Salvado de la piqueta por la propiedad, la sociedad Opaclen Opacu, pese a que carecía de cualquier nivel de protección y contaba con licencia de derribo con informe favorable de la Comisiónterritorial de Patrimonio, el edificio diseñado en la Plaza de Santa Eulalia por el arquitecto Silvestre Manuel Pagola Bireben (Bilbao, 1892-Segovia, 1943), autor de varios ejemplos del racionalismo arquitectónico, está siendo sometido a obras de rehabilitación sin que se prevea alterar ninguno de los parámetros que ya tenía validados cuando fue levantado, hacia 1941.
El arquitecto director de la obra, Diego San Isidro San Cristóbal, sostiene que lo que resulte de las obras tendrá «el mismo uso que ya existía, residencial, compatible en planta baja con comercial; la herencia que teníamos antes, un local en bajo con en semisótano vinculado al local [147,46 metros cuadrados] y dos viviendas completas, de dos dormitorios, en las plantas primera y segunda [de 78,94 metros cuadrados cada una], y un ático arriba [de 40,30 metros cuadrados] al que irá vinculada la terraza, que se aligera. La novedad constructiva es que se adecúa a la nueva normativa, como el Código Estructural y el Código Técnico de la Edificación en cuanto a eficiencia energética y capacidad estructural.
Con un plazo de ejecución de entre diez y doce meses, el director del proyecto explica que la fachada tendrá un nuevo revoco, una vez saneados los paños que se encuentren en peor estado, prácticamente toda la superficie, descubriendo la fábrica y dando un revoco manual con mortero. Aún no se ha decidido si será mortero de cal o de cemento, transpirable, con una química moderna, pero adecuando a una estética tradicional.
Plano de planta de una de las viviendas - Foto: D.S.IAunque no se han dado a conocer los costes, Diego San Isidro sostiene que serán similares a los de una obra nueva: «Es verdad que hay una reducción de la capacidad económica porque parte de la envolvente y de la cimentación, que se mantienen, pero al adecuar determinadas instalaciones actuales a una preexistencia, hace que algunas de las singularidades de las instalaciones sean especiales, por eso al final no es mucho más caro que una obra nueva», matiza el arquitecto.
Al no estar protegido por el Plan Especial de Áreas Históricas (Peahis) –ni recibir alegaciones al respecto–, como otros edificios más emblemáticos proyectados por quien fuera arquitecto municipal, en 1923, como los ubicados en la calle de San Francisco, la Plaza de la Rubia o el chalé de la antigua fábrica de Anís Castellana, sede de la Fundación Nicomedes García, se otorgó la licencia para su demolición, lo que llevó a los arquitectos Carlota González y Darío Núñez, apoyados por el colegio profesional, a encabezar el movimiento #SOSPagola, en defensa de este inmueble integrado en el movimiento de arquitectura moderna de la época, que convive en una plaza histórica mejor que otros próximos.
Para Darío Núñez la nueva postura del promotor fue positiva, «tanto para el propietario como para la ciudad, con el fin de mantener los valores arquitectónicos, en una filosofía más medioambiental y de sostenibilidad, aparte de su patrimonio histórico, lo que va con el momento actual de la arquitectura».
La arquitectura de Pagola evoluciona desde unos primeros años caracterizados por el tradicionalismo y el regionalismo de carácter montañés, como es el caso del chalet Villa Estrella (Segovia, 1925) –cuya demolición la autoriza el Peahis–, hacia una arquitectura cada vez más limpia, desornamentada y funcional, tendiendo a veces a una mayor fuerza expresiva en la combinación y el uso de los elementos arquitectónicos.