"En Urgencias faltan médicos"

A.M.
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Licenciado en Medicina por la Autónoma de Madrid, médico generalista, es especialista universitario en Medicina de Urgencias y Emergencias por la UVa. Es médico del Servicio de Urgencias del Hospital General, desde 1990, y como jefe desde 2002

Luis Gómez de Montes, jefe del Servicio de Urgencias del Hospital General - Foto: Rosa Blanco

El jefe del Servicio de Urgencias del Hospital General de Segovia, Luis Gómez de Montes (Segovia, 1959), asegura en esta entrevista que «son necesarios más médicos pero si lo único que nos aprueban son contratos de seis meses, se convierten en puestos de difícil cobertura». En cuanto a lo vivido en la pandemia y la falta de infraestructuras hospitalarias, reconoce que «este tsunami nos ha venido a decir que hay que contar con una reserva funcional para tener la mínima seguridad».

¿Cómo se ha vivido la pandemia desde el servicio de urgencias?

Especialmente la primera ola que se cebó con Segovia fue trágica, como nadie pensaba que pudiera ocurrir, tristemente liderando los ranking de afectación, llegamos casi a convertirnos en un hospital monográfico. El servicio nunca cerró sus puertas, atendimos a todos aquellos que llegaban, pese a que en lo peor tuvimos un 45% de la plantilla de médicos de baja,  algunos gravemente enfermos, incluso falleció una celadora.  Por fortuna habíamos previsto ampliar el área asistencial, absorbiendo toda la zona oncohematológica. Había veces que acabábamos las guardias y ya no había camas libres en todo el hospital, a veces eludías mirar a los ojos a los compañeros porque había una gran carga emotiva, desesperación, incertidumbre y dolor, tanto por lo que veíamos en el trabajo como por lo que teníamos en casa porque muchos no pudieron despedirse de sus familias.El servicio demostró una gran generosidad y profesionalidad en esos momentos tan duros sin faltar a un turno aún  teniendo a su padre o a su madre muy grave en el gimnasio [espacio que se utilizó para ampliar camas], incluso había personas que les informabas de que se tenían que ir a casa por estar infectados y querían trabajar, marchándose con lágrimas en los ojos. Estoy muy agradecido a todos. 

¿Qué es lo que ha cambiado en estos dos años, donde teniendo la mitad del total de contagios, en esta sexta ola, la afectación ha sido menor?

Llegó cuando ya teníamos dos, incluso tres dosis de vacuna, que es lo que ha influido. En la primera  ola no sabíamos a qué nos enfrentábamos y se desconocía el tratamiento, aunque se ha avanzado más en la prevención que en la medicina curativa, ahí se debe mejorar. En urgencias se hizo una reforma estructural y se ampliaron unos 17 o 18 puestos de atención, con el circuito covid, que se hizo en tiempo récord, lo que nos vino muy bien en la cuarta ola porque volvimos a estar muy afectados. 

El Colegio de Médicos de Segovia se ha referido a la presión que padecen las urgencias y reclama a las administraciones medios suficientes, ¿cuál es el problema? 

Los medios materiales son adecuados a las necesidades y se ha mejorado en cuanto a recursos humanos, aunque soy el primero que se queja de que necesito más personal facultativo, pero es verdad que, en estos dos años, se ha ido solapando algo que venía incubándose porque el colectivo médico ha ido menguando, hemos crecido en años, no sé si en sabiduría, y no tenemos asegurada la sustitución, como ya lo ha puesto de manifiesto el Estudio de Demografía Médica de Castilla y León, llevado a cabo por el Consejo de Colegios. Cada año que pasa escasean más porque son muchos años de formación y se deben mejorar las condiciones laborales. 

Por más esfuerzos que se hagan por integrar en el servicio a posibles candidatos, si lo único que nos aprueban son contratos de seis meses, se convierten en puestos de difícil cobertura en estas provincias pequeñas. La autonomía tiene una capacidad centrípeta enorme, de Valladolid o Salamanca no se quiere ir nadie. Ese periodo de contratación hace difícil que alguien quiera venir a Segovia para construir un proyecto vital.

Además de la pandemia, las urgencias están compensando el retraso de las listas de espera en atención primaria y algunas especialidades…

Tenemos momentos de saturación, pero también antes. En el mundo anglosajón se decía que 'el médico de urgencias era el médico de los pobres' porque son servicios totalmente accesibles para todo tipo de ciudadanos. Antes de la pandemia ya teníamos un componente estabilizador de las presiones del sistema, cuando había muchas listas de espera en alguna especialidad hospitalaria acudían pacientes que no aguantaban más, es razonable. La novedad es que esa sensación se tiene ahora más en relación a atención primaria, cosa que antes no ocurría al ser el nivel más cercano al ciudadano. Hay provincias limítrofes en las que uno de cada dos pacientes que van a urgencias han sido derivados por el médico de atención primaria, en el caso de Segovia es uno de cada cuatro. Además hay una población flotante enorme, ya en 2015, un informe del Ministerio de Fomento situaba la población de Segovia, en algunos momentos, en 225.000 habitantes, algunos convalecientes de problemas muy complejos donde el lugar más próximo a la atención especializada es el servicio de urgencias.

Este problema de saturación y lo vivido en la pandemia nos dice también que faltan infraestructuras hospitalarias.

