"Si un día no toco la viola puedo ser insoportable"

Sergio Arribas
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Esta semana escribe en La Pizarra la violista y directora de la Fundación Don Juan de Borbón, la segoviana Noelia Gómez

"Si un día no toco la viola puedo ser insoportable" - Foto: Rosa Blanco

¡Que empiece el concierto! Imagino que no se perdería el de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena.

Lo vimos en familia, con mi esposo Alfonso y con mi hijo Guillermo. Tiene dos años y mientras miraba el televisor hacía como que tocaba el violín y dirigía la orquesta. 

¿Pueden competir las piezas de la familia Strauss con Rosendo o Fito y Fitipaldis?

Totalmente. Precisamente las de la familia Strauss pueden competir con «el pop más pop» de ahora. La música de los Strauss fue sinónimo de fiesta durante siglos.

León Tolstoi dijo: «la música es la taquigrafía de la emoción»

El mayor atractivo de la música clásica es la emoción. No solo te ayuda a evadirte, es un gozo absoluto que te atrapa.

Habla con un ignorante en la materia. Es violista. ¿Qué tiene la viola que no tenga otro instrumento?

Me gusta mucho el timbre que tiene la viola. Se parece mucho a la voz humana. Tiene un timbre grave, una profundidad, muy especial. Es un tiembre a veces un poco opaco, pero elegante.

Para alcanzar su currículum, ¿cuántas horas de entrenamiento?

Muchas. Ahora al dirigir la Fundación toco un poco menos, pero sí es necesario tocar todos los días. Dicen que para ser músico profesional necesitas 10.000 horas de práctica, aunque yo creo que son más. 

¿Puede pasar un día sin ensayar?

No debo pasar un día sin tocar.

Dígame que el esfuerzo mereció la pena.

Mucho, mucho. El de la música es un sacrificio que tiene una recompensa, no solo en el resultado final, el del concierto, sino en el mismo proceso, en el día a día. El instrumento acaba siendo una parte tuya. Le tienes apego. Tocar la viola es parte de mi equilibrio, incluso psicológico. Si no toco estoy de mal humor, puedo llegar a ser insoportable. Como no toque, ni siquiera tomo buenas decisiones.

Por fortuna para su familia y vecinos no eligió de pequeña la batería o la guitarra eléctrica… ¿Torturó a mucha gente?

Sí, sí (se ríe). También tocaba la dulzaina. Ahora no lo hago porque vivo en un piso, porque no tengo tiempo y porque no es mi prioridad. Pero sí, a algunos tíos míos les torturé de pequeña con mis ensayos.

Al margen de su actual responsabilidad como gestora cultural, ¿se imagina alguna vez fuera de un escenario?

¡¿No volver a actuar?! No es algo que me imagine. Ya le he dicho que si no toco la viola no caería bien a la gente (se ríe).

¿Qué hace para combatir los nervios?

Prepararse bien es el mejor antídoto contra los nervios.

¿Un carajillo para esfumar la tensión?

Un día de concierto me echo la siesta más larga que se pueda imaginar. No suelo comer mucho, hago ejercicios de yoga, mis estiramientos… ¿Carajillo? ¡Uy, no! Una vez me tome un café y resultó fatal. Todos los días tomo cuatro cafés pero el día del concierto, nada de nada. Si ya tomara un carajillo, ni le cuento.

Dúo Ditirambo, la formación que tiene con su esposo, el guitarrista mexicano Alfonso Aguirre. Eso de separar la vida personal y el trabajo…

Mal, mal, es complicado. Lo mezclamos todo (se ríe). Si tenemos actividad como dúo, lo demás va muy bien. La música nos une mucho.

¿Con qué música se despierta?

Últimamente con la Suit Holberg, de Grieg. Le gusta mucho a mi hijo Guillermo y se levanta con muy buen humor. La hemos utilizado para el vídeo promocional del MUSEG, el festival de verano de la Fundación, y al niño le encantó.

