Periodismo de infiltrados

A.M.
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De la mano del periodista Carlos Álvaro, 'La uÑa RoTa' rescata una serie de artículos del segoviano Ignacio Carral sobre los bajos fondos de Madrid, en 1931, tras hacerse pasar como mendigo y maleante

Ignacio Carral, a la derecha, junto al dibujante Francisco Rivero Gil

l periodista Ignacio Carral de la Torre (Segovia, 1897-Madrid, 1935), acompañado del dibujante y caricaturista cántabro Francisco Rivero Gil, que estuvo destinado en el Catastro segoviano como delineante, en 1918, permaneciendo poco tiempo al obtener una permuta que le permitió trasladarse a Sevilla, fue uno de los pioneros del llamado periodismo de inmersión o de infiltrado, viviendo un mes entre mendigos y ladrones en los suburbios de Madrid, traslando la experiencia a ocho artículos que se publicaron en la revista  gráfica y literaria 'Estampa', a partir del 21 de enero de 1930, bajo el título de 'Los otros'.    

Ahora, de la mano del periodista Carlos Álvaro Gómez (Segovia, 1972),  la editorial 'La uÑa RoTa' rescata íntegramente en forma de libro este viaje a lo desconocido que Carral narra de manera ágil y contundente, décadas anteriores a que el estadounidense Hunter S. Thompson se inventara y fuera icono del llamado periodismo 'gonzo', subgénero del nuevo periodismo, incluso mucho antes de que este tipo de periodismo fuera marca de la casa de la revista 'Rolling Stone'.  

Carlos Álvaro llegó a Carral, cuando trabajaba en la biografía del escritor José Rodao, suegro de este reportero de principios del siglo XX, ya que estaba casado con su hija Adela, con quien había contraído matrimonio en 1926, bajo el padrinazgo del pintor Ignacio Zuloaga.  Le despertó interés como periodista, incluso barajó la idea de hacer una biografía, que aún no descarta porque cuenta con buena cantidad de información. Tras una conversación con el responsable de la editorial, Carlos Rod, decidieron reeditar 'Los otros',  que será presentado en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, el 10 de diciembre, a las ocho de la tarde.  

Una de las ilustraciones de la publicaciónUna de las ilustraciones de la publicaciónSegún el coordinador de la edición, que considera muy cuidada, manejable y legible. haciendo honor a lo que fue el trabajo de Carral, se trata de la inmersión del periodista de 'Estampa' en la realidad de la calle al lado de pobres, desfavorecidos, protagonistas del ambiente del submundo en Madrid. 

Para Carlos Álvaro, Carral «hace un periodismo de infiltración, que se pone de moda posteriormente, anticipándose a corrientes informativas  que llegarían en los años sesenta y setenta; estos ocho reportajes tienen un poco de todo eso, en la manera de narrarlo, priorizar sus sensaciones y emociones, porque está escrito como si fuera una novela».  Son ocho historias de toda la experiencia vivida, a modo de relato en ocho entregas, que se van publicado semanalmente, hasta el 11 de marzo de 1930, comenzando por la titulada «Cómo me hice hampón».  

 Sin duda fue una apuesta  de la revista de la que era director y propietario Luis Montiel que, el mismo día que veía la luz la primera entrega, abría la portada con una gran fotografía de Carral con el texto:«El redactor de 'Estampa' que ha vivido un mes entre mendigos y ladrones... He aquí a Ignacio Carral, el compañero nuestro que para hacer unas informaciones de los bajos fondos madrileños ha vivido durante un mes entre los rateros, los mendigos, los miserables, vagando por los suburbios, alimentándose de mendrugos, durmiendo en los quicios de las puertas y bajo los arcos de los puentes».   

Portada de la revista 'Estampa' el día de publicación del primero de los ocho capítulos de 'Los otros'Portada de la revista 'Estampa' el día de publicación del primero de los ocho capítulos de 'Los otros'Carlos Álvaro imagina que en el mes de infiltrados, Carral y Rivero realizarían alguna parada, después de haberse disfrazado de hampones con ropas que consiguieron en un trapero de 'El Rastro', el primer paso para iniciar su descenso a la miseria, algo incierto y peligroso, viviendo situaciones al límite y bordeando la línea roja de la deontología. Incluso estuvieron a punto de participar en un atraco, pero lo rechazaron, como tampoco aceptaban comida que sabían que era robada. 

Pasaron hambre, sueño, se mimetizaron con las gentes desfavorecidas, dejando sus comodidades pequeño burguesas, para vivir en escenarios como estercoleros, comedores de caridad, camas de asilos, los arcos del puente de Toledo, junto al Manzanares, o la pared de una tahona en la que descansaban en las noches de frío, porque desprendía calor. Todo en un entorno de barrios marginales integrados actualmente en la capital madrileña, desde la calle Ribera de Curtidores a  Arganzuela o Lavapiés, entonces el extrarradio.

Tras rescatar y revisar los textos,  donde en cierto modo Carral y Rivero terminan protagonizando la historia, Carlos Álvaro los adaptó a la norma ortográfica actual, para que se leyeran lo mejor posible, y luego escribió el prólogo en el que se da a conocer la figura de Carral, muy desconocida a nivel nacional, aunque no en Segovia, pese a que este periodista considera que se le debería haber seguido más. 

Además de datos biográficos de Carral, Álvaro también aporta los de Rivero Gil, «que tiene una vida de novela», en su opinión, «porque conoció la Guerra Civil, emigró a América, acabó sus días en México, en 1972, después de una experiencia en la Guerra de Marruecos; tenía una vida más vivida que el propio Carral, que murió muy joven, en 1935, de una angina de pecho, antes de la Guerra Civil», matiza.

Según quien ha editado 'Los otros', Carral cultivó todos los géneros periodísticos, siempre muy bien escritos, debido a su formación literaria «que era su gran pasión, eso se nota en las ocho piezas que son magníficas de calidad periodística y literaria», subraya.

Carlos Álvaro, en conversación con este periódico,  no ha querido dejar pasar el compromiso político de Ignacio Carral con la causa republicana, años antes de suproclamación. Después de no aprobar el ingreso para realizar la ingeniería de Montes, regresó a Segovia, donde su padre era funcionario de la Diputación Provincial, y se inició en el periodismo local al tiempo que trabó amistad y afinidad literaria e intelectual con la tertulia segoviana de Fernando Arranz, Antonio Machado, Blas Zambrano, Mariano Quintanilla o Julián María Otero. 

Afiliado a Alianza Republicana e Izquierda Republicana, Carral era Azañista, segúnCarlos Álvaro, quien también destaca del periodista muchos artículos políticos, teniendo en cuenta que cubrió las sesiones delas Cortes constituyentes de 1931. «Dejó piezas políticas muy interesantes; aparte de los reportajes de 'Estampa', luego tuvo otra experiencia, en 1934, que se fue por el medio rural, lo que hoy llamamos 'España vaciada',  convirtiéndose en viajero, en una serie que se titulaba 'Soy un vagabundo'», asegura Álvaro a la vez que considera a este escritor como uno de l os periodistas de una escuela de la que formaron parte Josefina Carabias, Magda Donato o Carles Sentis, que hicieron en los primeros años treinta lo que se llamaban 'reportajes vividos'.