¿Quién coge el viejo tren?

David Aso
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Cinco años después del drástico recorte del único servicio convencional de la antigua estación, el Segovia-Cercedilla viaja con una veintena de pasajeros por trayecto, aunque Renfe le ha renovado su declaración como Obligación de Servicio Público.

Pilar, vecina de Guadalajara con casa en Segovia y amante del paisaje del viejo tren. - Foto: Domínguez

Andrea ha empezado este curso la carrera de Turismo en el campus segoviano de la UVa. Vive en Navacerrada, pero en diez minutos se planta en coche en la estación de Cercedilla, aparca y sube al tren con destino a la vieja estación de Obispo Quesada, «que así sale el viaje mucho más barato», valora. Un billete único cuesta 2,90 euros, menos si se paga con bono; y si todo va como debe, que es lo habitual porque «suele ser puntual», el trayecto dura tres cuartos de hora. «Antes no sabía ni que existía» y ahora lo utiliza de lunes a viernes; la ida a las 7.43, la vuelta a las 14.42. A Andrea le va bien, pero el único servicio ferroviario convencional que le queda a Segovia, el único regional, se mantiene a duras penas: «Pegas no le veo, aunque muchas veces voy sola hasta las últimas paradas», advierte. Y cuando dice sola, lo dice en el sentido literal si solo cuenta los viajeros, obviando al maquinista, el guardia de seguridad y el interventor. Son pocos, buena parte de ellos estudiantes más algún usuario mayor de la sierra, y muchos se conocen aunque sólo sea de verse allí. No sorprende, dado que la media de viajeros apenas alcanza la veintena, ¿pero qué fue antes, la baja demanda o el abandono del ferrocarril tradicional? En este recién acabado mes de mayo se cumplían cinco años de la supresión de la conexión convencional directa Segovia-Madrid, después de que Renfe aplicara su drástico plan de racionalización de los servicios de media distancia. Los trenes que cubrían este recorrido eran aún más largos que ahora, contribuyendo a retratar en la estadística unos niveles de ocupación especialmente bajos que ‘justificaron’ la decisión de reducirlos a la mitad. Quedan tres de ida y tres de vuelta de lunes a jueves, cuatro los viernes y cinco los sábados y domingos. Conectan Segovia con las estaciones de Navas de Riofrío-La Losa, Otero-Herreros, Los Ángeles de San Rafael, El Espinar, San Rafael, Tablada y Cercedilla, pero desde mayo de 2013 toca cambiar de tren si se pretende seguir hacia Madrid. El trayecto a la capital española desde la capital del Eresma se alarga hasta rondar las dos horas o más, según el transbordo, y el resultado es el citado: una veintena de viajeros como media en un tren que sigue moviendo mucho hierro vacío porque, salvo días puntuales de fin de semana, entre todos no llenarían un tercio de un vagón. Aun así, Renfe ha decidido renovar la declaración de esta línea como Obligación de Servicio Público (OSP), en principio, por otros tres años. Según revela el informe elaborado por la consultora estatal Ineco que sirve de referencia para adoptar esta decisión, terminado a finales de 2017 pero basado en cifras de 2015, registra una ocupación del 9,8% de las plazas aunque, si circulara siempre con material rodante de 120, detalla que ese porcentaje sería del 16,6%. Su media de viajeros la sitúa exactamente en 22 y sus ingresos (215.938 euros) sólo dan para cubrir el 27,2% de sus gastos (793.817), de modo que el déficit asciende a 577.879 euros, siempre tomando la referencia los datos del último ejercicio analizado por Ineco, 2015. No obstante, teniendo en cuenta que ese año contabilizó 60.577 viajeros, si se busca la proporción, resulta que cada billete requirió 7,75 euros de dinero público, más de lo que cuesta el Avant Madrid-Segovia-Valladolid (4,75), pero menos que otros servicios ferroviarios de media distancia a alta velocidad, como el Sevilla-Córdoba (9,22), el Lleida-Barcelona (15,53) o, por supuesto, el Valencia-Requena-Utiel (202,90). Al final, después de valorar ratios de ocupación, cobertura de gastos y otros conceptos de la conexión Segovia-Cercedilla, el informe de Ineco concluye que «se justifica su mantenimiento como OSP, pero se debe mejorar el aprovechamiento, así como la ratio de cobertura». El Día monta en el tren que parte de la vieja estación de Segovia a las 14.42 horas del pasado miércoles. Sale puntual con una docena de pasajeros y en las siguientes paradas suben algunos más hasta rozar la veintena. Entre ellos está Andrea, la estudiante, que se ajusta al perfil más repetido en el pasaje. Un grupo de tres jóvenes tiene todo un vagón a su disposición y en otro circula una alumna de Educación Infantil del IES Giner de los Ríos, Elena, vecina de Otero: «La mayoría me suena de verles todos los días», apunta. Su trayecto es corto, de cuarto de hora, y las frecuencias de este tren le van «mejor que las de los autobuses». Cuesta poner a este servicio el cartel de moribundo cuando entre los pocos que lo usan destacan menores de 25, aunque también los haya mayores de 70 y otros en el punto medio. Cerca de Elena viaja Ana, que se ha subido en la primera parada, Navas de Riofrío: «Soy de Granada y vengo de ver a una amiga que vive en La Losa. Me lo ponéis muy difícil para visitarla con sólo tres trenes por día. Mi pueblo también es pequeño, pero tengo un autobús cada hora», presume. A Pinar de las Rozas van desde Segovia Henar y Alba, madre e hija. Cogen este tren «cada tres meses desde hace varios años» por asuntos personales y lo conocen más o menos bien, pero esta vez se declaran «sorprendidas» al haberse encontrado con uno relativamente «nuevo» en comparación con el habitual. Son como los Cercanías de Madrid, pero «el de siempre tenía la tapicería fatal, la calefacción funcionaba mal, papeleras rotas, el suelo se veía viejo... Estaba un poco cochambroso, la verdad», comenta Alba. Sin embargo, la interventora, que a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los servicios aquí sí comprueba que cada viajero tiene su billete, les aclara que esta vez les ha tocado «este material» y la próxima quizá sea otro porque «van cambiando». Otro perfil diferente y en extinción es el de aquel que usa este servicio por motivos laborales. Iván vive en El Espinar, trabaja en Guadarrama y si no tuviera la furgoneta en el taller no estaría ahí: «Si hubiera mejores frecuencias no me lo pensaba, lo cogería a diario porque me podría ahorrar bastante dinero, pero así es imposible», lamenta. Dos vecinas de Madrid, Puri y Pilar, «jubiladas», tienen casa en La Estación de El Espinar y viajan en este tren «de vez en cuando». «Hoy viene con poca gente y otras veces hasta menos, pero hay fines de semana que te puedes encontrar con mucha chiquillería», apunta Puri. ¿Y hay alguna idea nueva que aplicar para «mejorar el aprovechamiento», tal y como aconseja el estudio de Ineco, que no pase por recortar más? Renfe, preguntada por este periódico el 25 de abril y el 11 de mayo sobre la actividad que mantiene Segovia en materia de tráfico ferroviario convencional, no ha respondido hasta la fecha.

