Los otros usos de los conventos

Cristina Sancho
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Los conventos de San Francisco y Los Trinitarios fueron fábricas de harina y achicoria, graneros, almacenes y viviendas.

La recuperación del patrimonio es uno de los objetivos que se plantea el equipo de Gobierno en el Ayuntamiento hasta el final de la legislatura según desveló el alcalde de la villa en la entrevista publicada en El Día de Segovia el pasado fin de semana. Estas inversiones también las dio a conocer a los grupos de la oposición en el último pleno correspondiente al mes de septiembre. Se trata de las negociaciones que desde hace tiempo se están llevando a cabo con la propiedad del convento de San Francisco y el convento de la Trinidad. 

García ha explicado que existe un convenio en el caso de los propietarios de San Francisco que se espera firmar próximamente y que una vez se produzca la cesión al Consistorio se tendrá que actuar sobre el espacio para que se sujete porque si no su estado se podría agravar hasta un punto de difícil recuperación. El alcalde también mencionó una oferta existente por parte de la propiedad del convento de la Trinidad con los que también se lleva tiempo trabajando. «Se trata de una propuesta muy interesante y que de llegar a un acuerdo no se podrá esperar en el tiempo debido a su estado», apuntó. No obstante llegado el momento «habrá que valorar las disponibilidades y priorizar», matizó. Esta oferta afectaría no solo al convento que en la actualidad es una vivienda sino también al jardín y al conjunto de la finca. 

Estos dos conventos y otros edificios religiosos existentes en Cuéllar han tenido diferentes usos a lo largo de la historia alejados de lo meramente eclesiástico y como consecuencia de las distintas desamortizaciones, primero la de José Bonaparte, después la de Pascual Madoz y por último la de Mendizábal. El convento de los Trinitarios ubicado en la calle del mismo nombre en pleno casco antiguo data de los siglos XVI-XVIII.

Destacan de la iglesia el ábside mudéjar y el claustro de la misma época. Sobre el ábside mudéjar se construyó el nuevo templo de estilo gótico cuyas obras terminaron en 1764. El primer expolio llegó durante la Guerra de la Independencia pero después el convento fue restaurado y estuvo habitado hasta 1835. Posteriormente tras la Desamortización de Mendizábal fue vendido a un particular, que convirtió la iglesia en vivienda privada. El resto quedó en ruinas. La zona conventual albergó una oficina postal y más tarde fue fábrica de loza. Según recoge el padre Balbino Velasco en ‘Historia de Cuéllar’, el claustro fue convertido en almacén de materiales de construcción y la iglesia adaptada a vivienda particular. 

El convento de los Trinitarios se ha podido visitar en alguna ocasión dentro de las jornadas de patrimonio que cada verano realiza el profesor de historia Juan Carlos Llorente. El cuellarano recuerda que la familia Sáez llegó a utilizar la iglesia del convento como granero y después construyó una de las casas más lujosas de la burguesía cuellarana dentro de la iglesia conservando las bóvedas barrocas y renacentistas. Este espacio de más de 3.300 metros cuadrados según los datos de la sede del Catastro y con una superficie construida de más de 800 metros cuadrados y una piscina además de la extensa zona ajardinada ha estado a la venta durante años a través de una inmobiliaria local. El convento de los Trinitarios se encuentra incluido en la lista roja del Patrimonio desde 2009 y se considera que parte de los edificios que componen el conjunto se encuentran en ruina con desprendimientos en los exteriores, hundimiento de cubiertas y parte del interior. 

El otro de los inmuebles en los que el Ayuntamiento está trabajando es una cesión gratuita del convento de San Francisco por parte de los propietarios, la Sociedad General Española de Achicoria S.A. En 2014 ya se realizó un estudio arqueológico por ‘STRATO Gabinete de Estudios sobre Patrimonio Histórico y Arqueológico S.L.’, con motivo de un convenio urbanístico que el Ayuntamiento de Cuéllar y la empresa General Española de Achicoria, S. A., formalizaron de cara al desarrollo urbanístico de este ámbito de Cuéllar. En aquel documento se explicaba que se pretendía revitalizar este espacio de la villa de cara a rehabilitar el antiguo convento para usos dotacionales y culturales.

En cuanto a los datos históricos, tanto la iglesia como el convento ya existían en 1257 y desde el siglo XV ha estado vinculado a los Duques de Alburquerque como lugar de enterramiento, a través de las distintas ampliaciones y construcciones realizadas a lo largo de varios siglos y con la creación de varias capillas pertenecientes a familias nobles de Cuéllar. 

DECLIVE DE SAN FRANCISCO. En el siglo XVII comenzaron las amenazas de ruina del convento debido al costoso mantenimiento y los religiosos franciscanos tuvieron que abandonar el templo para acometer distintas reparaciones. En el siglo XIX llegaron los saqueos durante la Guerra de la Independencia y posteriormente la Desamortización de Mendizabal en 1835 supuso la salida de los monjes y el abandono del convento que fue reutilizado como cárcel en 1843.

Entre 1854 y 1856 instituciones municipales y religiosas promovieron unas obras de restauración que permitieron abrir de nuevo al culto la iglesia en 1857, aunque cerraría definitivamente sus puertas en 1871. Años más tarde se procedería a la enajenación a manos privadas, primero del convento en 1872 y después del templo en 1887, intensificándose el proceso de ruina y abandono del conjunto. A comienzos del siglo XX la iglesia sufre un gran expolio en el que por ejemplo algunos sepulcros fueron adquiridos por la Hispanic Society of America de Nueva York, otros elementos ornamentales fueron trasladados al castillo de Viñales (Madrid), el púlpito acabó en la Catedral de Segovia. 

Tras varias ventas del edificio en los años noventa, la iglesia se empleó como fábrica de harina hasta 1980, mientras que parte del convento acogió una fábrica de achicoria hasta principios del S.XXI. En 1981 el Ayuntamiento de Cuéllar compró el templo tras sufrir un incendio y tras realizar distintas actuaciones de consolidación y rehabilitación de las capillas, se utiliza para fines culturales. El convenio en el que está inmerso el Consistorio afectaría a la parcela contigua a la iglesia que fue utilizada como fábrica de achicoria y que constaría de 1.900 metros cuadrados. 

Estos son solo dos de los conventos de Cuéllar que a lo largo de la historia han tenido usos bien distintos al religioso para el que fueron construidos. Hubo otros como la iglesia de San Pedro que tras ser fábrica de harinas, albergó locales de peñas para jóvenes, oficinas y ahora la parte principal del templo es una cafetería restaurante.

La iglesia de Santo Tomé también fue utilizada como fábrica de harinas, el convento de San Basilio recoge una vivienda, un taller mecánico en venta y un restaurante. Quizá tanto San Francisco como Los Trinitarios estén iniciando un camino hacia la recuperación y conservación del patrimonio con fines mejores a los de otras épocas.