La invasión rusa de Ucrania se extiende a la economía local

David Aso
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La subida de la gasolina se acelera y empresas con intereses en la zona ya sufren las consecuencias de un conflicto que también encarecerá más la luz, el gas, la alimentación y otros productos

Precios marcados en una gasolinera de Segovia, en una imagen tomada el pasado miércoles. - Foto: Rosa Blanco

No hay daño comparable a la tragedia humanitaria que ha desatado Rusia al atacar Ucrania, aunque su impacto económico está agravando aún más la crisis de suministros y la escalada global de precios, según se advierte desde todos los sectores a nivel nacional e internacional, así como desde la Cámara de Comercio e Industria de Segovia o la Federación Empresarial Segoviana (FES). No en vano, el territorio invadido, considerado «el granero de Europa», aporta el 60% del girasol que compra España en el extranjero, el 30% del maíz, el 17% del trigo o el 15% del grano; de ahí que ya la semana pasada se suspendiera la cotización de cereal en la lonja de Segovia, que volvió este jueves con subidas «inusuales» y «desorbitadas» en el entorno del 10%.

Asimismo, del territorio invasor depende el gas del norte de Europa, una cuarta parte del petróleo que se consume en el Viejo Continente y la mitad de la producción mundial de paladio, imprescindible para la fabricación de ordenadores, teléfonos móviles o baterías de coche, entre otros aparatos. «También provee el 6% del aluminio del mundo y es gran productor de urea (el fertilizante más demandado)», añade el presidente de la Cámara de Segovia, Pedro Palomo, que también es CEO de Octaviano Palomo, dedicada precisamente a la comercialización y distribución de cereales, fertilizantes y materias primas para la industria agroalimentaria. 

En Segovia ya se nota el conflicto en sus gasolineras, que llevaban todo este año acumulando subidas de entre uno y dos céntimos por litro cada semana, mientras que en los siete días posteriores al inicio del ataque ha sido de cuatro.Y se prevé que pase parecido con la luz, el gas, la cesta de la compra, productos comerciales de secciones en las que pueden agravarse los problemas de suministro...

Instalaciones de la empresa segoviana Octaviano Palomo, que suele importar cereal de Ucrania y ahora busca otras alternativas.Instalaciones de la empresa segoviana Octaviano Palomo, que suele importar cereal de Ucrania y ahora busca otras alternativas.Pero las primeras consecuencias a escala local (más allá del drama que hoy viven sobre todo los más de cien ucranianos que residen en Segovia) han sido para las empresas de la provincia con intereses en la zona en conflicto. Desde Industrias del Cuarzo S.A. (Incusa), que ya la semana pasada tuvo que suspender el envío de contenedores de feldespato potásico a Ucrania (para la fabricación de productos de cerámica), hasta Ambientair, que paralizó un pedido para Rusia; pasando por Octaviano Palomo, que en estos días se afana en buscar alternativas al cereal ucraniano que suele traer; o el grupo de nutrición animal Tejedor Lázaro (Dibaq), la firma con más peso en la balanza comercial de Segovia con Rusia, aunque ya vio caer sus ventas a ese país un 80% el año pasado en comparación con 2020.

La estadística oficial dice que las empresas segovianas exportaron mercancía por valor de 589 millones a todo el mundo en 2021, y a Ucrania en concreto sólo le facturaron 117.756 euros, incluido el feldespato de Incusa (78.418) o una pequeña partida de comida para mascotas de Tejedor Lázaro (8.458), además de algo de vino (24.768) y otros productos menores. La factura total a Rusia ascendió a 406.299,33 euros, de los cuales 243.849 fueron de comida para peces de Tejedor Lázaro y 154.884 de feldespato de Incusa. 

La pérdida de exportaciones a este último país es notable desde que se registrara un récord de más de tres millones en 2014, ya que a partir de 2015 empezaron a caer sobre todo las ventas de vidrio, que eran las principales y terminaron desapareciendo de las cuentas en 2019. Las exportaciones a Ucrania, entretanto, apenas pasaron del medio millón anual ni en su mejor momento de la última década (2013), y las importaciones siempre han reflejado cifras más que modestas (1.224 euros de Ucrania y 53.751 de Rusia en 2021). 

Sin embargo, en realidad hay muchas más relaciones comerciales que no quedan registradas a efectos contables en la balanza de Segovia por el carácter multiprovincial de las compañías que las llevan a cabo, hasta el punto de que sólo Ambientair, con medio millón en ventas anuales a Rusia, ya supera por sí sola el dato oficial de exportaciones del conjunto de la provincia a ese país. «Nosotros por ejemplo somos activos importadores de cereales desde Ucrania y eso tampoco se refleja en la estadística de Segovia porque vienen de Tarragona, Huelva y otros sitios», explica el CEO de Octaviano Palomo, quien teme las subidas que se producirán «principalmente en dos capítulos: energías y alimentación». «Los precios de las materias primas agrícolas, sobre todo de complejos de cereales y soja, ya estaban muy altos, y además coincide con la amenaza de sequía en los países del sur de Europa, lo cual viene a ser como echar gasolina al fuego». O más lluvia sobre mojado, porque la inflación general acumulada en el último año se situaba esta semana en el 7,4%, el peor dato desde 1989, y los combustibles ya están en torno a un 40% más caros que hace un año.

