En defensa de la salud mental

Marina Villén (EFE)
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Rosa Montero esgrime que gracias a la pandemia la gente ha perdido el miedo a hablar abiertamente de estos trastornos, una actitud que «nos va a cambiar la vida»

La narradora ha publicado recientemente 'El peligro de estar cuerda' - Foto: EFE

Normalización, transparencia y comunicación. Esas son las tres pautas a seguir para convertir los trastornos mentales en una enfermedad sin complejos, sobre todo después de dos años de pandemia. Eso es, al menos, lo que piensa la escritora Rosa Montero sobre una dolencia que cada vez afecta a más personas.

«Es muy alentador que en el último año se haya empezado a hablar abiertamente de los trastornos mentales, ya que esa normalización nos va a cambiar la vida a todos», asegura la autora.

«Ha sido un tabú y ha sido un estigma terrorífico, y sigue siéndolo, pero por fortuna en el último año ha habido como una especie de explosión, se ha quitado la tapa y se empieza a hablar por primera vez abiertamente de los trastornos mentales», indica la Premio Nacional de las Letras 2017.

La salud mental y la unión entre creación y locura son el eje de su recién publicado libro El peligro de estar cuerda, presentado en Puerto Rico durante el Congreso Internacional de Escritores, celebrado a principios de este mes en la ciudad de Caguas.

Para Montero, que reconoce haber tenido crisis de pánico desde los 16 a los 30 años y que considera «muy conservador» el dato de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que una de cada cuatro personas va a sufrir un trastorno mental, la pandemia ha desempeñado un papel clave en este cambio de tendencia.

«El precio a pagar ha sido grande porque esto ha sucedido de esta forma porque la pandemia ha empeorado mucho la salud mental de las personas. Entonces, la presión ha sido tan grande que ha saltado la tapa», asevera la autora de éxitos como La hija del caníbal, Lágrimas en la lluvia o La loca de la casa.

Aunque todavía «quedan muchos pasos» por dar, la escritora y periodista opina que el hecho de que «gente de primer orden, de conocimiento público, está admitiendo sus propias crisis es francamente muy bueno».

Montero, que es doctora honoris causa por la Universidad de Puerto Rico, también aborda en su nueva obra la vinculación entre la creación y la locura, de la que ya hablaba el filósofo Aristóteles.

«Siempre se ha creído que la creación y la locura están unidas de alguna manera, relacionadas, y esa pregunta me he hecho desde pequeña, porque siempre he sentido que tengo la cabeza un poco agujereada y llena de imaginaciones y de ensueños», cuenta.

La teoría que desarrolla en El peligro de estar cuerda es que los escritores, artistas y creadores, en general, son personas con «un cableado del cerebro distinto».

«Nuestro cerebro no ha sido podado. Hay una poda de las conexiones neuronales en torno a los 12, 13 y 14 años, en la adolescencia, para que el cerebro se concentre en las cosas útiles pero hay una serie de personas en las que no se produce esa reacción», explica.

Esas personas que siguen teniendo «una imaginación tremenda» son, según Montero, «los creadores y la gente con trastornos mentales», que se fían menos de la realidad y la ven como un espejismo.

«Yo creo que hay un 15 por ciento de personas que no llegamos a creer con total certidumbre, seguridad y naturalidad en la realidad, que nos parece demasiado resbaladiza, y por eso necesitamos un puente de palabras», subraya.

El tabú de la muerte

Esta verborrea de palabras también ayuda a afrontar la muerte, un tema recurrente en las obras de Montero. Mítica es la trilogía de la detective replicante Bruna Husky: Lágrimas en la lluvia, El peso del corazón y Los tiempos del odio.

«¿Se puede escribir de otra cosa realmente?», pregunta la autora, ganadora también del Premio Primavera de Novela en 1997 con La hija del caníbal.

«Yo creo -continúa- que es el gran drama del ser humano y el gran misterio, el gran enigma, la gran barbaridad porque no nos cabe en la cabeza, la muerte no cabe en la cabeza de los vivos».

Pese a sus temores a la muerte y su obsesión con ella, considera que ha hecho «avances» gracias a la escritura: «Escribo para perderle el miedo a la muerte», afirma con rotundidad.

Lleva cuatro décadas en las letras, desde que publicó en 1979 Crónica del desamor, que Montero evalúa de forma positiva.

«Hay una cosa que me tiene muy contenta y es que tengo claro que escribo mucho mejor ahora que cuando empecé», sostiene la literata, antes de concluir que eso le produce «una sensación de logro y de una enorme serenidad».