¿Y con cuál sueña?

Sueño mucho con música de Shostakovich.

Premios tiene unos cuantos, como el ‘Gerogina Lucy Grosvenor Meorial Prize’ o el ‘Mirabent i Magrans. Pero, ¿cuál es el mayor premio de su vida?

Poder haberme dedicado a lo que me dedico. Hacer lo que hago es el mayor premio de mi vida.

«Yo prefiero la ensalada a Beethoven y Sinatra». El cantautor italiano Franco Battiato ironizaba en ‘Bandiera Bianca’ sobre la superficialidad de esta sociedad. ¿Somos en realidad tan frívolos?

Un poco sí, lo somos. Y me parece que la inmediatez y el aceleramiento que traemos agrava esa frivolidad.

¿A qué orquesta, solista o grupo le gustaría traer a Segovia?

¿Solo puedo decir uno? Pues a la violinista alemana Anne-Sophie Mutter.

Vayamos a desnudar su personalidad. ¿qué le resulta estridente?

Me resulta estridente la música house y, sobre todo, el reggaeton. Lo siento.

La música amansa a las fieras. ¿Qué le calma a usted?

A otros la música les calma, a mí me activa. Lo que me relaja es una buena comedia.

¿Qué músico resucitaría para charlar con él?

A Stravinsky. 

Raphael pasará a la historia de la música como Mozart.

¿Raphael? No, no.

¿Qué pasa? ¿Que el de Linares no tiene categoría?

A ver cómo se lo digo... Uno es un cantante y otro es un compositor. Soy diplomática.

¿Por qué no hay tantas directoras de orquesta?

Al igual que no hay tantas de otras muchas cosas. Falta mucho por hacer en el terreno del feminismo y de la igualdad.

¿Es temperamental?

No es mi mayor defecto. Y si me pregunta, tengo tantos defectos, que no sabría por donde empezar.

Concierto procede del verbo ‘concertar’, del convenio entre dos o tres personas sobre un asunto. ¿No cree que hace falta más diálogo?

Hace falta mucho más diálogo. Hablamos poco y, sobre todo, nos reconocemos poco. Creo que hacen falta más palmaditas en la espalda.

¿Cuál es el mal de este país?

La falta de reconocimiento. Cada uno mira por uno mismo, que se vea lo que hace. No me refiero al reconocimiento individual, sino a la necesidad de que se trabaje más en equipo sin importar quien lo haga. Y si me pregunta, esto vale también para la política en este país. 

¿Conoce el secreto para ser feliz?

No. Lo estoy buscando. Es lo que le decía, quizá disfrutar cada día de las cosas pequeñas.

¿Cuál es su mayor rareza?

Soy muy despistada. O si lo prefiere muy ‘zen’. Me cuesta prestar atención a cosas que no me interesan.

Para quien no lo sepa, su familia regenta el restaurante San Marcos, ¿no le dio por la sinfonía del buen yantar?

Me lo da para comer, que me encanta comer bien. También me gusta cocinar mucho.

Me invita a cenar a su casa. ¿Con qué me sorprendería? No vale encargárselo al restaurante familiar.

Le sorprendería con una buena cena mexicana. Con unas enchiladas de mole. Me gusta el picante, aunque no tanto como a mi marido Alfonso, como buen mexicano. Viví seis años en México.Todos los días hay picante en mi mesa.

Una encuesta de ‘diario público’. Vox entraría en el Congreso con 45 escaños. Una pieza musical para esta noticia.

La marcha fúnebre de Beethoven.

¿A qué película le gustaría componer su banda sonora?

A Roma, que la acabo de ver, de Alfonso Cuarón, que, muy probablemente, ganará este año el Oscar.

Cuando el lector acabe esta entrevista, ¿qué música debería poner para continuar con buen sabor de boca?

Alguna obra calmada de Olivier Messiaen.