"Quiero ir a un partido para conocer al dios fútbol"

Sergio Arribas
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Confiesa que los dulces le llevan por el camino de la tentación y que su mayor 'pecado' es ser "poco detallista". Esta semana escribe en La Pizarra el Vicario de Evangelización, Juan Cruz Arnanz.

Juan Cruz Arnanz - Foto: Rosa Blanco

Es el primer entrevistado al que no le puedo preguntar por su vocación frustrada…

Es obvio. De pequeño pensé en ser camionero. También me gustaba mucho la tecnología y por ahí sobrevolaba estudiar alguna ingeniería. Pudo más la llamada del Señor.

¿La llamada [del Señor] es inequívoca?

Normalmente necesita discernirse. Cuando uno la percibe, es inequívoca.

Pero antes, alguna ‘novieta’ sí tuvo… 

No me dio tiempo.

¿Cómo reaccionaron los suyos ante tamaña decisión?

No lo veían venir. Mis padres son creyentes y no les extrañó tampoco mucho.

¿Nunca pensó adentrarse en la selva amazónica o en la Africa Negra para predicar el evangelio?

No. Practico la misión aquí, en mi tierra, entre los segovianos. Aquí no faltan los peligros y la aventura (se ríe).

Si me permite la exageración, un cura joven roza lo ‘exótico’¿La falta de vocaciones le entristece?

Gracias por lo de joven, pero tengo 45 años. La falta de vocaciones me preocupa y espero que sea algo pasajero. Jesús sigue llamando, quizá tenemos que estar más atentos. 

El político sufre la dictadura de la corbata. ¿El sacerdote sufre la del alzacuellos?

Me siento orgulloso de llevarlo. No me avergüenzo. Cuando estaba en los pueblos de Pedraza, que fue mi primer destino, solo me lo ponía para ir a los entierros. Y cuando me vieron, hubo más de una sorpresa. Ahora me cuesta en el ropero encontrar camisas que no tengan alzacuellos.

¿Qué queda del sacerdote de larga sotana?

Llevé sotana cuando estudié en Roma. Era preceptivo en algunas ocasiones. De hecho, tengo una en el ropero.

¿Qué  aprende de los curas mayores?

Fidelidad y entrega.

¿Qué tal es el señor obispo, César Franco como ‘jefe’? 

Se trabaja bien, pero ¡ojo! hace trabajar. Eso es bueno, da ejemplo de trabajo. No pide nada que previamente él no dé.

Eso de ser portavoz eclesiástico… ¿Toca medir mucho las palabras?

Toca estar disponible y en ocasiones hay que medir las palabras, sobre todo en un  momento como éste, en el que creo que de la Iglesia se subraya quizá lo más negativo. 

Con la iglesia hemos topado, tópico literario, derivado de un pasaje del Quijote... ¿por qué tanto prejuicio o desconfianza? Y mire que además viene de siglos…

Creo que es desconocimiento. Se habla mucho ‘de oídas’. Falta un contacto más directo con lo que es la Iglesia. Cuando se conoce la realidad, cambia la perspectiva.

¿Cree que la Iglesia ha adolecido de falta de autocrítica?

Puede haber faltado en algún momento. Pero también somos muy dados a hacer examen de conciencia y a los golpes de pecho. Creo que está compensado.

Mucho católico ‘de boquilla’ y pocos feligreses en las santas misas. ¿Qué puede hacer el pastor para recuperar el rebaño?

Estar cercano, amar a todos, dar una palabra de esperanza, de sentido, no juzgar, creo que es lo que hacía Jesucristo y lo que estamos llamados a hacer hoy.

Siete pecados capitales.  ¿Cuál es el suyo?

Creo que la gula. Me gusta comer y bien. Me tengo que controlar.

¿Qué le lleva por el camino de la tentación?

Los dulces y los buenos platos.

¿Cuál su mayor virtud?

Soy alegre y creo que bastante perseverante, constante y trabajador.

¿Su mayor pecado?

Puedo ser poco detallista. Esto puede generar algún malentendido. 

Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra…¿cuál es el mayor pecado de esta sociedad?

El olvido de Dios. Y olvidarnos de Dios implica olvidarnos del prójimo.

¿Reconoce a un santurrón?

Hay distintas formas de vivir la religiosidad. No me he encontrado a muchos. ¿Se sigue utilizando ese término? Creo que no.

¿Qué le resulta divino?

Bufff... me resulta divino cualquier gesto de amor hacia el prójimo. También una sonrisa y algunas expresiones de belleza en el arte. Y todo el trabajo que se hace de manera escondida y en un segundo plano.

Ante esta pregunta, no ha pensado en nada material. Curioso.

Me conformo fácilmente con pocas cosas. No estoy obsesionado en estar a la última. ¿Materialista? De eso no peco.

¿Un buen vino o una caña fresquita?

Cerveza en verano y vino en invierno, pero siempre acompañado de un buen pincho, porque sino se me sube a la cabeza.

La última vez que dijo un ‘taco’.

Hace poco me enfadé y solté uno, pero no era muy fuerte. Mejor no decirlo.

¿Qué le pasa este año al Real Madrid?

Sigo poco el fútbol pero, quizá, está lleno de soberbia.

¿Cuál es su hobby inconfesable?

Me gustaba mucho jugar con el Lego y con el Tente. A veces se lo regalo a mis sobrinos para jugar yo.

Conocida es la fama de la repostería conventual. ¿Qué tal entre los fogones?

No se me da mal. Ahora voy a mesa puesta, aunque muchos años tuve que prepararme la comida. Entre las fiambreras de mi madre y lo que yo hacía, pude sobrevivir. Algún plato hice que no se lo hubiera podido ofrecer a nadie. La cocina me sirve para cambiar el chip, despejarme, para el relax.

¿Amante de la música? ¿Es de los que cantan en la ducha?

Soy amante de los silencios. Y en la ducha, ni un gorgorito. Pienso pero no canto.

¿Cuál fue el último concierto al que asistió? No vale de música sacra.

Ni me acuerdo. Tampoco he ido nunca a un campo de fútbol para ver un partido. Me gustaría ir, por ejemplo, al estadio Santiago Bernabeu. Dicen que el ambiente es mágico. Tengo pendiente conocer al dios fútbol, del que tanto se habla.

Dígame un programa de televisión que nunca se perdería. No vale 13TV ni la Santa Misa.

El ‘1,2,3’ de Chicho Ibáñez Serrador me encantaba. Ahora veo poca televisión. 

¿Cual es su santo o santa favorita?

Tengo devoción por San Francisco de Asís. Es muy personal.

No le preguntaré si cree en los milagros, vaya que sí. ¿Qué es lo más milagroso para usted?

Es un milagro que hoy haya jóvenes que quieran ser sacerdotes; a pesar de como está la sociedad y el mundo. Y los hay.

¿Qué tiene el papa Francisco que no tenían los anteriores?

El espíritu argentino.

El Papa Francisco ha alertado a los fieles católicos, en al menos 15 ocasiones, que el diablo sí existe. Dígame que no es cierto, que es una metáfora. Es que soy muy miedoso.

Existe el demonio. Lo constatamos a cada instante. El mal existe. Y decir que no existe es contribuir a que tenga más fuerza.

¿Cinéfilo? La película ‘El Exorcista’, ¿se la cree?

No soy experto.  La imaginación es libre, pero personas con las que he coincidido sí que relatan este tipo de posesiones. De hecho, el exorcista es un ministerio que existe en la Iglesia.

El padre Apeles. ¿Le recuerda? ¿Qué sensación le provocaba?

Fue poco afortunado y el mismo lo ha reconocido. Todos estamos tentados de cierto exhibicionismo.

¿Ambición?

Mas que ambición es deseo de permanecer fiel a esta vocación, hacer mi servicio pastoral y allá donde esté, llevar a Jesús a la gente.

En sus correos electrónicos, siempre se despide ‘Paz y bien’. 

Es el saludo vinculado a la familia franciscana. También digo «que Dios os bendiga».

Amén.