Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Proyección internacional

04/10/2022

Pedro Sánchez cree que puede ganar a las encuestas promoviendo su imagen internacional y se dispone a dar un paso en ese sentido presentando su candidatura a dos puestos: la presidencia de la Internacional Socialista, que se reúne esta misma semana, y la presidencia del Euromed 9, el grupo de países de la UE ribereños con la orilla norte del Mediterráneo.

No da la impresión de que ocupar esos cargos, si los ocupa, pueda parecer a los españoles tan importante como para apoyar de forma incuestionable a su presidente. Lo que más mueve el voto es la economía, el empleo y, ahora, la crisis energética. Que se reúna y fotografíe con dirigentes internacionales puede fascinar a unos cuantos, pero este país hace tiempo que superó el complejo de inferioridad que llevaba a considerar que si un gobernante era recibido en el Elíseo o el 10 de Downing Street significaba que su influencia llegaba hasta los despachos más poderosos.

No nos engañemos. El verdadero poder para un país europeo está en la Comisión y el Consejo de la UE, o la secretaría general de la OTAN. Quizá también la presidencia de Naciones Unidas. Las propias decisiones que se pueden tomar en un encuentro del Euromed deben ser validadas por Bruselas para ser tenidas en cuenta y, en cuanto a la Internacional Socialista, no tiene competencias. Prestigio sí, en tiempos de Khol, Kreusky, Brand, Delors, Mitterrrand o el propio González, pero ni abre puertas ni toma decisiones que deben tomar en consideración los gobiernos. Sobre todo cuando en la Europa actual los gobiernos socialistas-socialdemócratas brillan por su ausencia, y han dado paso a conservadores, liberales y, desgraciadamente, radicales de extrema derecha. La extrema izquierda creció en Portugal, pero Antonio Costa no permitió al Bloco que formara parte de su gobierno ni cedió a sus exigencias, como ha ocurrido en España con Podemos, lo que provocó que, en las siguientes elecciones, Costa tuviera mayoría absoluta.

Aparte de Costa y Sánchez solo hay otro primer ministro socialista y relevante en la Unión Europea, el canciller Scholz. Este último está lejos del prestigio o la influencia de Angela Merkel, pero se entiende: llegó a la cancillería casi al mismo tiempo que se inició la guerra de Ucrania tras la invasión rusa, por lo que su mandato está absolutamente condicionado por las consecuencias energéticas y políticas de esa guerra que hoy hace temblar al mundo.

Está bien que Sánchez se convierta en líder de la IS y que presida el Euromed, pero las elecciones se ganan atendiendo los demandas de los ciudadanos del país propio. Ciudadanos que, al menos en el caso de España, hace tiempo que, sin hacer ascos a la política exterior, se mueven en función de la capacidad que demuestran sus políticos para resolver sus problemas.

Pensar que aparecer junto a dirigentes internacionales puede provocar un cambio masivo de votos, es tomar a los españoles por catetos.