Una provincia voladora

Nacho Sáez
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Segovia cuenta con seis aeródromos. Los más conocidos son los de Fuentemilanos y Marugán pero Villacastín y Santo Tomé del Puerto también tienen el suyo. El de La Navaen Corral de Ayllón está cerrado y el de Campolara, abandonado.

Una aeronave en las inmediaciones del aeródromo de Santo Tomé del Puerto.

Cada fin de semana  el cielo de Segovia se llena de globos aerostáticos gracias al atractivo que constituye disfrutar de la belleza de la capital y de los pueblos desde el aire. Sin embargo, estos viajes en dirigibles no son el único aliciente del que puede presumir nuestra provincia desde el punto de vista aeronáutico. Volar en un ultraligero, un planeador o una avioneta es posible en los aeródromos que permanecen activos, exponentes de una oferta de ocio quizás poco extendida entre los segovianos a pesar de las infraestructuras que tienen a su disposición cerca de casa.

El Aeródromo de Fuentemilanos, involuntario protagonista en los últimos días por el desafortunado accidente que costó la vida el pasado sábado al que era su jefe de vuelos, José Antonio González, es el único que está en la capital. En manos privadas completamente desde que el pasado mes de abril los ayuntamientos de Segovia y de Riaza y la Diputación Provincial vendieran sus participaciones, acoge cursos de pilotos de planeadores y ofrece –entre otros servicios– la posibilidad de volar en planeadores y también en motoveleros. Todos los detalles se pueden consultar en su web (www.fuentemilanos.com), que estos días ha cambiado de imagen para rendir homenaje a su jefe de vuelos fallecido.

Es el único portal digital propio de los aeródromos segovianos. Un perfil en Facebook tiene Air Marugán, convertido ya prácticamente en un parque temático por su amplio catálogo de actividades: vuelos  de divulgación a partir de 50 euros, despedidas de soltero, cumpleaños y eventos de empresa, piscina, alojamiento y una escuela de pilotos de ultraligeros que cuenta en la actualidad con cerca de una veintena de alumnos. «Está abierto a todo el que nos quiera visitar. Tenemos dos pistas, garajes individuales, taller...», explica José Antonio Garvía, gerente de una instalación que el pasado lustro acogió, dos años consecutivos, los campeonatos del mundo de paramotor y ultraligero.

Abre todos los días a excepción de los lunes y los martes. El Aeródromo de Santo Tomé del Puerto, en cambio, sólo los fines de semana. Lo gestiona el Club Loreto, una sociedad deportiva sin ánimo de lucro que promociona la aeronáutica. «En nuestra escuela de vuelo sin motor, el alumno sólo paga el tiempo de vuelo. La enseñanza es gratuita», remarca uno de sus responsables, Javier Sánchez Ocaña, que cuenta que acaban de poner en marcha unos cursos de iniciación de vuelo a vela «para ver si gustan». A nivel internacional, este aeródromo está reconocido como uno de los mejores para la práctica del vuelo a vela. Dispone de dos pistas en las que despegan y aterrizan las aeronaves destinadas a realizar vuelos de divulgación, otra de las posibilidades de las que puede disfrutar el público.

Su comunicación con la autovía A-1 representa una de sus principales fortalezas. Como lo es la conexión con la AP-6 y la AP-51 para el Aeródromo Eduardo Castellanos, espacio de recreo de belgas, ingleses y franceses aficionados al vuelo. De mayo a diciembre se extiende la temporada alta en esta instalación privada de Villacastín, dotada de dos pistas de tierra con unas dimensiones de 1.320x60 metros y 700x60 metros, respectivamente. «Acogemos tres escuelas de vuelo, tenemos tres hangares y un club social en el que se celebran conferencias, y en enero tenemos previsto poner en marcha nuevos proyectos», indica su encargado, Pedro Gutiérrez, orgulloso de la cercanía de la sierra, que «para los planeadores es extraordinaria».

formación. El honor de ser el aeródromo más grande en extensión de Europa y el segundo a nivel internacional corresponde –según el portal digital especializado ‘Pasión por Volar’– al de La Nava, en Corral de Ayllón, cerrado en la actualidad por la falta de acuerdo entre la fundación titular de los derechos de vuelo en esa zona y el Ayuntamiento, propietario del terreno. «Nos gustaría retomar la formación de pilotos de vuelo a vela, que al final es el objetivo de nuestra fundación, pero no depende sólo de nosotros», resalta el que fuera jefe del campo, Juan Lagunilla.

Más trabajo haría falta para que pudiera abrir en el de Campolara, cerca de Muñopedro, en estado de abandono, según han confirmado pilotos que han sobrevolado ese punto en los últimos meses. El principal impulsor de la actividad hasta su cierre fue José María Muro Lara, pero la titularidad del campo quedó repartida entre varios familiares finalmente y desde hace dos décadas, según recuerda el alcalde de Muñopedro, José Antonio Velasco, no ha vuelto a ver despegar o aterrizar aviones.