Lo cierto es que, justo antes de la invasión rusa, los expertos apuntaban que los precios podían estar ya tocando techo o rozándolo. «Había buenas noticias en cuanto a la recuperación económica de algunos países y las bolsas de valores las estaban anticipando con subidas importantes en las últimas semanas, pero esto ha sido como un jarro de agua fría para la economía mundial». Más aún cuando «está calculado que las sanciones a un país tan importante como Rusia van a repercutir especialmente en Europa, a razón de 40 o 50 céntimos por cada dólar». Sin embargo, el presidente de la Cámara y CEO de Octaviano Palomo considera que «hay otros principios por encima de los económicos que deben preservarse, como son la paz y la democracia, y no se puede tolerar que un país invada a otro por el simple hecho de ser más fuerte».

Palomo conoce personalmente la zona. «He ido varias veces, conocemos varios puertos de Ucrania, y aunque esto no ha afectado a nuestra operativa (no tenían ninguna operación pendiente en estas fechas), estamos buscando otros orígenes para poder abastecernos». Buena parte de su producto exterior procede de los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), además de otros más próximos como Francia, Alemania, Bulgaria o Rumanía. «El problema es que los armadores no quieren cruzar el Bósforo para ir al Mar Negro y las aseguradoras están aplicando primas muy elevadas, o directamente no dan ninguna cobertura», y ahora en su empresa están «mirando» con especial atención las «cotizaciones de precios y logística de Argentina y Brasil, que también son proveedores de España».

Incusa, que explota en Carrascal del Río la mayor mina de feldespato potásico del Viejo Continente, sí tenía operaciones pendientes para estas fechas con clientes de la zona en conflicto. A Ucrania, de hecho, suelen mandar «de cuatro a ocho contenedores por semana» y «cada uno de 25 toneladas», según su directora financiera, Remedios Peña. «Coincide que también ahora teníamos envíos a Rusia, pero nos han parado las exportaciones hasta ver qué pasa», apunta. No obstante, el 70% de su producto se queda en España, sobre todo para atender la demanda de Castellón para cerámica, y respecto a lo que mandan fuera, sus principales destinos son Turquía y Argelia, aunque cuenta con otros tan dispares como Sudáfrica o México. 

Para el Grupo Tejedor Lázaro, en cambio, lo que suelen mandar allí representa entre un 20 y un 30% de sus exportaciones, según su directora corporativa, Sofía Arévalo. El año 2020 fue de récord para ellos con 1,2 millones en alimentos para peces con destino a Rusia, pero ya en 2021 se quedaron en menos de 250.000 euros por nuevas trabas en la frontera que van salvando como pueden, «porque hay empresas que ya entonces no podían exportar nada». «Nosotros ahora mismo no teníamos ningún contenedor en marcha, estamos un poco a la expectativa y muy en contacto con nuestros clientes», continúa. En la situación actual «podrían paralizarse hasta los pagos», si bien estos envíos los cobran por anticipado, «y el mayor problema desde luego no está en lo económico, sino en el drama que está viviendo Ucrania», recalca Arévalo.

En una línea parecida está el director general de Huercasa, Manuel Moracho, para quien «ahora mismo debe preocupar más la situación militar y humanitaria que la economía». Su empresa sólo compra en España, «pero la falta de cereales ucranianos se va a traducir en precios más altos en todo el sector, y si todo se complica con nuevas subidas de la energía, se sumarán a las que ya se vienen arrastrando», dado que hoy por hoy ya se pagan sobrecostes por encima del 40% con respecto a hace un año. 

Así se extiende el impacto económico a cualquier empresa, del mismo modo que no habrá ciudadano que se libre de una escalada de precios que, por un motivo u otro, parece que no tuviera fin. «Las consecuencias inmediatas no serán tan grandes por no tener un intercambio importante con estos países, pero nos llegarán a todos», incide el presidente de FES, Andrés Ortega, «y ya se ven en varios sectores». «La agroindustria está sufriendo esas consecuencias; en el comercio, qué duda cabe que si faltan materias primas también faltará producto; y aunque todavía no tengamos datos fiables y la semana pasada Segovia se volviera a llenar de visitantes, esto puede acabar teniendo consecuencias incluso para el turismo».

Su compañía, Ambientair, sí se está viendo perjudicada de manera específica desde el inicio del conflicto por los 50.000 euros de mercancía que manda cada mes a Rusia: «El viernes hablamos con nuestro cliente de allí y paralizamos el último envío. Nos pagan por anticipado, aunque iba a haber problemas con toda seguridad», añade. «Pero el verdadero problema está por venir.Tenemos una guerra a las puertas de la UE. Queda confiar en que la diplomacia funcione y que se pueda resolver el conflicto lo antes posible. Sobre todo por lo que ya está sufriendo la población de Ucrania, pero también por lo que puede sufrir la de Rusia», concluye.