La reconversión láctea

Vidal Maté
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Se alcanzan precios récord, pero también se disparan los costes y la cabaña se reduce, sin olvidar la amenaza en ciernes de la «leche vegana»

La reconversión láctea - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Martí

La leche es uno de los sectores en la actividad agraria que ha tenido en los últimos años unas de las mayores oscilaciones desde la perspectiva de los precios, de los costes, de las producciones, del número de explotaciones y de los propios ganaderos activos. A día de hoy es una de las actividades que ha logrado los mejores niveles de rentabilidad en origen, que se han ido trasladando progresivamente a la distribución hasta superar la barrera del euro por litro. Una cifra igual al precio de un litro de alguna marca de agua, pero que ha sido objetivo de críticas desde el consumidor a la hora de llenar la cesta de la compra.

En la parte positiva del sector se hallan los importantes incrementos de los precios. En la parte negra, las subidas permanentes de los costes de producción, especialmente de los piensos en más de un 45% o de la energía en un 700%; sin olvidar las mayores exigencias en materia medioambiental, de sostenibilidad o bienestar animal en base a la normativa comunitaria que están poniendo contra las cuerdas a las explotaciones ganaderas.

Como en cualquier otra actividad, los precios y la rentabilidad han marcado el comportamiento del sector en los últimos cinco años. Según los datos manejados por la Administración, los precios de la leche en origen en 2018 se situaban en una media de 0,32 euros por litro, cifra que se mantuvo en los tres años siguientes hasta bloquearse en los 0,34 euros en 2021 a pesar de los incrementos que ya se estaban registrando en los costes de producción. En esas circunstancias, el precio del litro de leche se situaba, según los estudios elaborados por la organización de productores Agaprol, en 0,56 euros.

Instaladas las industrias en los precios bajos y ante la falta de respuesta de las empresas elevando los precios, el sector dio la suya con la jubilación de muchos ganaderos de edad avanzada y frenando la entrada de jóvenes en la actividad por falta de rentabilidad. En esta situación, casi todas las industrias tuvieron su responsabilidad, pero muy especialmente la multinacional francesa Lactalis (Puleva, President, Forlasa, Flor de Esgueva, etc…), con una recogida de casi un millón de toneladas y, en consecuencia, una cierta capacidad para liderar el comportamiento de los mercados.

Esta coyuntura dio lugar al desarrollo de nuevos modelos de explotación, más grandes, que se tradujo en una reducción del número de instalaciones, pasando de unas 15.000 en 2018 a las menos de 11.000 en este momento. Ha crecido el número de explotaciones más grandes, aunque por debajo de lo que se considera coloquialmente como macrogranjas, con menos de 800 animales. Pero el efecto más importante fue provocado, sin embargo, por la decisión de los ganaderos de reducir globalmente el número de animales y con ello ajustar la oferta, a pesar de la mejoras de rendimiento por animal debido a las mejoras genéticas.

En esta línea, los animales en producción cayeron de unas 850.000 cabezas en 2018 a las actuales 787.000 vacas, un 8% menos, con una reducción igualmente en novillas del 3% hasta poco más de 8.000 cabezas. Los altos precios de la leche han dado lugar hoy a un aumento de novillas en las explotaciones, lo que puede provocar un incremento de la oferta en el plazo de medio año.

Consecuencias.

Los efectos de esta reconversión del sector de la leche se han dejado sentir, en una primera fase, en la oferta. De unas producciones mensuales muy por encima de las 650.000 toneladas, la cifra se ha ido reduciendo progresivamente hasta cifras por debajo de las 600.000 toneladas, con un descenso acumulado en 2022 del 3%. En el caso concreto del mes de diciembre, el descenso entre 2021 y 2022 fue del 2%, pasando de 617.000 a 605.000 toneladas.

Como consecuencia de todo ello y de una situación similar en los mercados exteriores, los precios en origen iniciaron una escalada histórica hasta situarse hoy en una media nacional de 0,597 euros por litro, con cifras por encima de los 0,60 euros especialmente en la mitad sur de la Península, en Madrid o en Castilla y León, mientras las cotizaciones más bajas, con 0,586 euros de media, se registra en la Galicia, la zona más productora.

En la totalidad de las zonas, los precios de venta de la leche se hallan por encima de los actuales precios de coste, estimados por Agaprol en 0,564 euros por litro, cifras que siguen bajo la amenaza de nuevas subidas en los precios de materias primas básicas como el maíz -que en un año pasó de una media de 180 a 360 euros cada tonelada- y la soja -que aumentó de 320 a unos 570 euros-.

Los costes de producción estarán presentes en las negociaciones para la próxima renovación de los contratos con la mirada puesta en lograr una actividad rentable que no expulse a los ganaderos y que anime a nuevas incorporaciones con explotaciones viables que sustenten el territorio sin llegar a las macrogranjas. En este contexto, desde la industria no se descarta la posibilidad de nuevas subidas de los precios en origen por el mantenimiento de una oferta baja a la vista del comportamiento poco favorable hasta la fecha de las siembras de los cereales por la falta de agua.

Sin embargo, al margen del comportamiento de los costes básicos de una explotación familiar ganadera (materia prima para alimentación, medicamentos y energía), el sector del vacuno, como otras actividades ganaderas, se halla en la obligación de cumplir las cada día más estrictas exigencias agroambientales. Más gastos.

En el caso concreto del vacuno, la reciente normativa sobre ordenación de explotaciones que se aplicará progresivamente, especialmente desde 2024, es un suma y sigue de aumento de gastos. Desde la formación de los trabajadores a las condiciones de las infraestructuras, pasando por las condiciones higiénicas, el registro de consumo y ahorro de agua, el Sistema Integral de Gestión, la eliminación de residuos, las condiciones de las camas de los animales, la prohibición de ponerlos a dormir sobre una rejilla, las medidas contra los ruidos, el almacenamiento y la aplicación de los estiércoles en los suelos, etc…

Finalmente, el sector del vacuno, no la industria, deberá asumir los efectos de la decisión de una gran parte de las empresas de operar en el mercado de los productos de «leche vegana» elaborada a base de plantas. Y eso sin contar con la apuesta de grandes multinacionales comunitarias (pañuelo que en España ha recogido Pascual Innoventure) de elaborar leche desde un laboratorio pensando, dicen, en los países que no tienen animales de vacuno. Nuevos retos…

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