Quedan aún dos años, pero la carrera para las presidenciales de Estados Unidos de 2020 echó a andar en el mismo momento en el que terminaron los recuentos de las legislativas del pasado 6 de noviembre. Una vez concluida la cita electoral y conocido el panorama que desembocó, demócratas y republicanos se embarcaron en un nuevo proyecto, con la vista puesta en la Casa Blanca y con muchos flecos todavía en el aire.

El resultado de los comicios a la Cámara de Representantes y el Senado puede dejar alguna pista para empezar a actuar. Principalmente en el lado liberal, habida cuenta de que el jefe del Ejecutivo, Donald Trump, ya ha dejado claro que pretende optar a la reelección y, tras su arrollador y sorpresivo triunfo en 2016, tanto en las primarias de su partido como en las presidenciales, pocos conservadores se encontrarán con ganas de hacerle frente en una batalla de desgaste, tanto personal como para la formación que actualmente ocupa el Gobierno.

Las elecciones de mitad de mandato suelen ser una gran prueba para conocer las intenciones de aquellos que quieren presentarse a la contienda por la Casa Blanca y la victoria demócrata en la Cámara Baja ha abierto un abanico de opciones en un partido sin liderazgo y que tendrá que plantar cara a Trump ahora que tiene la posibilidad de revertir leyes o abrir investigaciones al presidente en un Congreso dividido -el Senado sigue en manos de los republicanos-. Convertirse en el contrapeso legislativo del Ejecutivo puede dar a los liberales la llave para recuperar la Casa Blanca dentro de dos años.