La pandilla menguante

Sergio Arribas
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El apodo 'Los Tassone' les identifica. Son 23 amigos segovianos, de los que tan solo 9 tienen su residencia y empleo en Segovia. Hasta 14 trabajan fuera de la provincia. En diez años Segovia ha perdido 2.612 jóvenes por falta de oportunidades.

Nadie como el escritor Mario Puzo supo describir el fenómeno de la emigración italiana a Estados Unidos, donde desembarcaron más de dos millones de italianos entre 1900 y 1914. Lo hizo en su obra maestra, ‘El Padrino’ (1969), novela en la que el estadounidense, descendiente de italianos, habló de las cinco familias de la mafia de Nueva York: los Tattaglia, los Barzini, los Corleone, los Cuneo y los Stracci. La emigración también sobrevuela sobre los ‘Los Tassone’, que son otra «gran familia», aunque no mafiosa ni ficticia. Sus lazos no son de sangre, ni tienen origen italiano, aunque su unión es sólida, sobrepasa cualquier parentesco. 

¿Tassone?. «Nos llamamos así porque vimos una inscripción con este nombre en una piedra, en la zona de ‘La Curva’, donde, cuando eramos más jóvenes, todos hacíamos botellón», recuerda el periodista David López, «uno de los 23».  Y añade: «¿Nombre italiano?. Pues no se, también puede unir los nombres de Tamara, Sonia y Nerea (se ríe), qué sabemos, el nombre nos hizo gracia y así nos bautizamos». 

Como fuere, con el apodo ‘Los Tassone’ se identifican los miembros de aquella primitiva pandilla, constituida por 23 amigos, que, 15 años después, aún mantienen una estrecha relación, con «quedadas» anuales «al completo», en las fiestas de Segovia y en Navidades, al margen de otros «eventos o saraos» como bodas y despedidas de soltero.

El grupo, con edades de los 36 a los 38 años, abarca un sinfín de perfiles profesionales, desde ingenieros, economistas y funcionarios, hasta periodistas y publicistas, pasando por arquitectos y profesores y  hasta por un cooperante internacional, del que todos hablan con orgullo, Alberto Martín Huertas, que ahora vive en Laos, tras pasar por Camboya, Vietnam, Angola y Chad.

‘Los Tassone’ son, sin embargo, una pandilla ‘menguante’, afectada por el exilio de no pocos de sus miembros, que tuvieron que buscar oportunidades laborales fuera de Segovia. De los 23, tan solo 9 viven y trabajan hoy en su ciudad natal; porque la mayoría, hasta 14, trabajan fuera de esta provincia, dos de ellos en el extranjero. Además de Alberto en el país asiático, otro miembro del grupo ha traspasado fronteras: el economista Manuel Sansigre, que reside hoy en Nueva York. Solo 5 de aquellos 14, pese a trabajar en Madrid, ‘duermen’ en Segovia, aunque para ello soportan un sacrificio nada desdeñable, como es tener que desplazarse a diario a la capital de España. 

En diez años, Segovia ha perdido 2.612 jóvenes, entre 20 y 34 años; de los que el 85% tienen ahora fijada su residencia otra provincia española, según los datos facilitados por el INE.

Uno de los miembros de la pandilla, el funcionario Hernán Puente, de 36 años, trabaja desde hace18 años en Madrid. Coincidiendo con el nacimiento de su primer hijo, hace solo tres meses, decidió regresar a Segovia con su familia, aunque él continúa desplazándose a Madrid todos los días para trabajar. «Si no existiera el AVE no hubiera vuelto», comenta Hernán, que aventura que «cuando mi vida familiar sea más exigente, me quedaré aquí en Segovia». Pedirá un traslado, aunque eso suponga un freno en su carrera profesional. «Por desgracia, es raro, es tener mucha suerte encontrar un trabajo y vivir en Segovia», comenta.

Quien no espera retornar es David Barreno, que lleva ocho años viviendo en Cartagena (Murcia), a 550 kilómetros de Segovia — «a seis horas en coche», aclara—. Con la crisis que golpeó a la construcción, David,  que es aparejador, se quedó en el paro en Segovia. Por entonces ya conocía a quien hoy es la madre de su hijo y optó por buscar empleo en la ciudad murciana, de donde procedía su novia. «Antes o después hubiese tenido que salir de Segovia, porque con la carrera que yo hice, es muy complicado encontrar trabajo de lo mío», explica David, quien no se imagina regresar a vivir a su ciudad natal. «Tengo puesto fijo, un hijo y otras raíces muy sólidas, como la hipoteca de un piso. Volver es muy complicado. Me gustaría, porque echo de menos a mi familia y a mis amigos», comenta el segoviano, que espera reunirse con ‘Los Tassone’ en alguna de las dos próximas citas de la pandilla: el 22 de diciembre a un ‘vermut torero’ o el 29, del mismo mes, a una comida.

