La Diada más reivindicativa 'pincha'

SPC
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A pesar de que también se protestó por los presos y el artículo 155, el número de manifestantes se mantiene

Cientos de miles de personas marcharon ayer en Barcelona en la Diada para pedir la libertad de los políticos presos y reclamar la independencia. Como siempre, hubo guerra de cifras. Mientras la SCC la fijó en 200.000 manifestantes, la Guardia Urbana la estimó, como en 2017, en un millón. De este modo, quedó claro que, a pesar de ser la marcha más reivindicativa, tras una DUI, líderes secesionistas presos y el artículo 155, se había tocado techo en la calle. 

Convocados por las entidades soberanistas ANC y Òmnium -cuyos líderes están en la cárcel- con el lema Hagamos la República catalana, se llenó la Avenida Diagonal con banderas, carteles y camisetas reivindicativas. 

«¡Libertad!» e «¡Independencia!» fueron los lemas más cantados en un ambiente familiar y festivo, que incluyó también música, columnas de tractores y las torres humanas de los castells a lo largo de la vía de seis kilómetros. Los organizadores habían temido que hubiera huecos en varios tramos, convocando la semana pasada a chinos, latinos y manteros para llenarlos.

Al igual que en las ediciones anteriores, el acto contó con una cuidada coreografía que culminó a las 17,14 horas, alusión al 11 de septiembre de 1714, cuando la Ciudad Condal cayó en manos de las tropas borbónicas durante la Guerra de Sucesión Española. 

Tras unos minutos de silencio, a esa hora se lanzó en la cabecera de la marcha un cohete que desató una ola de sonido que fue recorriendo la columna de manifestantes hasta llegar a un muro de paneles alusivos a la situación en Cataluña y lo derribó. 

«La gran ola que avanzará por los tramos pretende representar la fuerza de la gente, que puede superar todos los obstáculos que se encuentre delante de sí, y se irá haciendo cada vez mayor hasta convertir la Diagonal en un clamor ensordecedor», explicó la ANC, que añadió:«Las barreras se van superando y se superarán, y se introducirá el concepto de República catalana, la independencia, como objetivo final». El simbólico muro comenzó a derribarse por un panel que mostraba un rey cabeza abajo, en alusión a Felipe VI. 

Tras esa escenificación, diversas autoridades pronunciaron discursos. «Nadie conseguirá romper nuestra sociedad, queremos república y somos un solo pueblo», dijo el vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, pese a que media Cataluña rechaza la independencia y que la oposición no acudió al acto. 

Lamentablemente para los independentistas, horas antes, recibieron un gran jarro de agua helada por parte de Europa, que es su objeto de deseo desde que arrancó el procés. Y es que el secretario general del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, apeló al pleno respeto del orden constitucional para buscar una solución a la crisis en Cataluña, al tiempo que advirtió que los casos en los que en Europa no se ha respetado la Ley Fundamental de un país, el resultado ha sido el «desastre».