Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Igea

27/02/2020

La llegada de Igea a la lucha interna de Ciudadanos añade un factor de emoción a la ya de por sí emocionante situación de ventrículo liberal de la política española. Como buen “outsider” se enfrenta al duelo con la soltura que lo hacía Clean Eastwood a una balasera, apretando el acelerador con la determinación de Thelma o de Louise, dispuesto a dejar la escena como la dejaría Tarantino tras una buena ensalada de disparos. Todo antes que obviar la batalla. En el fondo, “Paco” es un personaje cinematográfico.

Desde este punto de vista, la controversia de Ciudadanos es la reedición de La Bella y la Bestia: el encanto de una política en el escaparate pero inédita en el escenario frente al desaliño tras el que se esconde un puño capaz de lanzar un “crochet” y arrojar a la lona al contrario. Igea es un heterodoxo y un librepensador, circunstancias ambas que le llevan no sólo a jugarse todo a una carta para defender una idea sino a importarle todo lo demás un bledo con tal de que quede claro lo que piensa.

Ciudadanos se encuentra en un “arre o so” que reedita tras el PRD, la UCD, el CDS y la UPyD la desventura del centro liberal español. Y sólo en manos de sus militantes está convencer a sus votantes de que esta vez el final será diferente. De que los ciudadanos de Ciudadanos no han venido a poner el cazo sino a poner soluciones. Y de que las reformas basadas en la transparencia son posibles sin que se lleve por delante los melindres de quienes las ponen en práctica.

Es una contienda cuyo desenlace siguen en el PSOE y en el PP con el interés del buitre y la voluntad de la paisana que acude a la boda dispuesta a gritar bien fuerte eso de “si no lo quiere, pa mi”. Es mucho lo que se ventila ahora que Igea ha dicho lo del croupier: “hagan juego, señores”. Falta saber si en el litigio todos, en efecto, serán eso, señoras y señores.