"ETA fracasó y España ganó la batalla al terror"

Javier D. Bazaga (SPC)
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"ETA fracasó y España ganó la batalla al terror" - Foto: JUAN LAZARO

Bevilacqua, el personaje más famoso de Lorenzo Silva (Madrid, 1966), ha vuelto a las librerías con El mal de Corcira (Destino) para contar uno de sus relatos más duros: el de la lucha contra ETA.

¿Cómo ha llevado la cuarentena?

No puedo quejarme. Evidentemente que te sometan a arresto domiciliario para nadie es agradable, pero yo ya conocía la privación de libertad porque he hecho el servicio militar obligatorio. Pero yo soy un privilegiado, porque puedo trabajar donde he estado confinado.

No es escritor de novelas distópicas pero, ¿se podría haber imaginado algo así?

Quizá debería habermelo imaginado porque esto es algo de lo que tenemos mucha información desde hace bastante tiempo. Otra cosa es que no lo escucharas, pero si alguien se para a pensar llevamos cuatro pandemias en lo que va de siglo.

Todo lo que ha pasado tiene mucho que ver con nuestro hábitat. Nos estamos convirtiendo en una especie invasora que está desencadenando en la naturaleza mecanismos de protección y esos son los virus.

Descarta que pueda utilizar este material para un futuro trabajo.

Lo cierto es que me producen escalofríos los libros que están saliendo, ya sea de análisis sobre las transformaciones que va a suponer la COVID-19 en el mundo, algunos de ellos escritos en mitad de la pandemia, o sobre relatos novelados. 

¿Qué es El mal de Corcira?

Es una fórmula para resumir algo muy complejo. Los griegos lo escribieron ya prácticamente todo y en la obra de Tucídides habla de las guerras de Esparta y Atenas y del mal dde Corcira. Esta era una polis que estaba en lo que es hoy la isla de Corfú y el historiador narra los efectos que produjo este enfrentamiento en la relación entre sus ciudadanos, donde tu vecino pasaba a ser tu enemigo y hasta matarte de forma cruel. Eso fue pasó hace 2440 años, pero eso lo hemos vivido en la actualidad. Al final, el conflicto que está en el transfondo de la novela es el conflicto en la sociedad vasca como consecuencia de la actividad terrorista de ETA y ese enfrentamiento entre conciudadanos. Por eso el libro se llama El mal de Corcira.

El mal de Corcira supone la vuelta a la acción de Bevilacqua y Chamorro, que empezaron hace 25 años. ¿Cómo ha sido ese regreso en una trayectoria tan dilatada?

Cada vez es un poco más difícil. Nunca me lo planteé como una serie y ya llevo 10 libros. El personaje me ha seguido dando juego y esta historia en particular. Todo arranca en la primera novela, en un interrogatorio, donde habla de su experiencia en el norte; es ahí cuando el protagonista deja entrever que eso ha marcado su carácter y yo sabía que en algún momento lo tenía que contar.

¿Por qué ahora ha llegado el momento de desvelar ese pasado y no antes?

En 1995 yo ya sabía lo suficiente de la Guardia Civil y de la lucha contra el terrorismo. De hecho, he vivido esa situación en primera persona, porque viví mi infancia y adolescencia en un barrio amenazado por ETA, en la colonia militar de Cuatro Vientos, donde mataron a un vecino al que volaron con su coche. En ese momento, ya tenía información suficiente como para haber construido el estremado y la personalidad de Bevilacqua, pero había todavía mucho que no sabía y que necesitaba conocer.

Porque yo una novela la concibo como un batiscafo que tiene que bajar a la máxima profundidad posible y descubrir todas las capas de los personajes y de la historia que cuenta.

¿Por qué los guardias en los que se documenta no podían contarle entonces todo lo que sabían?

Era un tema que estaba vivo, que era delicado y que podía comprometer la seguridad de ciertas operaciones. No hay que olvidar que hace nueve años ETA abandonó la actividad armada, hace tres entregó las armas y hace dos se disolvió.

¿Se puede escribir ya con libertad?