El caso de otro de los miembros de la pandilla, Carlos González, resulta paradigmático. No tenía opción de estudiar la carrera que eligió, ingeniería de caminos, en Castilla y León y se vió forzado a acudir a Madrid. El primer año, como otros muchos jóvenes segovianos, se desplazaba a diario, en los autobuses que fletaba la extinta asociación de universitarios Horizonte Cultural. Como la carrera «exigía mucho», Carlos se vió forzado a trasladar su residencia a Madrid. «La primera consecuencia», según dice, fue encontrar allí trabajo. «¿Podría haber trabajado en Segovia?. No lo sé. Lo dudo. Mi profesión está vinculada a las grandes empresas. Encontré trabajo en Madrid y aquí fui haciendo mi vida», comenta Carlos,  padre de una niña, casado con una segoviana y con 17 años de residencia en la capital de España. «¿Volver?. Con una niña es complicado. Tenemos los dos trabajo en Madrid y aunque por los altos precios de la vivienda alguna vez nos lo hemos planteado, ahora mismo no es factible», añade el ingeniero, que nunca perdió su vínculo con Segovia, donde reside la mayor parte de su familia y su «otro núcleo familiar»,  ‘Los Tassone’, con quienes espera reunirse al completo estas próximas Navidades.

«Es triste que en Segovia haya tan pocas oportunidades, aunque me gusta ver cómo hay gente del grupo que están desarrollando su vida profesional en nuestra ciudad, como Daniel, Alberto...», añade Carlos, que lamenta «la escasez» de  oportunidades empresariales en la ciudad del Acueducto. «Una cosa hay que tener en cuenta, también Madrid, al estar tan cerca, con tan buenas comunicaciones, absorbe mucho capital humano», avisa.

Entre quienes han podido vivir y trabajar en Segovia está Alberto Martín, escritor, profesor en la Uva y publicista. Es, según sus amigos, uno de los ‘pegamentos’ del grupo, quien siempre suele proponer «eventos» para reunirlos a todos. Además de su tarea docente, Alberto trabaja para la agencia multinacional de publicidad, Havas Media, en concreto para su sede de Valencia. «En realidad trabajo en Valencia (sonríe), aunque como es un tema digital me dejan hacerlo desde casa», explica Alberto, que no cree que el grupo pueda sufrir más «exilios» porque «los que estamos en Segovia, creo que estamos muy asentados».

Que de los 23 integrantes de la pandilla, 14 trabajen fuera —desde Palma de Mallorca a Cartagena, desde Madrid a Ávila, o hasta en Nueva York o Laos— es síntoma, a juicio del profesor, de que  Segovia no ofrece oportunidades para trabajos cualificados. «Es una ciudad de Pymes, con cero industria, supeditada al turismo, y con servicios básicos de justicia, sanidad o salud. Creo que todos mis amigos que viven fuera por sus profesiones ni siquiera se han llegado a plantear que Segovia era una opción», asegura Alberto, mientras David López, que también ha optado por quedarse en Segovia, recalca: «todos se han marchado forzados por la situación, porque no hay en Segovia ninguna oferta de sus especialidades, sobre todo en industria». 

Alberto, por su parte, añade otro elemento relevante que contribuye a explicar la «fuga de cerebros». «Estamos a 25 minutos de Madrid. Es una pena, pero Segovia pierde mucha población joven, tiende a avejentarse y, si alguien no lo remedia, se convertirá en una ciudad dormitorio de gente que trabaje en Madrid. Y aquí lo vamos notando, porque se cierran colegios, comercios, bares y museos». 

En este sentido, considera que también hay miembros del grupo que, aunque tuvieran opción, no volverían a Segovia para vivir, porque «alguno me ha comentado que se le queda pequeña, que le podría llegar a aburrir, porque, queramos o no, esta ciudad tiene la estructura de un pueblo grande».

Alberto explica el ‘secreto’ de que ‘Los Tassone’ mantengan vínculos estrechos, pese a la emigración de buena parte de sus integrantes. «Ninguno de los que están fuera han querido perder el contacto con Segovia, ni por asomo, tampoco con sus amigos de toda la vida», recalca. Al igual que las cinco familias italoamericanas de Nueva York , ‘Los Tassone’ tienen marcado su territorio, Segovia, donde están sus raíces.