Falta personal en las bodegas segovianas para vendimiar

D. Aso
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La «preocupante» escasez de mano de obra no empaña la esperanza de una buena cosecha en cantidad y sobre todo calidad tras el «desastre» de 2017

Herrero Bodega empezó a vendimiar el 27 de septiembre con una cuadrilla de veinte personas y al quinto día ya se había quedado con nueve. En Shaya dan fe de temporeros trabajando en una finca que han sido tentados y fichados sobre la marcha para irse a otra. Severino Sanz cuenta con tirar sólo de gente conocida, empleados en otro negocio de la familia, tras haber contactado con empresas que gestionan estas contrataciones y comprobado que «están a tope». Por Valtiendas se plantean retrasar todo lo posible la recogida, incluso hasta después del Pilar, para que la Ribera del Duero termine antes y libere mano de obra. «Sin duda, este año está siendo complicado para todas las bodegas», tal y como apuntan desde Ossian. A menos que se tire de recogida mecanizada, caso de Avelino Vegas, donde la manual representa un 10%.

Así pinta la vendimia en la viña segoviana, donde las buenas expectativas que manejan todas las bodegas por la calidad del fruto de este año contrasta con la dificultad de la escasez de personal para recogerlo. Ya lo apuntaba el pasado 27 de septiembre la consejera de Agricultura, Milagros Marcos, a quien le han llegado los lamentos no de una, sino de distintas denominaciones, y los viticultores de la provincia no son una excepción frente a un problema que viene de lejos, pero que en esta campaña se está haciendo notar más.

Las causas que se barajan en el sector son muchas y todas suman. Por un lado, 2018 trae mucha más uva para recoger que 2017 y, por otro, la caprichosa meteorología ha solapado los calendarios de campaña de demasiadas DO. Rueda, Ribera, Rioja, Toro o El Bierzo suelen escalonarse más, pero la demanda de mano de obra se está acumulando en estos días.

Influye el inicio de la recuperación económica, por temporeros de cosechas pasadas que han encontrado trabajo estable en otros sectores. Y también se encuentra menos gente dispuesta a trabajar por 60 euros (redondeando la media, que puede ser bastante menos y también algún euro más) unas jornadas que no son precisamente de cuello blanco y corbata.

«Cuando las cosas vienen mal dadas la gente está más dispuesta, pero cuando mejora un poco la economía, éste es de los primeros trabajos que adolecen», destaca el presidente provincial de La Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL), Juan Manuel Palomares.

Juan Manuel Ramos, responsable autonómico de Industria en CCOO, coincide en apuntar que «el ciclo económico ha requerido mano de obra en otros sectores, de industria y sobre todo de servicios, que hacen que haya menos mano de obra nacional para la vendimia». «En este sector las condiciones no son atractivas, deberían mejorarse para evitar esto», añade, mientras Palomares admite que «igual no se paga lo suficiente» por una labor que ve «poco reconocida». Por algo resulta «poco habitual que haya vendimiadores españoles por aquí», tal y como reconoce Javier Herrero, uno de los tres hermanos de Herrero Bodega, de Nieva. «El buen vendimiador español se va a Francia porque está mejor pagado y considerado», mientras que en estas tierras son mayoría los rumanos y búlgaros.

LA RUTA DEL VERDEJO. Herrero Bodega inició su vendimia el 27 de septiembre por las viñas más viejas, que este año se adelantaron a las más jóvenes, curiosamente, «y la verdad es que viene un año muy bonito, con una calidad de uva muy buena y sin grandes cantidades, pero tampoco escasa de producción», valora Javier Herrero. «Dentro de la DO Rueda puede que haya mucha producción en general, pero en Segovia tuvimos una helada muy fuerte el año pasado», recuerda. «La planta suele tardar dos o tres años en recuperarse de episodios así, aunque gracias al invierno tan largo y la primavera tan lluviosa que hemos tenido, se ha recuperado más rápido de lo habitual. Al menos, para dar una producción normal de cantidad», explica. Ellos ya terminaron de recoger la semana pasada y se avecinan buenos verdejos por Nieva, aunque hayan «sufrido problemas por lo complicado de encontrar cuadrillas» y la dificultad extra de que se les fueran temporeros a los pocos días, cuando empezó la campaña en la Ribera del Duero. «Para nosotros no ha sido un gran problema que esto nos retrasara un poco, aunque es verdad que al final toca ir reorganizando, y luego a la hora de procesar la uva siempre es mejor que las máquinas trabajen a pleno rendimiento, no a menos porque no haya suficiente cantidad de uva para procesar», lo cual expone a más riesgos de avería. Si todo va como debe, pondrán en el mercado unas 300.000 botellas.

El mismo día que Herrero inició la vendimia su vecina Ossian, donde aún tienen al menos esta semana por delante.«El estado de la uva es excelente, lo que demuestra la capacidad de recuperación de nuestras cepas, especialmente las prefiloxéricas (así se denominan las viñas que que sobrevivieron a la plaga de filoxera de finales del XIX)», destaca su director general, Pedro Ruiz Aragoneses. «La naturaleza va siempre un paso por delante y nos demuestra que estos viñedos son un patrimonio vitícola del que todo segoviano debería sentirse orgulloso». Y en este 2018 la bodega del grupo de Pago de Carraovejas recuperará la senda de aumento de la producción que se vio interrumpida por un difícil 2017. «La del pasado año fue muy escasa debido a esas condiciones climáticas tan extremas pero que, a su vez, nos dan unas uvas extraordinarias». Un clima que «implica un riesgo mayor, pero sin riesgo no hay un producto excelente». 

