro de su redacción del proyecto de ejecución. Cuenta como el cerramiento perimetral de la plazuela se realizó en varias campañas de actuación, entre 1570 y 1678, «a las que se han venido a sumar las diversas restauraciones que se han llevado a cabo en su larga existencia, lo que ha condicionado la falta de homogeneidad material y formal que presenta en la actualidad». En este sentido, «realizado en piedra caliza de la zona, el único elemento común a la totalidad del perímetro es el banco de asiento, si bien su forma varía de unas zonas a otras».

«desaliñada torpeza». El pretil alterna entre los respaldos del banco y barandales de hierro forjado, «y el paso del tiempo, unido a las inclemencias meteorológicas, han hecho mella en los materiales pétreos que lo conforman, de ahí el pobre aspecto que presenta en buena parte de su desarrollo». Asimismo, «las abundantes reparaciones no han sido llevadas a cabo con el cuidado deseable, utilizando en numerosos puntos materiales lateríceos que, si bien aportan un cierto pintoresquismo, denotan un notable grado de desaliñada torpeza», destaca en el proyecto. «Algunas acroteras se encuentran deterioradas con mordiscos en las bolas y las balaustradas en muchos lugares están oxidadas, habiendo perdido incluso buena parte de los elementos que las conforman». Así que «todo ello precisa de una actuación de regeneración, eliminando lañas, emplastes y postigos inapropiados».

Sin embargo, es el pavimento el que se lleva la mayor parte del presupuesto del proyecto. «La plaza tiene un asfalto que está en muy mal estado, lleno de parches, y unas aceras de taco de cemento con muchos baches», lamenta Merino de Cáceres. Y lo que se ponga, desde luego que no tendrá nada que ver con lo actual: «Será muy parecido al pavimento que tiene la plaza del Medio Punto, delante de la Colegiata de San Ildefonso, que es precioso. Un pavimento en el que van alternando el granito rosa con gris y con el basalto. Se ha cuidado mucho ese aspecto y va a resultar muy agradable», valora. 

Por otro lado, también se prevé completar la restauración del exterior de la Casa de la Química. La fachada principal ya luce mejorada, pero faltan las otras tres y, además, se va a crear una lonja delante del inmueble, al tiempo que se crearán «unos evacuatorios y unas gárgolas» para sacar las aguas de esta zona, de modo que se evitará que sigan cayendo sobre la muralla.

Entre la fachada de la Casa de la Química y el nuevo trazado de los jardines fronteros se proyecta esa nueva lonja de piedra que, aparte de revalorizar el inmueble, se pretende que dignifique su acceso, hoy de tierra y embarrado cuando llueve. Ocupará tanta extensión como la fachada y lucirá con granitos claros, oscuros y con tono rosa. 

El arquitecto conservador también destaca el tratamiento arqueológico previsto: «No se espera que aparezca gran cosa porque la plaza ya ha sido muy removida», matiza, pero la intención es recuperar el trazado del canal del Acueducto. «En teoría llega hasta el Alcázar y lo marcaremos en el pavimento», avanza.

 

OBRAS POR FASES. La ejecución del proyecto se ha dividido por fases «para no interrumpir» la actividad del Alcázar, o al menos hacerlo lo menos posible. «Hemos esperado a que salga la cabalgata de Reyes para empezar las obras, y después no queremos impedir el acceso de los turistas», así que primero se va a trabajar en la zona sur y después en la norte, de forma que las visitas se sigan produciendo con seguridad. «Entre otras cosas, no podemos impedir el acceso a la plaza porque el Alcázar vive de los turistas, y estas obras las podemos hacer gracias a eso», aprecia. De hecho, a lo largo de 2018 se han contabilizado 680.341 visitas, sólo 950 por debajo del récord histórico registrado en 2017, a pesar de que el mal tiempo redujo la afluencia turística al inicio del año.

En cuanto a la posible incidencia de las obras en el Homenaje a los Héroes del 2 de mayo, «en principio se intentará dejar una parte en la Zona Norte» para que pueda desarrollarse el desfile en la plaza, como es habitual, pero no está asegurado. Aunque Merino de Cáceres recuerda que «ya se ha celebrado en otras ocasiones en la Academia por razones meteorológicas».

El plazo de ejecución fijado, en cualquier caso, sitúa el fin de las obras a mediados de diciembre. «Vamos a ver si puede ser así», por lo que supondría llegar a las próximas navidades con un espacio monumental de absoluta referencia en condiciones óptimas. Aunque para dignificar las Canonjías hay otros deberes patrimoniales pendientes: «Se dejaría muy bien el barrio si se arreglara la calle Daoiz y se quitaran los cables que penden por ahí... su pavimento también está muy mal y esos cables dan vergüenza, pero eso ya no depende de nosotros», sino del Ayuntamiento de Segovia.