Menú de la desesperación (II)

Sergio Arribas
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El cierre de la hostelería ordenado por la Junta de Castilla y León se prolonga hasta, al menos, el 3 de diciembre. El Día de Segovia recoge los testimonios de algunos de los empresarios de hostelería segovianos que han tenido que bajar la persiana.

Emiliano Muñoz, propietario de Restaurante California. - Foto: Rosa Blanco

Desde el 6 de noviembre bares y restaurantes están obligados al cierre. El pasado jueves la Junta de Castilla y León prolongó la medida, del cierre total de la hostelería hasta el 3 de diciembre. A continuación, algunos de los testimonios recogidos en el reportaje que El Día de Segovia ha publicado en su edición papel.

Emiliano Muñoz. Restaurante California. Barrio de San Millán. «Creo que más del 30% no podrá volver a abrir». Antes de la pandemia, no era fácil reservar en Restaurante California, en la plaza del doctor Gila, en San Millán. Las dificultades residían en que es un establecimiento de pequeña capacidad (aforo de 40 personas) con una gran demanda, gracias a las excelentes críticas de sus clientes, segovianos y foráneos, que le colocaban en el ‘Top 10’ de los mejores restaurantes de Segovia en la plataforma TrypAdvisor. Para coger mesa entre semana había que reservar con 15 días de antelación, que llegaba a mes y medio si se trataba de fin de semana o festivo, recuerda Emiliano Muñoz, chef y uno de los propietarios del restaurante que fundó su padre en 1991, justo enfrente del bar, también denominado California, abierto en 1975 y que ahora gestiona su hermano Luis.

«La situación está complicada», afirma Emiliano, que precisa cómo, ya desde la desescalada tras el primer confinamiento domiciliario, la hostelería ya había sido víctima del «miedo y responsabilidad» de muchos segovianos que optaron por reducir su vida social y no acudir a los restaurantes; una situación agravada por la ausencia del turismo. «Cuando se limitó el aforo y te limitaban al 75 ó 50%, mi capacidad en el restaurante, tomando todas las medidas de seguridad, era realmente del 30%, es decir, unos 13 clientes y aún así, por ese miedo que nos acompaña, hemos estado bajo mínimos muchos días». En los últimos meses , el ‘stock’ de productos perecederos almacenados se redujo al mínimo «en previsión de que nos obligarán al cierre total, como ha ocurrido, o por un nuevo confinamiento», afirma Emiliano que sostiene que aunque el bar y el restaurante sigan cerrados «siguen cayendo facturas, de luz y gas, además de los impuestos». «Calculaban que el 30% de los negocios iban a cerrar en Segovia, pero yo creo que serán más».

Antonio Cristóbal, propietario de Restaurante Cristóbal, en Sepúlveda.Antonio Cristóbal, propietario de Restaurante Cristóbal, en Sepúlveda. - Foto: D.S.

Antonio Cristóbal. Restaurante Cristóbal. Sepúlveda.«Si cerrasen Madrid, de nada serviría abrir aquí. Sería hasta perjudicial». Es el capitán de un barco que navega desde 1972. Antonio Cristóbal está al frente de uno de los restaurantes señeros de Sepúlveda, Restaurante Cristóbal. «En el sector tenemos claro que lo más importante es la salud, por eso me duele que se piense que los hosteleros anteponemos el tema económico a la salud, porque no es así, en ningún caso (…) Aunque no dudo de que las medidas se adoptan con buena intención, creo que tendríamos que haber sido mejor tratados, porque la hostelería ha cumplido con todo lo que nos han mandado», añade Antonio.

El hostelero segoviano cree que podrían haberse adoptado medidas alternativas a la clausura total de la hostelería en Castilla y León; como, por ejemplo, aplicar el cierre perimetral solo a aquellas provincias de la región con peor evolución de la epidemia, «pero no impedir al resto abrir, para poder paliar un poco la situación», aunque «siempre —matiza— que Madrid esté abierto».

En su calidad de hostelero de Sepúlveda, un polo de atracción gastronómica para miles de madrileños  por sus afamados asados, Antonio opina que «de nada serviría abrir Castilla y León si La Comunidad de Madrid no está también abierta y no podemos recibirles. Incluso  —recalca— sería perjudicial para nosotros que nos dejaran abrir si no tenemos clientes» explica el hostelero. «Si no abre la Puerta de Alcalá de nada sirve que estemos abiertos», reitera el hostelero, que precisa cómo la actividad del restaurante se ha desplomado con la pandemia a un 20% de actividad, en comparación con el año pasado.

Javier García regenta Vogue, Mandala y Las Tres BBBJavier García regenta Vogue, Mandala y Las Tres BBB - Foto: D.S.

