El nuevo brazo del terror

Agencias
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El autodenominado Estado de Khorasán, una extensión del Estado Islámico en el país asiático, emerge como grupo violento tras reivindicar los atentados de Kabul

El grupo empezó a actuar en medio de las luchas entre los talibanes y las fuerzas oficiales. - Foto: THAIER AL SUDANI

Las fuerzas aliadas lo tenían claro desde hace días. Que el Estado Islámico (EI) perpetrara un atentado en plena operación internacional de evacuación en Kabul, la capital de Afganistán, era cuestión de tiempo. Y los peores pronósticos no tardaron en cumplirse ayer con un doble atentado en el aeropuerto que sembró el terror dentro del caos que es estos días la ciudad.

La rama afgana del Estado Islámico, que se autodenomina Estado de Khorasán, era el principal sospechoso de los dos ataques suicidas en los que perdieron la vida al menos 60 personas, entre ellos al menos 12 soldados de EEUU.

El Gobierno de Washington consideró que detrás de estos atentados está esta rama afgana de los islamistas, que en los últimos años ha perpetrado atentados principalmente contra la minoría chiita y también se ha enfrentado a los talibanes y a las fuerzas estadounidenses, y que cuenta con cerca de 2.000 integrantes entre sus filas.

El Estado Islámico emergió en Afganistán en 2015 al hacerse fuerte en diferentes puntos del país y creó su principal bastión en Nangarhar, una zona fronteriza con Pakistán y clave en las comunicaciones entre los dos países.

El grupo terrorista, compuesto en gran parte por antiguos talibanes, anunció su expansión en la región de Khorasán, que históricamente comprende zonas del actual Irán, Asia Central, Afganistán y Pakistán y empezó a perpetrar ataques contra civiles, así como contra las fuerzas estadounidenses, afganas y pakistaníes.

Al igual que en Oriente Medio y en África, no respeta las delimitaciones ni denominaciones de los países y busca conquistar y expandirse en territorios más allá de las fronteras nacionales. Sin embargo, a diferencia de las otras ramas del Estado Islámico, especialmente las de Oriente Medio y las de África, estas últimas cada vez más activas, el grupo de Khorasán ha sido menos visible a nivel mediático al ser menos activo en internet y hacer menos propaganda.

Las fuerzas estadounidenses y afganas han conducido numerosas operaciones contra los yihadistas e incluso acabaron con la vida de su líder en julio de 2016, mientras que en junio de 2017 el Pentágono lanzó la madre de todas las bombas contra el bastión del grupo terrorista en Nangarhar. También los talibanes han participado en operaciones contra el Estado de Khorasán, que estaba menos activo y casi llegó a ser erradicado en 2019, después de los «sucesivos reveses militares» a partir de 2018, según un reciente informe del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Hasta 2.500 combatientes

Sin embargo, la ONU ha avisado este año de que desde junio de 2020, su nuevo líder, Shahab al Muhajir, «permanece activo y es peligroso», así como capaz de «reclutar talibanes descontentos y otros militantes para engrosar sus filas». De acuerdo con el citado informe, el EI-Khorasán cuenta con entre 1.500 y 2.200 combatientes en la actualidad, principalmente en las provincias de Nangarhar y Kunar.

Las pérdidas territoriales y humanas del grupo durante las diferentes campañas militares en su contra han obligado a la organización a «descentralizarse» en pequeñas células que actúan de manera independiente en Agfanistán.

Según un informe del Center for Strategic and International Studies, el primer emir fue un ciudadano de Pakistán, Hafiz Saeed Khan, un comandante veterano de los talibanes pakistaníes que operan mayoritariamente en la frontera con Afganistán. Él y unos cabecillas desertores de los talibanes fueron el núcleo del Estado de Khorasán y en 2014 juraron lealtad al difunto líder del EI, Abu Baker al Baghdadi, y empezaron a recibir el apoyo de la organización central desde Irak y Siria.

De hecho, desde la derrota territorial del EI y el colapso en 2018 del califato, el grupo otorgó más importancia a Afganistán hasta considerar convertirlo en «la base para su califato global», según el informe del CSIC. Desde 2015, el llamado EI-Khorasan ha reivindicado alrededor de 100 ataques contra civiles en Afganistán y Pakistán, y ha protagonizado unos 250 enfrentamientos con fuerzas locales, con los talibanes y con tropas de Estados Unidos.