La ministra de Economía, Nadia Calviño, ratificó ayer la intención del Gobierno de subir los impuestos para recaudar más y fortalecer el Estado del bienestar, pero advirtió que si el Gobierno no logra aprobar el nuevo objetivo de déficit del 1,8 por ciento del PIB -frente al actual 1,3 por ciento- el aumento impositivo que finalmente se aprobará «será mayor». Además, la ministra reconoció que hay síntomas de desaceleración en la economía española, pero que aún así será «robusto» este año. En todo caso, aseguró que si hubiera que revisar la previsión de crecimiento «tampoco sería un drama». 

La socialista defendió la subida de impuestos que planea el Gobierno y que, argumentó, en el caso del IRPF no afectará a la clase trabajadora ni a la clase media. El objetivo de incrementar la presión fiscal es el de recaudar más para destinarlo al gasto social y fortalecer el Estado de Bienestar respetando el cumplimiento del déficit. A su juicio, bajarlos iría en contra de la «disciplina fiscal» que reclama la UE. 

La intención del Gabinete, explicó, es aumentar el gasto público y la inversión recaudando más y no endeudando más al país. A su juicio, eso no puede pasar por reducir el ratio de ingresos públicos sobre el PIB que, aseguró, en España es un 8 por ciento menor a la media de la zona comunitaria. Al contrario, hace falta recaudar más y la solución no es apelar a la «famosa» curva de Laffer, según la cual a partir de un cierto nivel de impuestos, subirlos provoca una menor recaudación. A su juicio, no se puede confiar en «recetas mágicas» como esa, ya que la práctica dice que en 2015 la rebaja del IRPF se tradujo en un descenso de la recaudación de 12.000 millones. Según su criterio es mejor «volver a lo básico», es decir, a aceptar que una subida de impuestos aumenta la recaudación y una bajada la reduce.