 «En pueblos como Sepúlveda, con poca población, los negocios dependen todos los fines de semana de Madrid y de la climatología, y ahora también de la COVID», comenta Antonio, que, según confiesa, «llevo mucho tiempo tomando infusiones para poder dormir. No cabe duda de que esto es muy gordo» aunque «estoy convencido de que vamos a salir de ésta».

El propietario de Restaurante Cristóbal cree que unos puentes de Los Santos y La Almudena sin restricciones de movilidad «nos hubieran salvado el año»; mientras confía en  «poder trabajar» en el de la Constitución, «con todas las medidas que sean oportunas».

Javier García Olmos Cervecería Vogue, Restaurante Las Tres BBB y discoteca Mandala. «Duele dejarte la piel, hacer bien las cosas  y que ahora pase esto». El empresario Javier García Olmos regenta tres negocios hosteleros en la capital: Cervecería Vogue, la discoteca Mandala y, desde mayo, el bar-restaurante Las Tres BBB. «El sector vive un momento crítico. Hay compañeros  que vivían al día, que ahora han tenido que bajar la persiana y que, por desgracia, no van a poder abrir nunca. Pienso en esos hosteleros ya con una edad, con más de 60 años, con ese bar pequeñito. ¿Qué va a hacer esa gente?», lamenta Javier. En su caso, según dice, «hemos podido hacer un colchón para soportar todo esto, pero los colchones —dice— se van desinflando y sin ayudas ni respuestas de nadie, es muy difícil mantener todo. A nivel personal duele mucho hacer bien las cosas durante muchos años, dejarse la piel por nuestros negocios y nuestros clientes y que ahora pase esto...». 

Propietarios de Restaurante El Zaguán, en Turégano.Propietarios de Restaurante El Zaguán, en Turégano. - Foto: D.S.

Explica que, al carecer de ingresos, los negocios hosteleros han tenido que paralizar los pagos «y eso genera una bola de nieve cada vez más grande que, cuando todo arranque, muchos no van a poder mantener los negocios abiertos y a otros les va a costar mucho ponerse al día».

Con 17 empleados en sus tres negocios, ahora todos en ERTE, Javier hace hincapié, por otra parte, en que «han destrozado» a los establecimientos de ocio nocturno. «Al cerrar estos locales, han provocado el efecto contrario, porque han provocado las reuniones y fiestas en las casas y chalés.. Parece que el ocio nocturno es el culpable de todo y es algo muy injusto, además de que no han tenido en cuenta que muchas familias viven de ello, como por ejemplo los proveedores».

Begoña Domingo Izquierdo. Restaurante El Zaguán. Turégano. «Nos ves con tristeza. Son muchas familias las que dependen del negocio». Desde que Restaurante El Zaguán, en Turégano, fue obligado a cerrar sus puertas, una de sus propietarias, Begoña Domingo, confiesa que ha perdido la alegría. «No puedes dormir, intentas hacerlo bien, pero nos ves con tristeza, llevas la pena metida en el cuerpo», comenta Begoña, que precisa cómo estos días la actividad del negocio se limita a preparar, de forma puntual, comida para recoger, previo encargo; y a atender a las cuatro habitaciones ocupadas del hotel El Zaguán —el negocio asociado al restaurante— por trabajadores de la zona y que proceden de Valencia o el País Vasco. Son solo 4 ocupadas de 14 habitaciones; mientras el segundo hotel, El Zaguán II, con otros 17 alojamientos, permanece cerrado. «Estamos prácticamente parados y aún así los gastos corren, de luz, calefacción, impuestos…», comenta Begoña, que incide en que en su día el negocio realizó una  inversión «enorme» en medidas de seguridad e higiene «para después cerrarnos de la noche a la mañana».

Cordero asado, cochinillo o bacalao al ajo arriero eran algunos de los platos de la carta de ‘El Zaguán’, además de un menú del día a 12 euros «sin competencia», con los que el establecimiento se había ganado una buena cartera de clientes.  «Solo queremos trabajar y necesitamos  ayudas», añade la hostelera, que precisa que son «muchas familias» las que dependen del establecimiento, tanto en empleos directos —cuatro autónomos y cinco empleados fijos, más los ‘extras’ de fin de semana— como de forma indirecta. «Llevamos trabajando en el sector 35 años y son muchas familias las que dependen de este negocio. Afecta a todo el pueblo, desde pescaderos o carniceros hasta el que nos suministra el pan. Y no solo son los grandes proveedores. Tenemos el ejemplo de un chaval que abrió una empresa de huevos camperos. Se preguntaba el otro día que qué hacía con las gallinas ahora con los restaurantes cerrados. Es una pena». 

Begoña es partidaria de que el cierre se hubiera producido en función de la situación epidemiológica de cada provincia. «Igual que en marzo Segovia estaba muy mal y nos cerraron los primeros, si ahora la situación está mucho mejor que en otras zonas de Castilla y León, pues deberian habernos dejado trabajar», afirma la propietaria, que se mueve entre la incertidumbre, la rabia y la impotencia.