Las organizaciones terroristas son gestoras de los sentimientos ajenos y el principal es el miedo. Mientras una organización terrorista existe es muy difícil escribir con libertad con ese torrente de conmociones que se entrecruzan y casi te exige adoptar una posición. Por eso un novelista debe mirar las cosas con un poco más de distancia.

Creo que el momento en el que he escrito la novela es el momento óptimo porque tenía distancia, además de contar con toda la información. 

¿Cree que nosotros estamos preparados para zambullirnos en esa historia reciente tan dramática de nuestro país?

Yo tengo una confianza ciega en el lector porque durante estos 25 años me ha demostrado que puede llevarle a cualquier sitio y plantearle cualquier reto, por complicado que sea.

El personaje comenta en un momento que ganamos y ellos perdieron. ¿Fue así de simple?

El resumen grueso es así. ETA quería hacer fracasar la nueva democracia y ese fracaso pasaba por la liberación de lo que ellos llaman Euskal Herria. Y estuvieron apunto de hacerlo, aunque afortunadamente fracasaron estrepitosamente.

ETA fracasó y los que estaban enfrente, España y la Guardia Civil, ganaron esta batalla al terror, aunque si vas a algunos detalles ellos también se apuntaron algunas victorias parciales.

Pero, hubo muchos intentos de acabar con el terrorismo etarra en la época de Franco.

Contra ETA se ensayaron varias recetas fallidas. Por ejemplo, Franco decretaba estados de excepción a determinas zonas o personas y eso no sirvió para nada. Los primeros Gobiernos de la tecnocracia ensayaron una amnistía total, es decir, se puso en la calle a gente con muchos asesinatos y tampoco sirvió. La realidad es que siguieron matando.

¿Sirvió de algo la guerra sucia?

A la vista está que no. Después de la guerra sucia, ETA seguía teniendo muchos comandos operativos, volaron dos casas cuartel, tenía la cúpula más profesional que había tenido nunca. Al final lo que funcionó fue la cobertura y la lejitimidad de la ley.

¿Cuál fue el detonante para ese inicio de la derrota de ETA?

Cuando España por fin tuvo un Estado de Derecho, una legitimidad y una solvencia moral, la lucha contra el terrorismo pasó a otro nivel. 

Luego ETA cometió errores gravísimos que hizo que muchos vascos dejarán de comprenderlo y eso generó una corriente de opinión y resistencia civil muy importante e incluso indujo a dudar a los que estaban dentro de la organización terrorista. 

Además, hubo una respuesta policial eficaz y compleja, sobre todo de la Guardia Civil, con la colaboración de Francia. Así, en una operación en 2004 se incautó el 80 por ciento de su arsenal y para una organización armada quedar prácticamente desarmada es asumir casi su muerte táctica, además de que la Guardia Civil descabezó a ETA ocho o nueve veces. 

¿Habría celebrado su personaje el fin de ETA?

Sin duda, y yo. A mí alguien de la izquierda abertzale me reconoció en privado que el día que ETA anunció que se disolvía respiro.

¿No tuvo dudas a la hora de utilizar a un guardia civil para llevar a cabo este relato del fin de ETA?

Raymond Chandler dice que un escritor que tiene miedo es como un general que teme a equivocarse, está condenado a perder la guerra. No puedes tener miedo a la hora de escribir. Sabía que la idea tenía un riesgo enorme enorme pero yo creía en esto. 

Su personaje suele ser más tranquilo y reposado, pero en esta novela le sumerge en algunas escenas de acción pura. ¿Es una evolución del personaje o suya como escritor?

En las novelas anteriores hay algunos momentos de acción, pero el problema con esto tiene que ver con la credibilidad. Te puedo asegurar que un policía, en la realidad y en la ficción, que se pasa la vida envuelto en un tiroteó es un mal policía. Por eso tanto la Policía como la Guardia Civil son instituciones de altísimo nivel que intentan evitar en todo momento esas situaciones límite. En este sentido no quiero que en mis libros haya ensaladas de tiros gratuitas, como mucho puede haber algún disparo al comienzo de la novela o por razones del contexto.

Hay que tener en cuenta que en la época de la lucha contraterrorista, los que querían matar son los etarras y mataban mucho.

