«Acabar con la vergüenza de los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia no significa simplemente pasar página, sino buscar una reparación, todo lo necesario para curar las heridas y devolverle la vida a tanta gente». Esa es la máxima que defiende el Papa Francisco frente a esta lacra, tal y como mantuvo durante una reunión privada, sin cámaras ni periodistas, con un grupo de jesuitas de Irlanda durante su viaje al Encuentro Mundial de las Familias en Dublín. Unas palabras que salieron ayer a la luz, coincidiendo con el encuentro que el Santo Padre celebró en el Vaticano con los máximos responsables de la Iglesia norteamericana, tras las revelaciones sobre décadas de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes en Pensilvania.

Bergoglio mantuvo una audiencia privada con el presidente de la Conferencia Episcopal estadounidense, el cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston; así como con el cardenal y arzobispo de Boston Seán Patrick O’Malley, que es además presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores. A la cita también acudieron el arzobispo de Los Ángeles y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, José Horacio Gómez; y el secretario general, Brian Bransfield.