La diputada del PP por Segovia, Beatriz Escudero, por su parte, recuerda la vieja iniciativa de potenciar la vertiente turística de un tren con formidables vistas a la sierra de Guadarrama. "Tiene muy poca demanda y requiere un esfuerzo tremendo, pero siempre hemos luchado por mantenerlo porque tiene un valor histórico y hasta sentimental". Y en ese sentido, señala que la alternativa sugerida a Fomento es la del uso turístico "con la implicación de los municipios".

"Yo creo que debemos hacer lo posible para mantener esta línea con un papel activo de los ayuntamientos", añade el diputado del PSOE por Segovia, Juan Luis Gordo, quien recuerda que años atrás se habló de la posibilidad de complementarla con transporte de mercancías, que "sería extensible hasta el polígono de Valverde", una opción que ha defendido como "muy interesante".

También siguen latentes las viejas reivindicaciones manifestadas en los últimos años por la Diputación y los ayuntamientos serranos, contrarios en su día al recorte y partidarios de revitalizar la línea con su integración en las Cercanías de Madrid, eliminando el transbordo y recuperando la frecuencia perdida.

Pero ahí sigue la vieja línea con su veintena de pasajeros por tren. A veces más y otras incluso menos, como en el viaje de regreso a Segovia del pasado miércoles a las 19.57. Henar y Alba están de vuelta, un grupo de religiosas que se dirige a Navas aporta otro perfil y ahora también va Pilar, vecina de Guadalajara que conserva casa en Segovia, donde vivió en otro tiempo, y que siempre que puede, "si no hay prisa", pasa del Avant a pesar de su tarjeta dorada para "disfrutar el paisaje de la sierra". "Cada vez quedan menos trenes ‘normales’, es una pena, ¿cómo se va a quedar la gente en los pueblos si los dejan aislados?", lamenta.

El tren sale de Cercedilla otra vez puntual y con sólo tres minutos de demora llega a Segovia. De nuevo impecable por dentro, aunque semivacío y alejado de la solera de aquellos interiores en madera con asientos de escay rojo a los que ya sólo se respeta en la memoria colectiva y alguna línea turística.