Editorial

Baño de realismo del Banco de España para el Gobierno de Sánchez

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La pandemia del coronavirus está siendo demoledora para la economía española y ayer el Banco de España añadió una dosis extra de pesimismo sobre las previsiones con las que empezó a trabajar en la pasada primavera. El varapalo que ha supuesto el verano para la gallina de los huevos de oro del turismo aleja de plano las mejores expectativas del supervisor del sistema bancario español que da un volantazo hacia el pesimismo, descartando una rápida recuperación.

La principal conclusión es que el escenario de una salida rápida de la crisis se esfuma, en parte también por los rebrotes que ayer mismo dibujaban la senda del confinamiento en barrios de Madrid para frenar al coronavirus. La recuperación se paraliza y se retrasa hasta 2023 o 2024, el paro seguirá subiendo y el desplome de la economía puede llegar hasta el 12,6 por ciento, según las cuentas del Banco de España. Expresiones como histórico desplome, riesgos relevantes o deterioro en el potencial de crecimiento de la economía se cuelan en el argumentario del organismo que lidera Pablo Hernández de Cos al hablar del futuro de España para la que dibuja un 2021 de recuperación a todas luces insuficiente, a la espera, eso sí, de lo que pueda suponer en bálsamo de fierabrás el programa de ayudas europeas, los 140.000 millones de euros comunitarios, cuyos efectos en la economía española no aparecen reflejados y que podrían ser «potencialmente relevantes» para España. Eso sí, cuando el Gobierno decida qué hacer con ellos, porque el organismo regulador tira de las orejas a Moncloa al recordar que aún no se conocen los detalles precisos en cuanto a la magnitud, el destino y la distribución temporal de los recursos que podrán canalizarse a través del fondo europeo.

Estas previsiones del Banco de España coinciden casi palabra con palabra con las lanzadas apenas un día antes por la Fundación de las Cajas de Ahorros, Funcas, que aventuraba también un empeoramiento de sus previsiones para la economía española, con una contracción que en su caso cifran en hasta el 13 por ciento debido a un comportamiento del turismo peor de lo esperado.

Todas estas cifras ponen en duda el optimismo que hace apenas medio mes lanzaba el Ministerio de Economía, que dibujaba un horizonte, con cautela y prudencia, en el que lo peor de la crisis ya había pasado con una recuperación ya en marcha que se traduciría en un crecimiento del PIB este mismo año, en el tercer trimestre, de más del 10 por ciento. Quizá el Gobierno peque de un cierto grado de optimismo, colocándose en el mejor de los casos en el plano económico que, parece, aún seguirá dejando incertidumbre acerca de una salida a la crisis.