Según ha reconocido el párroco, Alfonso Águeda, había unos sumideros en mal estado y que no habían sido limpiados, por lo que el agua no ha podido seguir su curso, provocando inundaciones. La rápida actuación ha evitado males mayores, en un templo que ha sido noticia esta semana por el enfrentamiento entre Obispado y Ayuntamiento por la titularidad del mismo, y que parece que acabará en el juzgado tras la demanda interpuesta por los primeros.