Goles a patadas

Nacho Sáez
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Antonio Berzal, que fue campeón de España júnior de taekwondo en 2012, también sobresale en el fútbol: ha quedado tercero en la lista de máximos goleadores de la Primera Provincial a pesar de que su equipo, el Cabezuela, ha terminado último.

Lo que comenzó como una gastroenteritis se convirtió en una parálisis en el hombro derecho que se extendió por el resto del brazo. Ocurrió el año pasado y quien lo sufrió, Antonio Berzal (Cabezuela, 1995) tuvo que aparcar durante un tiempo las dos pasiones que le han convertido en uno de los deportistas segovianos más singulares y polifacéticos. Es taekwondista y futbolista. Futbolista y taekwondista. Ni siquiera sabe él en qué orden. Y además de los buenos en ambos deportes. Antonio era como todos los niños. Le gustaba el fútbol y no se despegaba del balón mientras crecía su admiración por Isco. Sin embargo, sus padres pensaron que podía ser una buena idea que sus hermanas, Aurora y Arantxa, aprendieran a saber defenderse del machismo imperante en nuestra sociedad y las apuntó a taekwondo. Él fue con ellas. Tenía seis años y descubrió un mundo nuevo en el club Jansu Gym de la vecina localidad de Cantalejo. De la mano de su maestro, Juan Alberto Gómez, se inició en la competición y comenzó a viajar por toda España mientras (como sus hermanas) no dejaba de cosechar medallas y trofeos.Aunque le encantaba el taekwondo, la felicidad sin embargo no era completa. «Tenía el corazón dividido entre el taekwondo y el fútbol», reconoce ahora. Después de clase, unos días acudía al Jansu Gym y otros se calzaba las botas para entrenar con las categorías inferiores del Club Deportivo Cantalejo: «Luego los fines de semana me perdía muchos partidos porque tenía campeonatos de taekwondo».Aquella responsabilidad de tener que elegir parece, sin embargo, haberle hecho más fuerte. Estudió un módulo de Informática y hace unos meses empezó a trabajar como empleado de almacén de la cooperativa Campo Segoviano. Sin haberse olvidado del deporte. Aunque ni siquiera ha cumplido todavía los 23 años, ha vivido muchas emociones y, dada su juventud, seguramente le aguarden todavía unas cuantas más. 2012 fue su gran año en el taekwondo. Ese curso se proclamó campeón de España júnior y acudió al Mundial de Egipto de su categoría, donde también consiguió un excelente quinto puesto.Antonio forma parte de una extraordinaria generación de taekwondistas criados en Cantalejo. Además de él, sus hermanas Aurora y Arantxa y Javier San Inocente, María de la Calle y Álvaro Agudíez también se han colgado medallas en campeonatos nacionales. «Ahora hay tres o cuatro chicos de siete u ocho años que apuntan buenas maneras, pero entonces éramos 14 o 15», rememora. En su caso concreto incluso llegó a participar en Madrid en una concentración en el Centro de Alto Rendimiento, donde tuvo la oportunidad de conocer a los olímpicos Nico García, Joel González y Brigitte Yagüe.Las becas que le concedía la Diputación Provincial le permitían sufragarse su presencia en las competiciones y atravesaba un buen momento cuando llegó esa gastroenteritis y la parálisis en el brazo derecho. «No sé a qué nivel habría podido llegar, pero fue un año perdido. No podía trabajar, no podía hacer nada. Sólo tomar pastillas mientras encima la familia lo pasaba mal», desvela. Ahora ya está recuperado («Aunque no al cien por cien», aclara) y ha regresado al taekwondo, pero la posibilidad de alcanzar la exigencia de antes se vislumbra lejana: «A algún campeonato sí que iré, porque llevo en esto desde los seis años, pero no sé si volveré a competir al nivel de antes».La faceta futbolística también se vio afectada por aquel contratiempo de salud. Acabó como máximo goleador de la Segunda División Provincial de Aficionados a pesar de que se perdió la mitad de la temporada. Pero como no todo iban a ser disgustos, en verano recibió una llamada de la Segoviana para participar en la pretemporada con la plantilla que acababa de ascender a Segunda División B. Incluso disputó 20 minutos en un amistoso contra el Real Ávila en el Estadio Adolfo Suárez. Con el final del verano surgió la posibilidad de que se incorporara al Unami de Regional Aficionados, pero los compromisos laborales hicieron que declinara esa oferta y que regresara de nuevo al equipo de su pueblo, el Cabezuela. Recién ascendidos a la Primera Provincial, no han podido mantener la categoría pero Antonio ha brillado con luz propia y ha finalizado el curso con 21 goles. Ha sido el tercer máximo realizador, sólo por detrás de Carlos Cotrina (25 tantos), del Turégano, que ha acabado campeón, y de Pablo Pajares (22), del Carbonero el Mayor. «Más que por mi técnica, a lo mejor destaco por la velocidad y el desborde. Porque aunque soy alto –mide 1,83 metros– tampoco voy muy bien por arriba», se define.Lo que no es casual son sus cifras goleadoras. Antes de que el Cabezuela diera el salto a Provincial hace dos temporadas, Antonio ya marcaba goles a patadas en la Liga Doyma, donde insistía con el fútbol. A pesar de que le provocaba alguna lesión que luego repercutía en su rendimiento en taekwondo. «A mi entrenador no le gustaba y cuando me dolía algo siempre me decía que era por el fútbol», se ríe. Del propio Juan Alberto Gómez dice que «el Jansu Gym es lo que es gracias a él». Él le enseñó a Antonio, a sus hermanas y a otros muchos chavales de la comarca de Cantalejo a saber gestionar las emociones en un deporte individual como es el taekwondo. Del fútbol valora «ser parte de un equipo y de un grupo de amigos» como el que forma Cabezuela.