Tantas cosas por contar

Patricia Martín
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'Los diez lugares' de Miguel Ángel Arias, poeta

Miguel Angel Arias de la Cruz (Segovia. 1951) es licenciado en Filología Románica y ejerció la docencia en Santa María la Real de Nieva y en un colegio privado de Madrid. Decidió cambiar de sector y trabajó como técnico editorial, en Everest, como coordinador de la sección de diccionarios y autor de uno de ellos, el de Americanismos. También fue  corrector de noche en varias publicaciones, como la revista Tribuna. Se jubiló en 2016 y es una activo participante en recitales y tertulias literarias, como el Café Gijón. 

1. Palacio de Santa Cruz. En pocas palabras, nació allí y siempre dice divertido que vino al mundo en un palacio, el de Santa Cruz, como su admirado Antonio Machado, en el Palacio de Dueñas. Su madre era maestra en Anaya y su padre tenía una buena relación con el recordado doctor Alberto Madrigal, por eso no nació en el pueblo sino a orillas del río Eresma, circunstancia que comparte con el personaje de una novela que está escribiendo. Se emociona al recordar el encuentro con el vicerrector de la IE University al que entregó su poemario para que forme parte de la biblioteca.

2. La Plaza de Medina del Campo. Con cada nombre con que se asocia este espacio le une un aspecto diferente: las Sirenas, a las que se subía de niño; la estatua de Juan Bravo, del que admira ser un hombre con una causa, de convenciones firmes como el Che Guevara, y San Martín, por el imponente románico de la iglesia. Todo ello unido a sus similitudes con la Plaza de España de Roma, con su escalinata.

3. Alameda del Parral. Recuerda con unos 15 o 16 años, remar en las barcas por el Eresma, como varias décadas antes, hizo su madre, siendo estudiante de Magisterio. El río siempre ha sido fuente de inspiración. Siendo estudiante escribió ‘Meditaciones a la orilla de Pisuerga’, también tiene ‘Meditaciones a la orilla del Eresma’ y ‘Meditaciones a la orilla del Jordán’, en un viaje con «mi última musa», a la que recuerda con cariño y que falleció hace pocos meses. Le gusta a la alameda por su vegetación, el verde es el color de la esperanza. 

4. Paraje de la Fuencisla. Remarca la palabra ‘Paraje’ para evocar el Santuario de la Fuencisla, donde su madre celebró un acto de acción de gracias, al jubilarse. El sepulcro de San Juan de la Cruz, y la oportunidad única de sus compañeros y compañeras de clase, de entrar en la pequeña ermita, donde rezaba el santo. Y de nuevo, el río dando forma «al barco» donde se asienta el Alcázar, y su vista desde San Marcos. 

5. La Plaza Mayor. De niño recuerda «el original kiosco de música» y los conciertos de los jueves. Evocadora la Dama de las Catedrales y la iglesia de San Miguel, donde le confirmó «mi amigo» D. Antonio Palenzuela. 

6. Casa-Museo Antonio Machado. La conoció como estudiante de Bachiller, con el placer de hablar con la dueña, Mª Luisa Torrego, y el recuerdo de la papelera donde Machado tiraba ‘papeles’, quién sabe si poemas descartados. Aquí ha recitado en varias ocasiones y, siendo técnico editorial, eligió dos fotos, el dormitorio y la estufa, para ilustrar las entradas de estas palabras. Una inspiración, su libro ‘Poemas de juventud y otros poemas’ tiene ya tres ediciones, en 2008, 2012, y 2018. 

7. Cine Cervantes. Una sesión doble de cine inolvidable, con ‘Esclavas de Cartago’ y ‘Semiramis, esclava y reina’. Recuerda el gallinero, las pipas y los aplausos, en las películas de indios y vaqueros, cuando salía el Séptimo de Caballería. 

8. Altos de la Piedad. Cultivado de cruces, encontró la luz y la inspiración para sus poemas ‘Esperanza’ y ‘Soledad’. También recuerda las escapadas al Pinarillo, cuando el cementerio judío estaba totalmente abandonada y no se tenía en cuenta su importancia histórica. 

9. El Salón. Por la paz y la tranquilidad que transmite; las jornadas de juego con sus primos cuando iban a comer en casa de sus abuelos por las palmeras del Paseo del Salón, que junto con el ciprés, son sus árboles favoritos.

10. Plaza de Santa Eulalia. Escenario de felices años de juegos de infancia, al rescate, a policías y ladrones, haciendo con una simple teja, una pistola.