Aurelio Martín

UNA COL

Aurelio Martín

Periodista


Nueva política sanitaria

31/05/2020

Aunque la reordenación del sistema sanitario en el medio rural ya estaba en pleno debate, previéndose la Creación de los Consultorios  Rurales agrupados (CRA), con la modificación de las consultas en los pequeños municipios –aún sin garantizarse un transporte que sea eficaz para los usuarios, muchos con edad avanzada y en pequeños núcleos– ahora se está poniendo a prueba de facto con la crisis sanitaria de la Covid19.   
Hay razones para ello, cada zona básica debe contar con un centro de salud con un circuito para pacientes que no presentan síntomas de contagio con coronavirus y otros para los que acuden con patologías diferentes, lo que ha obligado al cierre de consultas, que, en el mejor de los casos no se abrirán, incluso parcialmente, hasta el mes octubre, como está siendo comunicado a los ayuntamientos. Es importante señalar que Segovia es la provincia de la Comunidad con mayor número de consultorios, un total de 300, de los que la reforma afecta a más de un tercio, 118.  
Estamos en una situación excepcional que exige medidas pero también para que estén atendidos todos los ciudadanos y enfermos crónicos que ahora solo pueden consultar por teléfono, sistema que no se ha revelado muy eficaz, principalmente al principio de la pandemia, desapareciendo la relación entre médico y paciente, básica para los tratamientos. 
Aunque la consejera de Sanidad, Verónica Casado, repite que los consultorios están cerrados pero los profesionales están en activo y darán respuesta a la demanda de los pacientes, con toda seguridad, se debe de hacer un esfuerzo por garantizar de pleno la asistencia universal, en un momento en el que la atención primaria pasa a estar en primera línea de la lucha contra el virus –los centros de salud han atendido el 80 por ciento de los casos– y debe enfrentarse también, en los meses de verano, a una población que aumenta.  La tarea no es sencilla, exigirá desde luego un consenso, palabra que en la política que estamos viviendo, a pesar de la gravedad del momento, ha desaparecido del diccionario, con políticos encorbatados de negro, un día, y al siguiente escuchando pasodobles y paseando sus vehículos con capotes de torero. 
Además hay un total oscurantismo en cuanto a la gestión y es muy difícil poder informar del impacto de la pandemia porque la Administración pone un sin número de trabas para que no se pueda realizar, Solo se puede hablar de números y con filtro, ni siquiera se permite la libre expresión de opiniones de quienes están en la primera línea, menos poder aspirar a publicar los nombres de los fallecidos como ha hecho New York Times en su portada, por lo que comenzamos un luto por personas casi anónimas.  Vaya nuestro recuerdo. 
Pocos momentos politicamente tan complicados se han vivido en democracia como por los que ahora atravesamos, donde con el barco hundiéndose, en vez de achicar agua,  la tripulación está a la gresca, juega a ver quién abre más brecha y el capitan se mantiene en cubierta desorientado y tambaleándose.