Sobre el tema de las contrataciones, «sin duda este año está siendo complicado para todas las bodegas», constata Ruiz. «Pero el cuidado por el personal y la fidelidad con nuestros proveedores y trabajadores nos ha permitido solventar este trámite sin demasiadas dificultades». Y además, con muchas esperanzas depositadas en la añada que llegará al mercado a finales de este mes. «Sacaremos unas 50.000 botellas de Quintaluna 2017, 45.000 de Ossian 2016 y 4.000 de cada Verdling (Dulce y Trocken)». Capitel saldrá «un poco más tarde» con una producción de 4.000 botellas y la principal novedad la trae Quintaluna, que se reinventa por fuera y por dentro. «Vive un cambio muy importante, incluso en su imagen», avanza Ruiz Aragoneses. «El vino se ha mantenido unos nueve meses en depósito con sus lías (antes eran cuatro) junto con algunas elaboraciones en fudre y barricas. Ha ganado en complejidad, tiene una mineralidad untuosa, es vibrante y, lo más importante, un vino capaz de representar la zona de Nieva y la potencia del verdejo segoviano».

Entretanto, a poco más de 10 kilómetros, desde Aldeanueva del Codonal, el enólogo de Shaya, Andrés Monsalve, transmite un optimismo que nada tiene que ver con sus sensaciones cuando se le preguntaba la campaña anterior. «Tampoco hacía falta mucho para estar mejor que el año pasado, la verdad, pero es que si nos deja el tiempo va a ser una cosecha fabulosa. La uva está fantástica, sanísima y casi perfecta de acidez, azúcar y sabor. No recuerdo otra campaña igual, tal vez la de 2008... Será que los años que acaban en ocho son especiales», bromea. En total prevé que recojan unos 450.000 kilos de uva vieja y su producción global crecerá gracias a la entrada de dos nuevos socios viticultores. Suficientes noticias en positivo para compensar los problemas por la falta de mano de obra: «Contraté a una empresa para las contrataciones y me fallaron bastante, así que contraté otra, pero bueno. Nosotros al final nos nutrimos de muchos viticultores, ellos van buscando a sus vendimiadores y al final así hemos podido tener mucho volumen diario de uva, pero sí que hemos tenido gente que no ha podido vendimiar algún día o que se ha quedado a medias porque le habían fallado trabajadores. El motivo es obvio: «Si al vendimiador le ofrecen más dinero por hora pues se va con otro incluso en el mismo día. Ven al trabajador en la finca, le dicen ‘oye, vente con nosotros que te doy más’, y se va». Así de sencillo y de complicado al mismo tiempo.

Siguiendo la ruta del verdejo segoviano, en Santiuste de San Juan Bautista, la bodega Avelino Vegas, que llega a superar los cinco millones de botellas al año y representa más de la mitad del vino que comercializa Segovia, inició el 28 de septiembre una vendimia también positiva que se prolongará hasta el 10 de octubre. «2017 fue desastroso por la helada y el granizo, pero este año la uva viene muy sana de calidad y de cantidad también bien, como en un año normal», valora su enólogo, José Manuel Corrales, que coincide así en el diagnóstico de sus colegas de otras bodegas segovianas de verdejo y augura «unos vinos con buen equilibrio entre acidez y alcohol». En su caso, con menos sufrimiento por la falta de mano de obra: «Nosotros no manejamos la vendimia de las bodegas, el 90% viene vendimiado a máquina y para el resto, a los viticultores les proporcionamos una empresa de servicios que les lleva la mano de obra. Si están teniendo problemas, a nosotros no nos están llegando porque la gente nos va entregando la uva», señala.

RIBERA Y VALTIENDAS. En la Ribera del Duero segoviana la vendimia arranca de lleno esta semana y también con buenas sensaciones.«Llovió en su momento, ahora llevamos días sin que llueva... Este año viene súper bien», celebra José Félix Sanz, de Severino Sanz. La falta de personal puede demorarle algo, pero no le quita el sueño ni el optimismo: «Me arreglaré sobre todo con gente mía», empleados del negocio de hostelería que tiene en el País Vasco, su tierra natal. «A mí me viene bien siempre acabar rápido, pero he llamado a varias empresas a ver si podía contratar por aquí y está complicado, así que bueno, igual en vez de tardar 10 días pues tardamos 20», pero con la ilusión de una meteorología amable que corone sus expectativas.

Y unos días más tarde, como siempre, arrancará la vendimia en la denominación más pequeña de la España peninsular y la única con demarcación íntegra en Segovia, Valtiendas. De sus 78 hectáreas de viñedo recogerán unos 250.000 kilos, según calcula el presidente de la denominación Valtiendas, Alejandro Costa, quien vaticina buenos vinos en las seis bodegas adscritas «si se trabaja bien» en las próximas fechas. «Igual que otros años madura toda la uva de forma muy regular y puedes echar todo al cesto, por decirlo de forma coloquial, este año habrá que ser más selectivo. Casi podríamos hacer dos vendimias, una ahora y otra casi en noviembre», destaca. Peculiaridades de una denominación con una personalidad muy marcada que, además, les lleva a gestionar a su manera el asunto de la falta de mano de obra. «Hay gente que empezará a vendimiar esta próxima semana por la uva que tenga más adelantada y yo por ejemplo hacia el día 12», señala el también propietario de la bodega Navaltallar. «Siempre vamos siete o diez días más tarde que la Ribera del Duero y si veo que hay dificultad para encontrar gente, pero el tiempo es bueno, igual espero dos o tres días más a ver si la gente va saliendo de la Ribera». Cada cual con su hoja de ruta y con un problema común, pero todos con la esperanza de vivir una de las mejores campañas en lo que va de siglo por calidad tras haber sufrido en 2017 la peor por cantidad.