¿Qué escenas son las que más le han impactado?

Hay una escena que es cuando unos guardias civiles paran un camión en el que saben que van etarras. Lo que no saben es que van armados hasta los dientes y con granadas de mano y que están dispuestos a darlo todo. En ese vehículo iban cuatro terroristas y murieron dos. 

¿A qué fuentes recurre?

Por ejemplo, hay una chica que identificó al jefe del comando Araba. Esa mujer existe y con ella he hablado y le he preguntado cosas que me han fascinado. No te imaginas a una mujer de 18 años entrando en un bar de carretera a identificar a un etarra que va armado, y que se ha cargado a 10 personas, y ella lo hizo. Todo eso son fuentes vivas, pero para lograr eso necesitas tiempo y también confianza.

¿Le ha preocupado hacer revisionismo a la hora de contar esta historia?

Yo no quiero contribuir al enfrentamiento ni al rencor ni meter el dedo en el ojo a nadie. No me interesa. Pero no quiero ni blanquear verdugos ni despreciar víctimas. Una cosa que me irrita profundamente de mi país y de mucha gente es esa perseverancia en blanquear a los verdugos de uno mientras se desprecia a las víctimas de otro. Yo siento respeto a todas las víctimas y no siento rencor hacia los verdugos pero no se les puede blanquear. No se les puede convertir en héroes. Alguien que pone una bomba al lado de un tendedero donde hay ropa de niño pequeño y muere ese pequeño para mí no es un héroe ni un soldado. Eso es una mierda de soldado.

Tampoco es un héroe alguien que tiene a otra persona maniatada y le aporrea hasta que se caga en los pantalones, tampoco. Eso lo tengo claro y funciono con ese código moral, si alguien lo considera revisionismo bueno, yo intento contar las cosas como las veo. Pero no quiero contribuir al enconamiento en la sociedad.

¿Habrá más Bevilacqua y Chamorro?

Tengo tres novelas en la cabeza, y alguna más.

Algunos guardias civiles solicitaban ir al País Vasco, ¿por qué?

Muchos eran personas muy motivadas. Muchos son hijos de guardias civiles y han mamado ser parte del cuerpo. ETA mató a unos 215 guardias civiles, y a 15 hijos de agentes menores de edad. La bestia negra de ETA era la Guardia Civil, y así los identificaron. Y los había que consideraban un deber luchar en esa primera linea.

En las últimas semanas la Guardia Civil ha vivido momentos de agitación política, ¿le apena?

Me ha apenado, porque la Guardia Civil debe servir para velar por la seguridad, por los derechos y las libertades de los ciudadanos y por el imperio de la ley. Y todo esto no le ayuda. La Guardia Civil no es un fin en sí mismo, es un invento que se dieron los españoles para intentar mejorar la seguridad de la que disfrutamos.

¿Estarán por encima de la polémica política?

El problema es que la polémica política los ha sacado de ese lugar y querer utilizarlos en otro juego en el que ni pintan ni son útiles y le hace daño. Se ha sido poco prudente y demasiado nervioso. Todo este lío se ha montado por unas diligencias periciales que la instructora ha archivado en un auto que me he leído y que me parece razonado, razonable y previsible. Nos lo podríamos haber ahorrado perfectamente.

¿Cree que el tiempo hará de la Guardia Civil un cuerpo desmilitarizado?

Espero que no. Sé que no está de moda decir esto pero espero que no. Soy hijo y nieto de militares, mis mayores me han transmitido un buen ejemplo de vida, y creo que los militares están bien que existan. Creo que está bien que una sociedad tenga un colectivo de personas dispuestas al sacrificio por los demás, que sea voluntario, pero nadie obliga a nadie a entrar en la Guardia Civil. El que no quiera ser militar puede ser policía nacional, local o de alguna de las instituciones autonómicas. La Guardia Civil siempre fue militar y eso le ha dado un carácter, y le ha permitido servir para lo que sirve que es servir a los españoles. Si se le quitara eso se la desnaturalizaría, y se le quitaría buena parte de su carácter y de sus virtudes. Yo sí que considero las virtudes militares virtudes.