Bajo palos, un superviviente

Nacho Sáez
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Thiago Soares creció muy cerca de una favela en Sao Paulo, donde muchos de sus amigos cayeron en las redes del narcotráfico. «A mí me salvó el deporte», cuenta este portero del Naturpellet Segovia, que todos los meses envía dinero a su familia.

Soares (Sao Paulo, Brasil, 26 de octubre de 1989) no deja de sonreír durante la sesión de fotos para este reportaje. Posa feliz con la bandera de su país a pesar de que su equipo, el Naturpellet Segovia Futsal, es penúltimo de la Primera División de fútbol sala, además del equipo que menos goles ha marcado y que más ha recibido. Después de un rato de conversación con él, no extraña sin embargo su gesto alegre. Es un auténtico superviviente. Pero vayamos por partes. 

Llegó al Naturpellet Segovia este pasado verano procedente del Santiago Futsal,  donde a su vez había recalado tras haber pasado por el Gran Canaria y el Jumilla. Los cuatro equipos dibujan hasta el momento la trayectoria en España de un portero que a los 17 años ya era profesional en Brasil. Allí vistió las camisetas del AABB, Winpro FS, Cachoeira, Corinthians y ADC Intelli/Orlandia antes de hacer las maletas y probar suerte en Europa.

En Segovia asegura sentirse «feliz», aunque reconoce que no le ha dado demasiado tiempo a conocer la ciudad y que lleva el frío regular: «Si hace así ahora en octubre, no me quiero imaginar cómo será en enero». Vive en un piso cerca del Acueducto con sus compañeros Pedrinho, Nico Rolón y Iago Rodríguez y disfruta del «clima muy bueno» –según destaca– que se vive en el vestuario del Naturpellet. Los resultados estaban lejos de ser los deseados, pero los signos de mejoría mostrados por el equipo en las últimas semanas le invitan a ser optimista.

«Desde el partido contra Zaragoza estamos creciendo. Aún nos falta un poquito, pero noto que ha cambiado la confianza», explica en un castellano casi perfecto. Él ha sido titular en seis de los ocho partidos disputados –los dos primeros de Liga a domicilio y el de Copa del Rey los disputó Mordi– y al menos contra el Jaén Paraíso Interior fue uno de los mejores del conjunto que entrena Diego Gacimartín. «Me siento con más confianza ahora que al principio y estoy muy centrado en lo que tengo que hacer», apunta al mismo tiempo que resalta que «la competencia con Mordi es muy buena».

También valora el salto hacia adelante dado por el equipo en la parcela defensiva, faceta que considera primordial en el fútbol sala español: «En Brasil el jugador tiene un poco más de libertad. Aquí en España, lo primero es la estrategia y defender». Una filosofía que está pasando factura a su compatriota Pedrinho. Cedido por el Osasuna Magna, que le fichó este pasado verano como una de las más firmes promesas del fútbol sala brasileño, con el Naturpellet ha tenido pocas oportunidades de momento. «Yo creo que tiene un futuro muy bueno. Sólo tiene 19 años y tiene que mejorar un poco en defensa, pero es uno de los mejores jugadores que tenemos en el grupo», asevera Thiago, que sabe lo que es tener que dejar Brasil e instalarse en otro país a miles de kilómetros de casa.

Todos los meses envía dinero a su familia, según cuenta en esta conversación con El Día de Segovia. El guardameta del Naturpellet creció en un hogar «muy humilde» pero en el que el amor  se impuso a todas las dificultades. «Soy muy familiar así que me cuesta estar lejos de mi padre, mi madre, mi hermano y mi hermana», confiesa mientras recuerda sus inicios en el fútbol sala: «Con 17 para 18 años ya era profesional. De pequeño siempre jugaba al fútbol sala. Con 14 o 15 años me pasé al fútbol, pero duró poco, enseguida volví».

Esa pasión por el balón fue su salvavidas. Se crió en una casa situada cerca de una favela y la tentación de la delincuencia, la violencia, la droga y el dinero fácil siempre estuvo a un paso. «Me salvó el deporte. Yo siempre tuve claro que quería ser jugador profesional de fútbol sala, pero he perdido a muchos amigos por culpa del narcotráfico y tengo también algunos que siguen metidos en ese mundo», desvela el guardameta del Naturpellet, que envidia de España la seguridad que se respira en casas y calles.

Son muchos los compatriotas suyos que han probado esas bondades durante las últimas décadas. Uno de ellos, Cidao, que le precedió en la portería segoviana. «Es un referente. Como profesional es muy bueno pero como persona también. Pero él tiene su historia en Segovia y yo ahora quiero escribir la mía», afirma. Y quién sabe si acudirá convocado algún día con una selección de Brasil que no cree que atraviese una crisis después de ser desbancada por Argentina en el último Mundial. «El próximo va a ser diferente», tercia. «A veces las derrotas vienen bien porque sirven para que cambien algunas cosas que están mal, el entrenador...».

En Segovia se ha encontrado con Diego Gacimartín, con el que coincide en que el Naturpellet poco a poco se acerca a la versión que espera todo el mundo. «Molesta ir últimos, pero en los últimos cuatro partidos hemos merecido más de lo que al final nos hemos llevado», argumenta el propio Thiago, que no tiene dudas acerca del potencial ofensivo del equipo a pesar de que tan sólo llevan 11 goles en ocho partidos de Liga: «Estamos perdonando muchos goles por falta de confianza en ataque, pero tenemos pívots, como Buitre o Antonio [Diz] que han demostrado que pueden hacer goles sin problema».

La misma confianza que muestra en sus compañeros la tenía antes del partido contra ElPozo Murcia en que muy pronto iba a llegar la primera victoria. Lo dice alguien que logró escapar de la favela para cumplir su sueño.