«El Acueducto prácticamente no se entera de los conciertos»

D. A.
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El ingeniero del Cedex responsable del estudio del día que actuó Diana Navarro avala que el monumento «vibró a unos niveles muy por debajo de los más restrictivos»

El ingeniero responsable del último estudio de impacto de ondas sonoras sobre el Acueducto, Eduardo J. López, considera inofensivas las vibraciones que suele registrar el monumento. «Prácticamente no se entera», resume. Incluso cree que podría asumir unos niveles más altos, si bien las mediciones realizadas no se orientaron a buscar los límites de la estructura y fijar su umbral de resistencia, sino a verificar que los eventos que se suelen celebrar, sobre todo los conciertos, son efectivamente soportables.

El Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex) llevó a cabo el ensayo entre la tarde noche del 22 de junio y la mañana del 23, aprovechando el concierto inaugural de fiestas. Se centró en la parte del Azoguejo, en teoría la más susceptible de verse afectada. Técnicos de este ente autónomo adscrito a los ministerios de Fomento y Medio Ambiente colocaron sensores en la base y la cabeza de las pilas (acelerómetros, servoacelerómetros, sonómetros y anemómetros) para la toma de datos y magnitudes que se enviaron a un ordenador central, donde fueron almacenados para su evaluación y análisis. 

Para poner algunos de estos equipos hubo que utilizar una plataforma elevadora que completó una escena especialmente aparatosa que ya empezó a dar el cante ante segovianos y turistas horas antes de que arrancara la actuación de Diana Navarro. Desde luego que no se eligió un concierto de U2 o Metallica aunque, en palabras de la alcaldesa, Clara Luquero, la cantante malagueña protagonizó «el más potente de los que allí se celebran».

La concejala de Patrimonio Histórico, Claudia de Santos, ya anticipó el resultado del estudio el 24 de septiembre tras leer a la prensa un extracto de sus conclusiones: «El evento sonoro analizado, que comprende todas las etapas del proceso de ajuste de sonido, actos previos al concierto, fuegos artificiales y concierto en sí, no ha inducido vibraciones en el Acueducto que se hayan siquiera acercado a los límites más restrictivos definidos en las distintas normas y documentos estudiados». Es decir, que las vibraciones producidas fueron «claramente admisibles a la luz de la normativa actual».

Para explicar el estudio al detalle se decidió incluir en el programa de las jornadas del Acueducto una ponencia a las 19.30 horas de este viernes en el Archivo Histórico Provincial, y lo que viene en próximas líneas son respuestas a preguntas previas realizadas por El Día al ponente, Eduardo J. López. Es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y actual responsable del área de Dinámica de Estructuras del Laboratorio Central de Estructuras y Materiales del Cedex, considerado la máxima autoridad española en vanguardia aplicada a la ingeniería civil y la edificación. Aunque una obra de ingeniería romana como ésta ha llevado a este organismo a abordar un estudio para el que no tenía precedentes propios de absoluta referencia.

«Llevamos más de 30 años haciendo estudios de vibraciones, cálculo modal y características dinámicas de viaductos y puentes, aunque esta estructura, por las características que tiene, con sillares puestos unos sobre otros... Esto no es por ejemplo como un tablero de hormigón donde tienes una serie continua de vibraciones, aquí era distinto porque el Acueducto es el Acueducto, único», argumenta. Y eso conllevaba una dificultad añadida. «Con un puente normal puedes saber de primeras cómo trabajar porque tienes un proyecto, has hecho cálculos con las normas actuales y puedes modelizar su comportamiento», explica. El Acueducto, sin embargo, «tiene infinidad de variables que dificultan hacer un estudio teórico previo de cómo puede responder, pero bueno, te atañes a lo que obtienes». «No tienes opción de comparar exactamente con un estudio teórico previo en plan ‘esto me tiene que dar esto’ porque es muy difícil modelizar el Acueducto, pero tienes los resultados, que son lo más importante», matiza.

«Ten en cuenta que registramos datos del pregón previo, el chupinazo, los fuegos artificiales, las pruebas de sonido... Hay un montón de registros y puntos de medida, análisis que se han ido viendo para obtener al final los valores máximos de vibración y, con las condiciones en que se realizó, el Acueducto prácticamente no se entera», incide. «Casi no hay vibraciones, están muy por debajo de las recomendaciones normativas que puedas encontrar aplicables a este tipo de monumento.Pero claro, separando el escenario como estaba, a unos nueve metros la parte más cercana y a unos 20 la fuente de sonido real, los altavoces», subraya. «Estructuralmente el Acueducto vibra y se refleja, pero a un nivel muy bajo con respecto a lo recomendable», reitera.

¿Pondría por tanto este ingeniero la mano en el fuego por que los conciertos no afectan al monumento? «En estas condiciones que comento, con los valores que se registraron, el Acueducto no sufre nada», responde de nuevo.

El resultado de este estudio, que le ha costado unos 15.000 euros al Ayuntamiento, indirectamente da vía libre a la política actual de organización de eventos en la plaza de la Artillería y el Azoguejo, que establece una serie de distancias de seguridad incluidas en el borrador de la ordenanza del Acueducto que se prepara desde mediados de 2017 y se espera que entre en vigor en los primeros meses de 2019. Supone un aval a nivel de ruido, claro, sin entrar a analizar otra clase de riesgos de daños ambientales. ¿Y debería gozar este estudio del beneplácito no sólo de partidarios, sino también de detractores de eventos junto al Acueducto? «El Cedex ha hecho un montón de informes que en unos casos han gustado al cliente y en otros no, no sé qué pensará el Ayuntamiento de Segovia porque no he hablado con ellos, pero esto es lo que hay porque aquí jamás se adaptan los informes a los intereses de nadie, nunca lo he visto ni creo que lo vaya a ver nunca», sentencia López, que además da validez sine die a las conclusiones, «siempre que no se acerque la fuente de sonido», aunque habría margen para ello.