El revuelto mapa territorial

Pilar Cernuda
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Las formaciones políticas ya contemplan en el horizonte cercano la hora de los cambios en sus direcciones regionales

El revuelto mapa territorial - Foto: Tarekmj

Varios dirigentes regionales notan ya que se les empieza a mover el suelo, vislumbran cambios en el mapa territorial. Unos llegarán con las elecciones municipales y autonómicas de 2023, pero en otros casos se producirán cambios con anterioridad, y a candidatos que se consideraban seguros les llegará la hora del relevo. El que interesa ahora mismo es el gallego. Feijóo deja la Xunta en pocas semanas para dedicarse de lleno a la dirigir el PP, y aunque todavía no se sabe quién puede ser el sucesor, sí hay un principio de acuerdo en que el nombre salga de un congreso. Y es más que probable que de ese cónclave salga elegido presidente del partido el actual vicepresidente Alfonso Rueda, mano derecha del ahora líder popular desde hace años.

No es ningún secreto que es el nombre que prefiere Feijóo aunque no lo ha reconocido públicamente, pero sí lo ha hecho José Manuel Baltar, el dirigente de Orense que habitualmente intenta imponer su impronta a los demás. Las cábalas se centran ahora en el futuro vicepresidente, que podría ser Diego Calvo, presidente del PP de La Coruña y ascendido por Feijóo a la dirección nacional como presidente del Comité Electoral.

No se esperan cambios en Madrid, es difícil que Ayuso sea desbancada en las autonómicas de 2023, mientras que en Andalucía habrá elecciones muy pronto, en octubre a lo más tardar, aunque Juanma Moreno baraja la posibilidad de celebrarlas antes del verano. Los sondeos le dan como seguro ganador, y la incógnita está en saber si podrá gobernar en solitario o «en compañía de otros», que solo podría ser Vox. Moreno ya gobierna con el apoyo externo de Vox -y en coalición con Ciudadanos-, pero después del paso dado en Castilla y León, Santiago Abascal quiere que a partir de ahora los apoyos sean a través de gobiernos de coalición. 

Mañueco ha recibido no pocas críticas por ser el primer presidente en abrir la puerta a los derechistas.

La sensación generalizada entre los analistas políticos es que, a no ser que Feijóo consiga a corto plazo recuperar los muchos votos perdidos que se han ido a Vox, el partido de Abascal necesariamente va a formar parte de Gobiernos regionales en el futuro, porque para el PP será difícil alcanzar mayorías absolutas y con la práctica desaparición de Ciudadanos no tiene muchas más posibilidades de gobernar si no es con Vox. El objetivo número uno de Feijóo es reconquistar a los antiguos votantes de su partido.

El nuevo presidente del PP no ha enseñado sus cartas, pero por los escasos movimientos que ha hecho hasta ahora se adivina que tiene en mente algunos cambios de candidaturas autonómicas, que siempre tendrán que estar avalados por los congresos regionales. Hay uno importante, con el que ha enmendado la plana a Casado y Egea, que tenían ya repuesto para Monago como candidato para Extremadura. Hoy forma parte del equipo de dirección del nuevo PP, y se cree que Feijóo quiere que vuelva a optar al Gobierno autonómico. También se rumorea que Francisco Núñez, presidente del PP castellano-manchego y candidato al Ejecutivo, podría ser relevado por Carmen Navarro, de Albacete, promovida a la dirección nacional como vicesecretaria general de Asuntos Sociales. Tanto Fernández Vara como Emiliano García Page tendrían entonces nuevos contrincantes y de más proyección nacional.

Acercamientos

En Valencia, el presidente Ximo Puig no atraviesa su mejor momento. La justicia investiga a su hermano por unas subvenciones presumiblemente ilegales, y en la misma causa se investiga también a un hijo del propio presidente. Sin embargo lo más espinoso para Puig está en su vicepresidenta Mónica Oltra, de Compromís, enredada en un asunto de abusos sexuales a menores en el que está implicado su exmarido. 

El PP presenta a un hombre que llegó de la mano de García Egea, Carlos Mazón, un relevo polémico porque presionaron de mala manera a la anterior presidenta, Isabel Bonig, que acabó presentando su renuncia. Mazón se ha pasado con armas y bagajes al PP de Feijóo. Al igual que ha ocurrido con el presidente de Murcia, Fernando López Miras, el alcalde de Zaragoza Jorge Azcón, hoy presidente del PP aragonés en una operación que tenía como objeto quitar la razón a Ayuso cuando decía que los presidentes del Gobierno regional eran elegidos líderes regionales del partido. 

La reacción de la Génova de entonces fue presentar a dos alcaldes, los de Zaragoza y Santander, como candidatos a las Presidencias regionales del PP. En Santander, como pasó en Extremadura, la llegada de Feijóo fue anterior a la celebración de los congresos, así que no se sabe qué futuro tendrá la alcaldesa Gema Igual, o la líder regional María José Sáenz de Buruaga.

Muchas dudas

En el PSOE, hasta el momento, en esas tres regiones no se han advertido movimientos que indiquen que quieren cambios. En Asturias no se cuestiona a Andrián Barbón, pero en cambio hay marejadilla en Cantabria, en el Ejecutivo de coalición del Partido Regionalista de Cantabria con el PSOE. Los socialistas reconocen su inquietud ante un Miguel Ángel Revilla muy volcado en su promoción personal, más atento a su participación en tertulias periodísticas que a su gestión. 

Hay incógnitas en La Rioja, feudo habitual del PP y donde ahora gobierna el PSOE, con Concha Andreu. Miembros del PP apuntan que Andreu perdería si fuera su adversaria la exalcaldesa y hoy secretaria general del PP, Cuca Gamarra, pero no hay nada decidido. Y aparentemente a Gamarra le interesa más ser hoy la número dos del partido a nivel nacional. 

La fecha de las elecciones catalanas las decidirá Pere Aragonès, al igual que Íñigo Urkullu y Andoni Ortúzar decidirán las vascas. Ortúzar, con el Euskadi Buru Batzar, propondrán el candidato, que puede ser Urkullu si consideran que es la persona más apropiada. En Cataluña se presenta una amalgama de partidos independentistas, la mayoría enfrentados entre ellos, y solo hay un candidato seguro, el socialista Salvador Illa. En Navarra, otra plaza complicada, el PSOE gobierna con Maria Chivite, aunque la coalición Navarra Suma -PP más Ciudadanos más UPN- ganó ampliamente las elecciones. 

 Queda tiempo por delante para tomar decisiones. Un año. En política, una eternidad. Más aún con un profundo cambio en el principal partido de la oposición, y una pandemia, seguida de una guerra.