El Servicio de Urgencias de Segovia a veces es víctima de su eficiencia, si comparas con otros hospitales todos tienen más recursos humanos. Antes de la pandemia los índices de ocupación y espera no eran de los peores pero ahora, claramente, se echa de menos esa infraestructura hospitalaria, ese hospital con más camas, se ha quedado pequeño, en urgencias ya estábamos con los anteriores gerentes diciendo que se nos tenía que ampliar...  

Hace más de quince años, cuando termina una renovación, no era tan habitual que llegaran pacientes en ambulancia, había más capacidad de movilidad, ahora no, se trata de personas con una edad media muy alta, uno de cada cuatro más de 80 años, crónicos y frágiles. Este Tsunami nos ha venido a decir que hay que contar con una reserva funcional para tener la mínima seguridad, no puedes estar apretado tanto tiempo. 

¿Qué porcentaje de pacientes llegan a urgencias sin ser realmente necesario?

La OMS y la Asociación Americana de Medicina, que son pioneras en el mundo de la medicina de urgencias, hablan de que este servicio se debe emplear cuando el paciente, acompañante o familiar entienden que es suceptible de ser atendido de forma inminente. La experiencia nos dice que hay menos utilización en provincias donde uno de cada dos pacientes van con un volante de derivación. 

¿Qué supondría para el servicio y la profesión que se creara la especialidad de Urgencias, para médicos y enfermeras?

Tendríamos una formación que daría más seguridad a los pacientes, facilitaría la homologación y aseguraríamos la renovación, que actualmente no lo está en Segovia, por ejemplo, no sé qué va a pasar cuando empecemos a jubilarnos los pioneros que comenzamos hace más de 30 años. En los países donde está bien reglada, desde adjunto de primer año, se podría tener ya mucho más bajage que con el que contamos ahora y conseguiríamos la homologación con los compañeros de la UE.  Una de las principales revistas en el mundo de la medicina de urgencias, 'Annals of Emergency Medicine', en su número de febrero, mientras nosotros hablamos de escasez de profesionales, ellos sostienen que, en este decenio, habrá un problema de sobrepoblación de médicos de urgencias porque es una actividad dura, pero atractiva y resolutiva. En Estados Unidos unos 10.000 médicos van a tener que trasladarse al medio rural pero no a las capitales, que es donde se quedan gente de éxito que ha optado por este tipo de medicina.  

¿Cuál es la solución al problema de la futura falta de profesionales de la medicina?

No es fácil, pero tenemos claro que cada año que pase sin tomar medidas el problema será exponencial. Se tardarían unos cinco años en ver los resultados de la especialidad. Por ejemplo, la Sanidad Militar, que ya tomó la decisión, cuenta con promociones con esta titulación que pueden pasear sin problema por la UE en misiones conjuntas. A corto plazo, las zonas de difíciles coberturas deben tener una incentivación positiva, no todos podemos estar en grandes hospitales. Asumir el riesgo de venir a hospitales de provincias, donde cuesta más hacer una tesis doctoral, la formación continuada o publicaciones de cierto rango científico, se debe compensar, o disminuyendo las horas para realizar este tipo de actividades que son tremendamente gratificantes, o facilitar la conciliación familiar en cuanto a tiempo y a recursos económicos. 

La situación la han vivido estas navidades donde se han quedado sin días libres…

Es la primera vez, desde 1990, que no hemos podido articular un sistema de periodos cortos de vacaciones, lo normal ha sido algún día suelto, en el caso de tenerlo, gracias a la generosidad de los médicos del servicio. No somos suficientes, especialmente para las guardias, pero tampoco para la jornada ordinaria.  Acabamos febrero y quedan cien días por disfrutar, esperamos ser capaces de no perderlos.

¿Se aprecia entonces fatiga entre los profesionales, el síndrome del 'médico quemado'?

En una actividad del Colegio de Médicos de Segovia desde diversos servicios hospitalarios contamos nuestras experiencias en la primera ola y ya hablamos de ello.  Todos los ciudadanos están cansados, nosotros los sanitarios de urgencias estamos muy afectados porque lo hemos vivido en primera línea,  hemos tenido bajas entre los nuestros y no solo a nivel familiar, sino a nivel profesional, con jornadas extenuantes. Ahora ves que bajan los niveles de riesgo pero piensas en carnavales o reuniones y no tienes por menos que hacer una llamada a la prudencia. En noviembre, en pleno valle, tuvimos varios días de atender a un solo paciente en la zona covid, respirábamos, ahora hemos llegado a cerca de cincuenta. Levamos seis olas… 

¿Se atreve a pronosticar un futuro en la evolución de la pandemia?

Lo que dicen quienes más saben de esto es que con el nivel de protección humoral y celular, por las vacunas y por la infección en la población, sin descartar que mañana salga otra variante más resistente, todos los indicios hacen pensar que lo peor ha pasado, excepto en la situación de fatiga, esa vamos a tardar en abandonarla. La presión en los servicios de urgencias hospitalarias es innata a la actividad, es cierto que se producirá menos saturación cuanto más filtros previos haya, para que acudan los pacientes que realmente tengan esa necesidad, y éstos se puedan derivar a las camas de hospital o los traslados con rapidez. A veces es difícil la gestión de los ingresos, hay veces que pasan entre tres y cinco horas hasta que consiguen una cama, pero es que hay hospitales en la Comunidad del mismo nivel que se tarda más de un día o día y medio.