Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Sumando miserias

20/01/2021

Con la tercera ola disparada, vamos sumando miserias a pasos agigantados por culpa de una insólita falta de coherencia democrática o, quizá, habría que decir por culpa de la impericia que nos rodea o, peor aún, por el grave déficit de calidad humana.

Quizá me esté haciendo ya muy mayor, que también, pero no alcanzo a comprender algunas posiciones y actitudes que menoscaban cada vez más la credibilidad sobre nuestra dirigencia política. Pero en este estado gaseoso en el que nos movemos desde hace meses cualquier cosa puede suceder, sobre todo si vemos a políticos actuar con vehemente estulticia sin importarles el dramático presente que nos toca vivir.

A veces creo que a no pocos representantes públicos –y miro a todos los lados del arco político- lo de la pandemia les ha venido ni al pelo para labrarse una supuesta imagen de estadista y de salvador patrio. Da vergüenza ajena comprobar que, desde el inicio de este año, los intereses políticos y las miradas cortoplacistas salpican de forma abyecta la memoria de tantas y tantas víctimas del coronavirus. Del ridículo espantoso de los que, como Roger Torrent, aún tienen los santos ‘cullons’ de utilizar las redes sociales para hacer política de boina en tiempos de pandemia, a los que, como Salvador Illa, ya no saben si vienen o van entre las responsabilidades de la gestión pública y las ansias de liderazgo político en Cataluña.

Otra cuestión endémica que se escapa a un mínimo raciocinio es la ruin utilización de la figura de los expertos sanitarios y, especialmente, la del personal del propio sistema de salud público, para adoptar decisiones en función de determinados intereses políticos y de inagotables luchas fratricidas en el seno de las formaciones políticas.

La tercera ola también está siendo para algunos la coartada perfecta para exhibir un discurso propio. Al amparo de la defensa de la salud de los ciudadanos, se llega incluso a sortear la legalidad vigente, como ocurre en Castilla y León.

Así vamos, como decía, de miseria en miseria, hasta que la vacuna genere la inmunidad de grupo. Otra cosa ya será detectar la estupidez, para la que, se sepa, no hay todavía vacuna.