María Jesús Fuentes, que tiene justo al lado una casa rural, decidió hace nueve años comprar la antigua fábrica de Chocolates Herranz. Desde entonces trabaja para restaurarla. "Hay que entender que no es un museo, sino que era una fábrica de una familia que tenía el control del azúcar y también del cacao", explica esta empresaria de turismo rural.

Está en Migueláñez y conserva buena parte de la maquinaria que se utilizaba: los amasadores, el viejo horno esférico o la máquina de selección. "Fue muy duro ver que se cerraba, como la escuela. Ver que 11 personas se iban a la calle y se las llevaban a Ávila fue un palo moralmente", reconoce Fuentes. porque Con el objetivo de conseguir fondos para restaurarla, su propietaria organiza visitas guiadas y catas para que sus visitantes conozcan cómo se trabajaba.

" Siempre es intersante saber cómo se hacían las cosas, porque ahora los niños no saben de dónde vienen los productos que ven en los supermercados", comenta una mujer que ha participado en una de las visitas guiadas. A pesar de que desde 1998 no tiene actividad la fábrica conserva el aroma a chocolate y su propietaria quiere que en el futuro sirva también como centro de emprendimiento.