Escolanía de Segovia: las voces blancas visten de azul

Sergio Arribas
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Es una de las corales infantiles referentes en España, por su calidad y exitosa trayectoria, que suma dos décadas. Medio centenar de menores, en su mayoría niñas, integran la Escolanía de la Fundación Don Juan de Borbón, una escuela de aprendizaje

Cuando a María Luisa Martín, directora de la Escolanía de Segovia, se le pregunta por el enorme prestigio alcanzado por esta coral infantil o de voces blancas, que ella misma fundó, hace ahora 21 años, desliza un gesto de satisfacción, que rápidamente mitiga con palabras de humildad. «Sí, es la verdad, es un referente nacional. No suelo decirlo. Me gusta ser modesta. El coro sigue manteniendo un nivel muy alto, y eso es lo difícil, porque cada año se incorporan niños nuevos», asegura. Aunque su directora prefiere que sean otros, y no ella, quienes ensalcen las virtudes de la coral, la realidad es que la Escolanía de la Fundación Don Juan de Borbón supone todo un ejemplo para otras formaciones en España.

Cumplidas dos décadas de trayectoria, ha ofrecido múltiples conciertos con las más afamadas orquestas y directores, en escenarios de España, Francia y Portugal. Más allá de este bagaje cargado de éxitos, la Escolanía de Segovia supone un referente por su método y calidad en la enseñanza del lenguaje musical; aunque quizá uno de sus mayores méritos reside en educar a los niños en la sensibilidad musical, «tener oído para la música», algo que les será muy útil en la edad adulta.

Quienes conocen a ‘Marisa’ hablan de una profesora exigente, aunque también cariñosa con sus alumnos, constante y apasionada en su trabajo. Y también humilde. Lo demuestra cuando se le recuerda que está en posesión de la Medalla al Mérito Cultural, una distinción que le concedió el Ayuntamiento de Segovia. «Con medalla y sin medalla, algo que agradezco mucho y me llena de orgullo, hay que seguir trabajando, todos los días», zanja.

La también fundadora y directora de la Coral Ágora, ha comenzado ya a dirigir las clases y ensayos de la Escolanía. En estos días, trabaja con los niños y niñas que ya estuvieron el curso anterior, y que protagonizaron el concierto inaugural del curso, el pasado 6 de octubre, en la iglesia de Villaverde de Iscar (Segovia). Y lo hicieron con al atuendo tradicional que distingue a la coral, la túnica azul con un babero blanco. El plazo de inscripción concluyó este jueves y no será hasta la próxima semana cuando la directora sepa con exactitud el número de ‘escolanos’ que estarán este año a su cargo.

A la directora le gusta identificar a sus alumnos como «escolanos», que eran cada uno de los niños que, en algunos monasterios, se educaban para el servicio al culto, y principalmente para el canto. Este año, la coral contará con unos «56 ó 57 integrantes», en número similar al de años anteriores, entre los 8 años —la edad mínima para ingresar— hasta los 16 ó 17 años, «excepto los chicos, a quienes llega antes el cambio de voz. Eso no tiene una edad determinada, porque depende del desarrollo fisiológico que tenga cada uno».

cambio de voz. Una laringe infantil es más corta que la de una mujer y mucho más que la de un varón, por lo que las voces blancas son muy agudas. A partir de un cierto momento es posible clasificar las voces blancas en agudas, medias y graves, que en ocasiones se llaman sopranos, mezzosopranos y contraltos como las voces de mujer. En la pubertad se produce una mutación vocal brusca e importante, con lo que desaparece la voz infantil, momento en el que se produce un momento de inestabilidad vocal, con la emisión de voces agudas, conocidas como ‘gallos’. Este cambio de voz es el que fuerza la salida de la coral infantil, aunque hay antiguos ‘escolanos’ que se “enganchan” a coros adultos radicados en Segovia, como Tutto Voce o la Coral Ágora. 

«El problema es que muchos jóvenes se marchan a estudiar fuera, a universidades de Madrid, Salamanca o León. Alguno que se ha quedado, sí ha continuado en Ágora durante su etapa universitaria, pero la inmensa mayoría se van», lamenta Martín. Con orgullo, la directora comenta que algunos niños que pasaron por la Escolanía enfocaron luego su vida al estudio o interpretación profesional de la música coral; mientras subraya que del coro infantil ha surgido una futura promesa del canto, la segoviana Aida Jimeno, que actualmente desarrolla sus estudios musicales en Londres.

coro de las ‘angelitas’. La Escolanía, por la que han pasado centenares de niños y niñas desde su creación, en 1996, tiene un marcado acento femenino. «Es el coro de las angelitas, son niñas en su mayoría», afirma su directora, que desvela que en la lista de incorporaciones «de 15 nuevos tan solo había un varón». «Siempre ha sido así —añade—, pues de medio centenar de integrantes, tan solo 8 ó 9 han sido niños».

Para ingresar en la coral, no es necesario atesorar un talento y cualidades excepcionales. La directora realiza una pequeña prueba para comprobar las aptitudes vocales del aspirante y para testar, sobre todo, que «no haya ninguna enfermedad vocal, algún tipo de nódulo en las cuerdas o afonía, problemas que, por desgracia, tienen muchos niños, porque chillan y hablan mucho». En este caso, bastaría con curar la dolencia y después volver a formalizar la petición de ingreso.

«Compruebo que tengan un poco de oído musical, aunque no se exige ningún conocimiento del lenguaje musical o aptitudes para el canto. Lo importante es que al niño le guste cantar y tenga disponibilidad de horario para asistir a las clases», precisa Martín. Las clases se realizan dos días a la semana —lunes o martes, a elegir, y todos los viernes— en el centro cultural de San José; unas clases de canto que se intensifican con los ensayos para los conciertos que protagoniza la coral.

María Luisa Martín admite que «quizá» muchos segovianos no son aún conscientes de la calidad y riqueza de la Escolanía de Segovia. «Los conciertos se llenan de público, aunque, es verdad, —confiesa— que me comenta gente que nunca había oído hablar de nuestra coral, pese a llevar tanto tiempo. El público que acude a ver a los niños disfruta enormemente. Quizá sea necesaria una labor de difusión mayor de la que estamos ahora realizando».