Segovia cumple 100 días de drama sin respiro

David Aso
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Segovia registraba el 27 de febrero su primer positivo por covid-19. «No había motivos para la alarma», según Sanidad, pero el virus empezó a circular sin que se aplicara un control y seguimiento estricto hasta mediados de marzo

Últimos aplausos de los profesionales sanitarios a las puertas del Hospital, el pasado 17 de mayo. - Foto: Rosa Blanco

Cien días se cumplen este sábado desde que Sanidad confirmó el primer positivo por coronavirus en Segovia. Tres meses largos entre arcoíris infantiles, aplausos de balcón y dantescos entierros sin familias que pudieran llorar a sus difuntos en el tramo más duro de la crisis sanitaria. Días en bucle y días para la Historia que marcarán generaciones. Negra Historia. Nada volverá a ser igual y todo sigue en permanente cambio. Confinamiento, mascarillas ffp, EPI, cuarentena social, distancia interpersonal, desescalada… Ni siquiera un balcón significa ya lo mismo. Hibernación económica, ERTE, «curvas» por aplanar que sonaron mejor que «muertes» a oídos de muchos hasta que se vio a la misma Muerte llamar a la puerta del vecino, la amiga, el abuelo, la madre. Cien días después, la estadística oficial refleja más de 500 fallecidos en Segovia, pero pueden ser más de 700 con casos probables no contabilizados; y a nivel nacional sólo se computan fallecidos en hospitales, unos 28.000, pero se teme que en total ya ronden los 45.000. Hoy se aprecian las pequeñas cosas más que antes, ¿pero vale la vida menos que antes?

Los rumores se convertían en noticia el 27 de febrero, día cero en Segovia de la mayor pandemia que ha sufrido el mundo desde la gripe de 1918. La Historia dirá que un italiano de 18 años, estudiante de IE University, fue el primer positivo por coronavirus de la provincia; también de Castilla y León, junto a un ingeniero iraní que había viajado a Valladolid por trabajo, pero es probable que el virus ya circulara sin control, tal y como se ha evidenciado con la ventaja de los análisis a posteriori. 

La Consejería de Sanidad activó el protocolo aprobado por el Ministerio, anunció «vigilancia activa» y restricción de movimientos en la residencia de San Lorenzo donde se alojaba el joven junto con otros 115 alumnos de IE, The Factory Hall, pero ese mismo día y al siguiente los viajes en taxi desde allí hacia la estación del AVE fueron frecuentes. ¿Se habría actuado hoy con un control más riguroso? De nuevo surgen las dudas más que razonables en el ‘análisis a posteriori’, expresión que tampoco significa ya lo mismo que ayer. Y en cualquier caso, lo cierto es que para entonces ya se estaban gestando muchos otros focos de contagio, principalmente, como consecuencia de la movilidad diaria de más de 13.000 personas (según datos de Fomento) que se suele registrar entre Segovia y un territorio tan castigado por el virus como Madrid. «El AVE que va y viene», lamentaría semanas después la consejera de Sanidad, Verónica Casado. 

Memes tras el primer caso. El viernes 28 de febrero, las redes sociales se llenaban de memes sobre la llegada del coronavirus a Segovia. Aún faltaba consciencia y conciencia, pero ese mismo día se presentaba un estudio de dos universidades que ya situaba esta provincia como zona de alto riesgo de propagación por esa movilidad con la capital. Acertó de pleno, desgraciadamente.

El miércoles 4 de marzo se confirmaba el segundo caso de Segovia: otro alumno de la misma universidad que, igual que el primero, había estado en Italia, aunque no tenían relación y residía en otro lugar. IE tomó entonces la iniciativa de suspender las clases presenciales sin esperar indicaciones de Sanidad, cinco y nueve días antes de que Madrid y Castilla y León lo anunciaran para todos los colegios, institutos y universidades de sus comunidades.

«No tenemos constancia de que el virus esté instalado entre nosotros, hay que tener cuidado con las palabras, pero ahora no hay una situación alarmante», afirmaba el mismo miércoles el gerente de Asistencia Sanitaria de Segovia, Jorge Elizaga. «Efectivamente la situación va a ir cambiando, hace una semana dije que habría casos, los ha habido y pueden seguir creciendo, pero no hay datos que hagan definir a España como zona de riesgo». Palabras que ratificaba el jefe del servicio territorial de Sanidad, César Montarelo: «No nos consta que haya una circulación del virus, no hay que salir a la calle con mascarillas». Aunque también advertía ya que «sabemos muchas cosas (del coronavirus), pero nos faltan muchas más». Y tanto.  

