De mujeres para mujeres

Sandra Segovia
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Tamara, Belén y Raquel son las fundadoras de 'La Repera', una comunidad de mujeres emprendedoras en el medio rural. A través de su pódcast intentan poner solución a los problemas más comunes de digitalizar un negocio

Tamara, la desemprendedora; Belén, la emprendedora primeriza y Raquel, la emprendedora veterana (de izquierda a derecha), en el local en el que graban La Repera - Foto: Rosa Blanco

La Repera no es sólo un pógcar, como lo llaman ellas. La Repera se ha convertido en mucho más: un hombro en el que llorar, un lugar en el que encontrarse, amigas con las que reír, profesionales a los que preguntar dudas y un mercado en el que anunciar productos.

La idea nació no hace mucho y tomó forma el 1 de octubre de 2021 a través de audio. Una emprendedora veterana (Raquel, propietaria de la Quesería de Sacramenia), una primeriza (Belén, propietaria de La Manitas de Sacramenia) y una desemprendedora (Tam, quien tuvo que cerrar su empresa de organización de bodas por la pandemia) se unieron para crear algo mágico: un pódcast en el que hablan de esos temas que «nos traen de cabeza para lograr que nuestro negocio encaje en los tiempos que corren con un toque de humor». 

Su historia nace en el bar, lugar de encuentro en todo pueblo. Belén se lanza a abrir su empresa y como cualquier otra, necesita ayuda. Ahí es donde entra Raquel, y la pandemia. «Aunque yo llevo muchos años con la empresa, tenía los mismos problemas que Belén, y nos teníamos que reinventar», explica Raquel. Momento en el que, tras participar en varios cursos y quedarse como si nada, Tam (periodista) y su marido Fernando, (experto en telecomunicaciones) entran en el juego. «Yo quería aplicar lo que sé y que sirviera para la gente del pueblo», cuenta Tam; mientras que por el otro lado estaban Belén y Raquel buscando algo que poder hacer, pero sin saber el qué.

«Estuvimos varios meses juntándonos, solo sabíamos que queríamos hacer algo digital en el pueblo», revelan. Belén y Raquel habían pensado hacer un e-commerce de los productos de Sacramenia. «No queríamos quedarnos atrás, porque la sensación es 'qué tonta eres porque no sabes utilizar las redes sociales'», explica Belén. «No se trataba de cómo subir una imagen a Instagram, se trataba de saber cuál era la finalidad de subir esa foto», desvela Tam. Entonces, a pesar de aún no tener una idea de lo que hacer, se lanzaron a apuntarse al programa social 'Gira mujeres' de Coca-Cola, que consiste en una formación en emprendimiento para mujeres. «Uno de los ejercicios consistía en hacer varias preguntas a nuestro cliente ideal. Para nosotras, el cliente ideal sería como Raquel y Belén, así que decidí preguntarlas a ellas», cuenta Tamara. Sus respuestas fueron enviadas en audio, y ahí nació el episodio piloto de La Repera. «Ellas no lo sabían, y cuando nos reunimos le di al play y las dije: esto es lo que vamos a hacer, un pódcast», señala Tam. «¿Un qué? ¿un pógcar?», preguntó Raquel, sobrenombre con el que se ha quedado, muy natural, como ellas. Lo de 'La Repera' nace por inercia, «eres emprendedora, eres rural.. y lo que salió fue: ¡eres la repera!», revela Tam. «Eres la repera es la forma de decir 'eres la hostia', pero a mi abuela nunca se la ocurriría decir eso. Diría: eres la repera», explica. Y así, «se alinearon los astros» y se creó el pógcar de La Repera. 

Comunidad. «Una de las primeras cosas que dijimos a raíz de 'Gira mujeres' era hacer comunidad, porque esto que nos pasa a nosotras le tiene que estar pasando a más gente. Lo de la comunidad estaba bien, nos apoyamos unas a otras pero Belén decía: A mí me venís muy bien como hombro en el que llorar, pero no me estáis solucionando el problema que yo tengo, que en ese momento era que había contratado la creación de una página web y tenía que mandar los textos y las fotos», y claro, Belén se preguntaba que si había contratado a un profesional para hacerlo, por qué le tenía que enviar ella los textos y las imágenes. Raquel, quien había pasado ya por la misma situación, explica que si a ella la compran un yogur, lo da con tarro y etiqueta, no solo el cuajo «para que se lo vayan haciendo». «Con toda esta ignorancia digital que tenemos, nos dimos cuenta de que necesitábamos profesionales que nos lo explicaran, en nuestro idioma», revela Tam. 

Por ello, en cada episodio  participa un profesional. Los programas se realizan sin guión ya que, para hacerlas las cosas más fáciles a Raquel y a Belén, el pódcast se graba por sorpresa. «La gracia es que como ellas no saben nada y tienen el micro abierto, preguntan. Y esa naturalidad funciona», revela Tam.  «Nos reímos mucho, pero si hay que llorar se llora y no pasa nada».

Y así llevan ya un año, once programas -en los que han participado especialistas en temas como la comunicación digital, el marketing, el síndrome de la impostora, la imagen de marca, la presencia en prensa o el kit digital- y un encuentro para celebrar su aniversario a principios de octubre en el que se reunieron más de 70 personas.