Miradores de lujo

Patricia Martín
-

Los diez lugares de Luis Martínez Cuadrado, coordinador de la Fundación Secretariado Gitano.

Luis Martínez Cuadrado (Segovia, 1969) tiene formacion como politólogo y técnico en explotaciones agrarias extensivas Es el coordinador de la Fundación Secretariado Gitano en Segovia Su trayectoria profesional está vinculada a la inclusión y el desarrollo social, la educación y el tiempo libre.  Es profesor de Sociología en la UVA, guía de interpretación ambiental y orientador laboral. En el ámbito social,  ha trabajado con colectivos de empleados extranjeros y  toxicómanos, así como temas de infancia y mujer.

1. El Figón de los Comuneros, Travesía del Patín. Considera que el restaurante El Figón de los Comuneros, junto a la calle de los bares, es uno de los pocos espacios que quedan con un marcado carácter segoviano, y lugar de encuentro de gente bohemia y alternativa. También tiene este mismo estilo Las Cuevas de Duque. 

2. La Tahona del Negrete, calle San Cristóbal de Segovia, 14. Es la panadería de su barrio donde el pan sabe a auténtico pan, inundando, todas las mañanas, el aire de la calles de San Lorenzo, con el rico olor que sale de su horno. 

3. El Convento de Santa María y San Vicente El Real. Un monumento que elige por su emplazamiento, por su arquitectura elegante y modesta, por estar rodeada de huertas y zonas verdes que evocan aires antiguos. Además de por la paz que transmite.

4. La plaza del barrio de San Lorenzo. Como vecino de San Lorenzo «de toda la vida», la plaza de este barrio es el espacio de encuentro, de celebraciones, de ambiente popular y cultural. Le gusta participar en la asociación y en las peñas. Un barrio que tiene un gran sentido de identidad y que encuentra en su plaza ese lugar acogedor y de convivencia. 

5. La Senda de los Molinos. Su vinculación con la Senda de los Molinos, en el río Eresma es muy especial, es «casi una cabezonería» que tuvo estando en la asociación de vecinos del barrio, para proponer al Ayuntamiento la recuperación de este patrimonio que descubrió cuando era miembro del Grupo de Paisaje de Horizonte Cultural. Disfrutar de un bosque urbano mientras aprendes una lección de historia y arqueología industrial, un museo etnográfico al aire libre. Sin olvidar el monumento a ‘Las Lavanderas’ junto a la entrada al Centro de los Molinos. Pasear por estas senda es una gran satisfacción y le gusta enseñársela a los amigos que vienen de fuera. 

6. El Paraje del Tío Pintado. En este paraje, en la parte alta del barrio de San Lorenzo, es donde hacían sus cabañas, jugaban al aire libre, «aprendíamos en la calle», junto a la fuente y la mirada de la roca del ‘Tío Pintado’. Un gran escenario para la diversión porque, durante su infancia, no había parques y jardines cerrados con zonas infantiles.

7. Los pequeños espacios que acogían Titirimundi. Sus espacios culturales preferidos eran los patios de los palacios y las casonas segovianas, cuando la ciudad disfrutada del Festival de Títeres casi en familia, en estos lugares cerrados el resto del año, y con el aroma añejo que los caracterizaban. Echa de menos el Patio de los Rueda o el Patio del Palacio del Conde Alpuente. 

8. Los Altos del Parral. Los altos del Parral, por encima del Santuario de la Virgen de la Fuencisla, hasta el Caño del Obispo, es un lugar poco transitado, en el límite entre lo urbano y el campo. Bordeando toda esa lastra, las vistas de Segovia y la sierra son excepcionales. 

9. La villa de Ayllón. Un pueblo medieval con una cultura popular característica, alejado de los bullicios turísticos y con el encanto de la autenticidad. El olor a leña de las chimeneas, las carnicerías que adoban al estilo tradicional o las morcillas más parecidas a las de Burgos Su padre nació en el pueblo soriano de Torremocha de Ayllón. Una comarca que tiene mucho encanto que sabe promocionar la asociación ‘Ayllón Medieval’. 

10. Canteras calizas y un pinar. Los Altos del Parral también esconden otros secretos como las canteras de piedra caliza que se usaron para construir la Catedral; las cuevas del champiñón y un pinarcillo, muy poco concurrido, con un aire misterioso, sobre todo, al caer el día.