El lunes 9 de marzo se registró el tercer positivo de Segovia, una profesional sanitaria contagiada en Madrid; el martes 10 el cuarto, un hombre sin relación con los otros tres afectados. Había viajado a Italia, como los dos primeros, y seguían sin detectarse contagios directos dentro de la provincia (transmisión comunitaria). Pero el miércoles 11 hubo tres más, el jueves 12 otros dos y el viernes 13, la primera víctima mortal: una mujer de 98 años que vivía en una residencia de Sanchonuño. 

Ese día fue cuando anunció la Junta la suspensión de las clases presenciales en colegios, institutos y universidades a partir del lunes 16, mientras los principales espacios culturales y turísticos de Segovia cerraban por tiempo indefinido y los alcaldes de los municipios de la sierra advertían de la llegada de miles de madrileños a segundas residencias en vísperas de que el presidente del Gobierno anunciara el Estado de Alarma (14 de marzo). El mes pasado, un estudio encargado por el Ministerio de Fomento reveló que, efectivamente, en los tres días posteriores al cierre de colegios en Madrid (11 de marzo), todavía con todo tipo de movilidad permitida, hubo entre un 20 y un 40% más de desplazamientos desde allí hacia Segovia que en el sentido contrario. Viajes de ida sin vuelta, el virus desatado y el hospital ya «en alerta», pero apurado tanto de infraestructuras como de equipos de protección, igual que las residencias.

La Consejería de Sanidad llevaba varias semanas intentando hacer acopio de EPIs para los profesionales (desde finales de febrero, según Casado), pero el mercado mundial ya estaba colapsado y el vicepresidente Igea, el domingo 15, no tuvo reparos en admitir un déficit de medios tan grave al llamar a la población a ceder mascarillas, guantes, batas, lo que cada cual pudiera. Así se extendió el virus entre médicos y enfermeras hasta alcanzar a un tercio de las plantillas entre positivos y aislamientos preventivos, multiplicando la presión asistencial sobre los profesionales que pudieron seguir activos. 

El domingo 15 fue también noticia que la Policía Local de Segovia pusiera una denuncia a un joven segoviano por incumplir el Estado de Alarma y la semana pasada ya alcanzaba el millar. A nivel provincial van más de 3.500, contando denuncias de Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía.

La mortalidad se dispara. El lunes 16 de marzo se confirmaron el segundo y tercer fallecido de Segovia por covid-19; el martes 17 otros dos y ahí cambió el «protocolo» de comunicación de la Junta: a partir de entonces ya no se facilitaría ni la edad de las víctimas. Los muertos pasaban a ser números en el parte diario porque ya sabían que iban a aumentar de manera exponencial. Hubo días con más de 20 y en dos semanas se superaron los 200, incluidos 150 usuarios de residencias. 

El Ayuntamiento de Segovia decidió ampliar entonces el cementerio. Lo tenía previsto para este año, pero no todavía, y se puso a ello en pleno Estado de Alarma. De no haberlo hecho, se habría quedado sin nichos por asignar a mediados de mayo.

El hospital también se desbordó en esas fechas. Llegó a registrar hasta casi 80 ingresos en un solo día, su capacidad ordinaria estaba en 273 pacientes y el 2 de abril alcanzó un pico de 341 tras haber instalado camas en el gimnasio, la cafetería y el salón de actos. Con una UCI ampliada de 10 a 24 camas y después de haber trasladado enfermos a otros centros de Segovia y de otras provincias. 

Con los sanitarios dejándose el alma y muchos segovianos la vida, el Complejo Asistencial ha visto cómo desde entonces iba descendiendo la presión asistencial hasta bajar de la quincena de pacientes covid-19 la semana pasada, pero abril registró el balance de mortalidad más negro con al menos 300 fallecidos. 

Mayo ha dejado ‘sólo’ 18 muertes más por covid-19 (siempre según cifras oficiales) y el inicio de una desescalada aún complicada. La economía segoviana también necesita aire, ha perdido más de 200 empresas y casi 2.000 empleos, sin contar los más de 10.000 afectados por ERTE. Pero ya van más de 500 vidas perdidas, un balance oficial de casi 3.500 positivos confirmados por pruebas de detección molecular u otras, y unos datos de seroprevalencia del virus que indican que Segovia, 100 días después del diagnóstico del joven italiano de IE, ya puede estar rondando los 20.000 contagios.