Palabra luminosa para iluminar la caverna

M.Galindo
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Pedro Álvarez de Frutos escarba en la poesía de Jaime Gil de Biedma para encontrar una visión lúcida y crítica sobre una contienda que vivió desde su atalaya de artista comprometido

Pedro Álvarez de Frutos - Foto: DS

Media España ocupaba España entera/con la vulgaridad, con el desprecio/total de que es capaz frente al vencido/un intratable pueblo de cabreros». Los versos del poema 'Años triunfales' que Jaime Gil de Biedma incluyó en su poemario 'Moralidades' (1966) sirven de corolario a la posición de uno de los autores más destacados de la «poesía social» en la que siempre aportó su visión crítica y descarnada sobre la realidad que vivió en los años más duros de la dictadura de Franco. Ente sus poemas, Gil de Biedma siempre quiso aludir a la realidad de una sociedad en la que pocas veces se sintió cómodo tanto intelectual como humanamente, con los que trazó una particular visión tanto de la Guerra Civil como de su más inmediata y duradera consecuencia que fue el franquismo.

Esta parte poco conocida de la fecunda obra del poeta catalán, cuyas raíces segovianas arraigan en Nava de la Asunción, localidad en la que vivió durante largas temporadas en varias etapas de su vida, es en la que ha abundado el escritor segoviano Pedro Álvarez de Frutos en el libro 'El burgués que salió de la caverna. La Guerra Civil y el franquismo vistos por la poesía de Jaime Gil de Biedma', publicado hace escasas fechas por la editorial segoviana Isla del Náufrago.

La digresión sobre esta parte de la obra del poeta parte del trabajo realizado por el autor en su anterior trabajo 'Las vidas de una vida', un libro a caballo entre la biografía y la historia en la que relata la peripecia vital de su padre, un hombre «que había tenido el buen gusto de no ir a la guerra con los rebeldes, y su discrepancia con don Francisco Franco le llevó a vagar durante diez años por cárceles y campos de concentración y trabajo». Así,  quiso completar el relato de su padre ubicándolo en el contexto histórico de lo que iba pasando en el momento, fijándose en los poetas del momento, entre los que encontró a Jaime Gil de Biedma.

Álvarez de Frutos asegura que el ensayo señala que en su poesía, el autor «no quería hacer sociología del  franquismo ni de la guerra, él es un poeta de la experiencia, que tiene sensaciones, sentimientos y que los expresa bellamente en sus poemas, con una luminosidad que hace que en algunos de sus versos se pueda tener una idea más clara de lo que fue este periodo que leyendo muchos libros».

El análisis de la poesía de Gil de Biedma que realiza Álvarez de Frutos se fundamenta también en la lectura de sus diarios y entrevistas, de las que pudo extraer algunas conclusiones que también se plasman en la obra del poeta. Así, destaca la evolución del autor, así como las «decepciones» que fue fraguando a medida que el franquismo se consolidaba frente a las opiniones de grupos políticos que desde la clandestinidad confiaban en que este régimen tuviera fecha de caducidad.

Su origen burgués fue la cara y la cruz de su peripecia vital, ya que si bien le sirvió para mantener una posición económica acomodada con su trabajo en la Compañía de Tabacos de Filipinas de su padre  -donde llegó a ser un ejecutivo «eficaz», según Pedro Álvarez - también le granjeó suspicacias y recelos entre los sectores progresistas y antifranquistas en los que se movía.

Así, el autor señala que el hecho de no ser admitido en el Partido Comunista le provocó un «gran desencanto», y aunque visitó la tumba del fundador del PSOE Pablo Iglesias y viajó a Coullure para homenajear a Antonio Machado, coincidió con el poeta de 'eCampos de Castilla'f en renegar del marxismo.

También en su poemario habla del exilio, merced a sus contactos con intelectuales como Jiménez Frau o María Zambrano, cuya experiencia le sirvió también para escribir sobre este tema, y  Álvarez de Frutos destaca también sus análisis económicos en los que «se equivocó muy poco» sobre la evolución del modelo autárquico que proponía el franquismo.

En su narrativa poética, Gil de Biedma analiza la realidad introduciendo elementos posiblemente fabulados o recreados basándose en la experiencia acumulada por testimonios y relatos oídos o recordados.  En este sentido, Álvarez de Frutos precisa de que a través de estos testimonios «la gente de su generación empezaba a darse cuenta de que nos estaban engañando con la historia, pero todavía no era capaz de construir otro relato».

Con el libro, Álvarez de Frutos no pretende abrir líneas de investigación abiertas ya en otros trabajos, sino aportar una visión que pasa por un punto muy concreto de la trayectoria vital del poeta que da nombre a dos prestigiosos premios literarios en la provincia.