Escuelas de la segunda oportunidad

P. Velasco
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Secretariado Gitano, Fundación Rondilla,ordenes religiosas o colectivos de desarrollo social trabajan en proyectos para el retorno educativo de jóvenes de entre 18 y 24 años, la mayoría de ellos con problemas familiares, inmigrantes o de etnia gitana

Una de las aulas de formación de la Fundación Rondilla en la capital vallisoletana - Foto: SPC

Unos 2.000 alumnos abandonaron recientemente los estudios de la ESO y otros 4.000 tampoco terminaron el Bachillerato o la Formación Profesional. El perfil de los jóvenes que dejan los estudios de forma temprana se repite en la mayoría de los casos: chavales con familias desestructuradas, de etnia gitana o inmigrantes. Unas cifras que se quieren paliar con la puesta en marcha de diferentes programas de educación de adultos, muchos de ellos enfocados a recuperar a los jóvenes para una vida laboral en la que cada vez se reclama más formación. Con este objetivo trabajan desde casi todas las provincias de Castilla y León varias entidades sin ánimo de lucro convertidas en escuelas de segunda oportunidad.

Todos los proyectos van destinados a jóvenes de entre 18 y 24 años dirigidos a favorecer su reincorporación al sistema educativo y las iniciativas son desarrolladas por la Fundación Secretariado Gitano, ordenes religiosas, asociaciones educativas o los propios centros escolares, así como colectivos para el desarrollo. Todos ellos dirigidos a grupos pequeños con los que se trabaja continuamente, no solo a nivel educativo, sino también emocional y en otras competencias para lograr su plena integración.

La primera fase de todos estos proyectos es común: localizar a estos jóvenes que no acabaron la ESO o abandonaron los estudios de forma temprana y que casi siempre cumplen con un alto grado de fracaso escolar y falta de motivación por un entorno que tampoco ayuda. Desde la Fundación Rondilla de Valladolid localizan a muchos de estos chavales a través de su programa de ‘Educación de Calle’ o en los propios institutos de la zona, como explica su coordinadora, Maribel Merino.

Tras este primer contacto se produce el plan de acogida para ganarse la confianza de los jóvenes, una tarea que conoce bien Ramón Blanco, coordinador de la Escuela de Tiempo Libre Alquite en León donde desarrolla su trabajo desde hace más de 30 años. Desde su experiencia explica que normalmente los alumnos proceden de barrios deprimidos y de familias con problemas de estructura. «Habitualmente se trabaja con ellos para que consigan el título de la ESO, por lo menos», asegura.

Su trabajo se centra, por un lado, motivarles, «porque es complicado conseguir que vengan», y, a la vez, ofrecerles «técnicas de autoconocimiento, que descubran sus potencialidades». Su segunda función es ayudarles a que tengan un ritmo escolar y se acostumbren a hábitos de estudio. Además, si los jóvenes no quieren participar de este tipo de clases, se les ofrece otra opción de enseñanza particular para que puedan optar a presentarse al examen de la ESO por libre.

Desde la Fundación Rondilla también se trabaja en este plan de acogida con el que se intenta conseguir la confianza con el joven y diseñar un itinerario individualizado a través de tutorías personalizadas y atención psicosocial. «Algunas veces contactamos con la familia, en otros casos ni intervienen porque los alumnos no quieren», detalla Merino, que añade que el segundo paso es la intervención socioeducativa, donde se trabaja en el refuerzo de las competencias básicas con formación digital. En esta labor considera «fundamental» el entorno, ya que el apoyo facilita su reincorporación al sistema escolar. Los objetivos de este programa es que se matriculen para lograr la ESO o entren a formar parte de un plan de formación para conseguir algún certificado de profesionalidad que les pueda servir para su futuro.

Los resultados de este último año han sido positivos. De los 14 jóvenes que iniciaron el programa han logrado que cinco se estén preparando para el examen de grado medio y otros tres asistan a cursos de formación laboral. Pero desde la Fundación Rondilla aseguran que lo ideal es que no se llegue a esta situación, por lo que trabajan con ellos desde los 6 años para evitar el fracaso escolar.

«Es un trabajo de acompañamiento, de hacerles ver qué pueden conseguirlo y tener un ritmo de trabajo», explica Blanco, que ha dedicado casi toda su vida a formar a estos jóvenes en León para que puedan tener una salida digna en la vida: «Intentamos dar una segunda oportunidad en un ambiente diferente en el que se trabaja con grupos reducidos, aunque a la vez hay que ser exigentes».