El juez permite colocar el diablo e impone costas

D. A.
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Desestima la petición de suspensión cautelar de su colocación y condena en costas a la parte denunciante, que considera la escultura una ofensa a los sentimientos religiosos

Vía libre a la colocación de la escultura del diablillo

El Ayuntamiento de Segovia tiene vía libre para poner la escultura del diablillo que evoca la leyenda del Acueducto. El Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 1 ha rechazado la suspensión cautelar de su colocación, solicitada por vecinos que han constituido una asociación católica, San Miguel y San Frutos, que lidera la oposición a esta obra por considerarla una ofensa al sentimiento religioso. Además, los peticionarios son condenados en costas "hasta un límite máximo de 500 euros", según confirman fuentes oficiales del Consistorio, aunque la batalla judicial no ha terminado.

De hecho, de momento el juez se pronuncia exclusivamente sobre la citada petición de suspensión cautelar, pero aún debe analizar el fondo del asunto, la denuncia contra el acuerdo de la Junta de Gobierno Local por el que se aceptó la donación de la escultura por parte de su creador, José Antonio Abella.

La escultura del diablillo está concebida para que forme parte de la ciudad como un detalle más que enriquezca su imagen, según el equipo de Gobierno, "igual que lo son la Sirenita de Copenhague, el Manneken Pis de Bruselas y el simpático Teufes  (demonio) de Lübeck". En el caso de Segovia, se trata de recordar la leyenda que dice que el demonio construyó el acueducto en una sola noche (noche que, como bien saben todos los segovianos, amaneció sin que al demonio le hubiese dado tiempo a poner su última piedra).
La escultura es un diablillo que va sentado sobre el muro de la calle San Juan, en la parte más alta de esta vía, y que usando unas tenazas sujeta un sillar de granito. Realizada en bronce tiene una altura total de 1,70 m. El sillar sobre el que asienta es de 60x60x40 centímetros y la impresión que da es que el diablillo sujeta con sus tenazas ese sillar. En la leyenda del demonio del Acueducto, el diablo no se presenta como un protagonista siniestro, sino como un simpático personaje que resulta engañado por las circunstancias y el ingenio de los habitantes de la ciudad. Su representación escultórica se aleja de las visiones aterradoras de la iconografía medieval. Es un diablo sonriente y rechoncho, hasta la burla, muy alejado de un siniestro demonio con el que asustar a los niños, han entendido Luquero y de Santos.

Además, José Antonio Abella ha añadido un elemento de actualidad, un teléfono móvil con el que el propio diablo se está haciendo un selfie frente a su obra, el Acueducto. Una invitación a que los turistas fotografíen junto al diablillo y un guiño que permite al escultor, al visitante y al segoviano dejar constancia de su cariño hacia la ciudad de Segovia.