Música celestial

A. M.
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El Cabildo de la Catedral de Segovia aborda la restauración del órgano del Evangelio, el más importante de José de Echevarría, del siglo XVIII

El órgano del Evangelio de la Catedral de Segovia, concebido como una de las obras cumbres de José de Echevarría, del siglo XVIII, el mayor de los conservados de esta familia de organeros, se mantendrá dos años entre andamios, hasta que vuelva a sonar con la solemnidad que le caracteriza, hacia marzo de 2020, mientras se le somete a unos trabajos de restauración que le prolongarán la vida otros 250 años más, por un equipo de nueve personas que dirige Joaquín Lois Cabello.

Este instrumento, característico del estilo de órgano barroco español,  que consta de tres teclados manuales, ha estado siempre en uso, aunque había sufrido reformas en 1892 y en 1950, que habían desvirtuado levemente su concepción de origen.  Con un mueble de estilo barroco tardío, el presupuesto total de los trabajos se sitúa en 572.330 euros, financiados íntegramente por el Cabildo Catedral de los ingresos procedentes de las entradas de la visita cultural.

El organero Joaquín Lois  –que, de niño, encaminó su profesión tras escuchar la interpretación del órgano que ahora repara a quien fue canónigo organista Celso Sastre– habla del proyecto como de un «trabajo en profundidad» que contempla desmontar el instrumento en su totalidad, a excepción del mueble que se restaura en su posición, y llevar a cabo un tratamiento en el resto de los elementos con la finalidad de recuperar la armonización y el estilo fónico. 

Algunas cifras pueden dar idea de la dimensión de la pieza que cuenta con el mueble, que le da su aspecto exterior y su integración en la arquitectura de la catedral, y la parte mecánica, que sirve para que el organista maneje lo más importante, la tubería que emite el sonido. Tiene 2.750 tubos y un  sistema de canalización de aire de entre dos a tres kilómetros de longitud si se pusiera en línea recta, ya que es muy difícil de calcular con exactitud.

La caja, que alcanza los 19 metros de altura, fue encargada al ensamblador y tallista madrileño Juan Maurat y, seis meses más tarde, el 23 de junio de 1770, Santiago Casado, el mismo que doró la caja del órgano de la Epístola, presenta las condiciones para su decoración. Ambos trabajos fueron terminados en 1771 y, en 1773, José de Echevarría entrega el órgano al Cabildo y se le abonan los últimos pagos pendientes. Luego está el órgano de la epístola, construido por la misma familia, en 1702 y un realejo que seguramente es de la misma escuela, más próximo al del Evangelio que al de la Epístola. 

Para Lois, estrechamente vinculado a Segovia, aunque su taller de organería lo tiene en Tordesillas (Valladolid),  es  «muy emotivo» trabajar en este proyecto,  de similar envergadura al que han llevado a cabo en la Catedral de Salamanca, de Pedro Echevarría, padre de José.  De ahí que este organero subraye que su vinculación con Segovia, con la Catedral y con estos órganos «es muy fuerte».

No obstante, aclara que todos los trabajos son emocionantes sean grandes o pequeños,  cada uno tiene su interés: «Ponemos el alma en todos ellos, hemos hecho más de 80 obras, es muy difícil decir, es como un hijo, a cuál quieres más». matiza. Si la música de órgano es un acompañamiento natural a la configuración de templos y catedrales, Joaquín Lois lamenta que, «por desgracia no es frecuente entrar en una iglesia y escuchar el órgano, pero es una parte fundamental de su arquitectura».

Los trabajos de un nuevo órgano para el lado del Evangelio, dentro del coro,  se iniciaron en 1769 gracias a la donación hecha por el obispo de Segovia, Juan José Martínez y Escalzo. El Cabildo Catedral recurrió a Pedro Manuel de Echevarrría, aunque en la práctica fue su hijo, José de Echevarría, quien realizó la construcción del órgano por 20.000 ducados.  

Lois garantiza que de esta gran obra del barroco «vuelvan a salir las notas musicales, está el lapsus de la restauración, pero se escuchará en breve y para muchísimos años”.