Editorial

ERC marca el paso de la investidura de Sánchez

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Desde que la pasada noche del 10 de noviembre Pedro Sánchez saliera al balcón de Ferraz a festejar por segunda vez consecutiva, en esta ocasión con menos respaldo, la victoria en las elecciones generales todo han sido prisas para conseguir la investidura antes de fin de año. El abrazo con Podemos y su Gobierno de coalición, las mesas de negociación de Lastra y Ábalos y, sobre todo, las declaraciones de muchas voces del socialismo dando por hecho que iban a contar con los apoyos, dejaban entrever los deseos de Sánchez por cerrar un acuerdo cuanto antes.

Sin embargo, pese a que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, pidiera al Rey el inicio de la ronda de contactos, que arranca mañana y acabará el miércoles con la visita del líder socialista, ayer ERC advertía al PSOE que habrá que esperar hasta enero para saber si se investirá a Pedro Sánchez o, lo que parece casi impensable, se volverá a las urnas por tercera vez. ERC marca el paso de una investidura que parecía sencilla, pero que, con las exigencias que se están lanzando desde el independentismo catalán, se puede convertir en un camino lleno de espinas.

Los de Rufián quieren esperar a ver qué es lo que ocurre con los políticos presos que, desde el próximo día 14, podrían cambiar su actual régimen penitenciario. Las competencias en esta materia están transferidas y recaen en la Generalitat y es más que presumible que Junqueras y algunos de sus compañeros puedan pasar a tercer grado y solo tener que ir a dormir a la cárcel de lunes a viernes. El problema radica en que la Fiscalía, desde su independencia, puede recurrir ese movimiento y es con lo que está presionando ERC entre bambalinas para que Sánchez supere la investidura. Se trata del primer paso, para que se den las condiciones para confeccionar un calendario de negociación y solucionar el “conflicto político” en Cataluña.

El PSOE está a tiempo de reaccionar. Arrimadas tendió la mano a Sánchez la pasada semana y los socialistas no deberían descartar una vía que se aleje de aquellos que, de una u otra manera, quieren cambiar el actual Modelo de Estado y a los que no les ha importado saltarse la Constitución.

Es muy complicado que Sánchez cambie de opinión. Solo tiene en mente un Gobierno progresista con Podemos de compañero de viaje, pero se debería reflexionar en la forma y en las cesiones que va a tener que hacer para lograr que los independentistas catalanes le permitan superar una investidura a la que él mismo ya dejó claro que solo se presentaría para superarla. Lo normal es que el Rey deje un tiempo prudencial para que continúen las negociaciones y se espere a enero a convocar la investidura. Si por Sánchez fuera, la próxima semana era la perfecta para ser presidente, pero las prisas nunca han sido buenas consejeras.