Una de las fotos de cuartos estuvo en la última acción del Países Bajos-Argentina, cuando seis de los 10 jugadores       sudamericanos que esperaban en el mediocampo prefirieron burlarse de los holandeses, derrotados, antes de ir a abrazarse con el 'Dibu' Martínez, que acababa de parar el penalti decisivo.    

Argentina sabe que si quieres ser ganadora, necesita pie duro y regresar el fútbol a los potreros. Como en el 86, Scaloni ha dibujado un equipo aguerrido alrededor de una idea y esa idea se apellida Messi. Bilardo tiene el 'copyright' del invento, solo que su idea se apellidaba Maradona. En la calle es donde se aprende el 75 por ciento de lo que hace a la Albiceleste una selección temible: buscar huecos donde no los hay, ensuciar el juego si el marcador es favorable, resistir la bravuconada con una bravuconada mayor, encararse con el que te saca dos cabezas, ir al suelo con violenta dureza...

Países Bajos (Van Gaal el primero) midió mal el 'juego de la provocación'. Buscaron 'la boca' del rival desde el primer instante, creyendo que un argentino enfurecido es menos eficaz. Error mayúsculo. La historia demostró que la Argentina más combativa es aquella que tiene los ojos inyectados en sangre, la que se siente herida y sufre. Nada hubiese sido igual sin el tanto de Weghorst en el 101, sin la polémica arbitral, las declaraciones cruzadas, el balonazo de Paredes al banquillo 'oranje' o las muchas enganchadas y tanganas que se sucedieron durante todo el partido e incluso en el túnel de vestuarios. 

En 'nuestro' fútbol, Italia es cuatro veces campeona del mundo y dos de Europa porque logró 'italianizar' el juego. Una Argentina callejera siempre será favorita.