Es el apodo que le ha puesto de broma su madre. «Hay otro chico al que le llaman 'El guepardín de Ávila', así que dije: 'Pues él, 'El cochinillo veloz'», se ríe Olga Rubio, la madre de Hugo Herranz, que se ha proclamado campeón de Castilla y León de motocross en 85 centímetros cúbicos por segundo año consecutivo. A sus 12 años, acumula también otros dos títulos regionales en 50 centímetros cúbicos y dos convocatorias para la competición de motocross por autonomías.
La velocidad la lleva en las venas. Su padre, Tito Herranz, es un gran aficionado al motocross y llegó a competir en categorías de aficionados, y él ya tenía una moto con ruedines a los tres años. «La sigo teniendo», cuenta a pesar de su timidez. La misma que desaparece cuando entra en la pista. Allí disfruta con los saltos, característicos de esta modalidad de los deportes de motor. «También me gusta la velocidad. Al principio me costaba adelantar, pero he mejorado», continúa.
Hugo va quemando todas las etapas. Al tiempo que se ha proclamado campeón de Castilla y León, ha comenzado a participar en el campeonato nacional, en el que todavía le queda por disputar una prueba en La Bañeza (León). Está a punto de poner el punto y final a una temporada que ha vuelto a poner a prueba su capacidad de superación y la de sus padres. Casi todos los miércoles se desplazan al circuito madrileño Villacross para que pueda entrenar junto al equipo MX Specialized y los fines de semana les suele tocar coger de nuevo la furgoneta para ir a las competiciones o al circuito Pamwi de El Espinar, donde también se ejercita.
El cochinillo veloz«Al circuito de La Piedad solo vamos si ha llovido. Si no, no porque ahora mismo no tiene mucho mantenimiento y si está seco, puedes patinar y caerte», explica este chaval segoviano, al que le ha sobrado una carrera para conquistar el título regional. Lo ha conseguido casi al mismo tiempo que el gallego Jorge Prado ha hecho historia al convertirse en campeón del Mundial de motocross. Este se marchó junto a su familia cuando tenía 11 años a un pueblo de Bélgica, donde el motocross es algo más que un deporte, y con 22 ha tocado el cielo de la mano del gigante Red Bull.
Hugo sueña con llegar al profesionalismo, pero de momento no tiene patrocinadores. «Es un deporte carísimo. Están los viajes, el mantenimiento de la moto, las inscripciones en las competiciones», apunta su madre, quien agradece que su hija pequeña, Adela, haya elegido aficiones más tranquilas y menos costosas. La designación de Talavera de la Reina como sede del motocross de las autonomías también les ha dado un respiro, aunque son felices viendo disfrutar a Hugo.
Estudiante de primero de la ESO en el instituto Andrés Laguna, pronto empezará a prepararse para la próxima temporada, que arrancará a principios de 2024. De nuevo correrá en 85 centímetros cúbicos, la categoría en la que exige la normativa que tiene que estar hasta que cumpla los 14 años. La siguiente son los 125 centímetros cúbicos y en el horizonte vislumbra los 450 centímetros cúbicos, el reino del campeón Jorge Prado.
«Me gustaría ser un día profesional del motocross. Si no, todavía no he pensado de qué quiero trabajar de mayor», confiesa. Se define como un piloto estratégico y cerebral. «Hay que tener cabeza, mantener el equilibrio, calcular muy bien los saltos, buscar las mejores trazadas e ir rápido, pero lo más importante es entrenar y disfrutar», añade. El duodécimo puesto que logró en la prueba del Nacional celebrada en Valverde del Camino (Huelva) lo tiene guardado como su actuación favorita hasta el momento.
«Lo que tiene Hugo es que es un martillo. Clava las vueltas en tiempo», destaca su madre, quien también hace hincapié en cómo crece la competencia en las citas nacionales a las que acuden: «El año pasado en el Motocross de las Autonomías, los tres representantes de Castilla y León en 85 centímetros cúbicos -entre ellos Hugo- eran los más pequeños». Con el número 911 en su moto, Hugo se preocupa también cada vez más del apartado mecánico junto a su padre, con el que también ha llegado a correr hasta que lo tuvo que dejar por problemas en la espalda.
Las lesiones han impedido participar en alguna carrera este año a Hugo, quien reconoce que el miedo forma parte de su afición por el motocross: «Cuando haces un salto ciego, es decir, cuando haces un salto y no ves lo que te vas a encontrar debajo, me da miedo que pueda haber un rival que se haya caído y pueda caer yo también encima de él». La gestión de esas inquietudes ha sido clave en su éxito en el campeonato de Castilla y León, al que ha vuelto a poner su nombre después de haber sido el más regular del calendario. Este ha constado de siete carreras, de las que ya se han disputado seis. «Cuando todos los pilotos vamos muy juntos sí que me pongo algo nervioso», remacha el pequeño Hugo.