Despedida sin luto

A.M.
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La comparsa de gigantes y cabezudos rinde homenaje a Juan Antonio Sanz, quien ha sido cutodio de las tradicionales figuras festivas hasta su fallecimiento

Juan Antonio Sanz con la comparsa de cabezudos - Foto: D.S.

El día de San Pedro de 2017, tras el fallecimiento de su compañero   JulioMichel, fundador y director de 'Titirimundi',  con quien trabajó en la compañía 'Libelula',  Juan Antonio Sanz, custodio de los gigantes y cabezudos de Segovia colocaba un crespón negro a las figuras de Frutos y Fuencisla, aunque algo contrariado, pensaba que su amigo, con quien también había compartido varios viajes de la  Ruta Quetzal, se iba a enfadar por ese luto, porque prefería el divertimento de la gente en plenas fiestas, pero desde el corazón entendía que también había que tributarle un reconocimiento.

Este sábado ha llegado el suyo, de nuevo, los herederos de los gigantones que salían en las procesiones del Corpus Christi, en el siglo XVII, junto con la tarasca, un dragón que echaba fuego por la boca y movía las alas, donde se exaltaba la Eucaristía, sin relación alguna con las fiestas, según recuerda el historiador Rafael Cantalejo, le van a rendir un emocionado homenaje tras morir, el 30 de mayo, cuando contaba con 64 años. Proveniente de Bellas Artes, este constructor de teatrillos se había unido a 'Libélula' en los años ochenta del siglo pasado, autor de las tallas de los encierros de los Cristobitas y, ahora, en plena creación en su Sevilla natal de un nuevo espectáculo de títeres: la ópera 'Carmen'. Se había vuelto a su tierra pero no faltaba ningún año como custodio de la comparse festiva ni como velador de 'Tiririmundi' como reconocía este festival tras conocer la triste noticia de su desaparición. 

Desde la una de la tarde, acompañada por 'Los Silverios', pregoneros de este año,  la comparse se reunirá en el Azoguejo para iniciar un paseillo especial en recuerdo de Juan Antonio. Su  hija Elvira, de 23 años,  no se perderá este acto, pero trabajando como 'pastora', nombre que recibe la persona que va pendiente de los gigantes cuyos portadores llevan pesos de 90 kilos y una ráfaga de aire puede provocar problemas. «Será un día duro, era una maravilla de persona» reconoce ÓscarBermejo, desde hace 18 años con SanFrutos, una pieza del sigloXIX, aunque la cabeza de la segoviana es algo más moderna porque la anterior se rompió y posiblemente se renovó en talleres de Valencia ya que tiene una estética como muy fallera, recordaba Juan Antonio.  

La  presencia de Elvira es inevitable, no solo por unirse al recuerdo de su padre sino porque estas fiestas forman parte de su infancia, salió por primera vez de cabezuda con seis años: «Esa vivencia con mi padre era maravillosa», recuerda quien siempre le ha conocido como custodio de la comparsa, «arreglaba los cuerpos cuando se rompían, restauraba cabezudos, incluso lavaba la ropa de éstos en casa para que estuviera limpia a la hora de salir a la calle». 

Elvira Sanz, que también pide que no se convierta el homenaje en un día triste,  pero, como a JulioMichel, cree que unas palabras y un lazo negro está bien para recordarle con cariño,  habla de su padre «como un titiritero tanto para representar espectáculos como para dirigir la comparsa o crear títeres. ponía toda la ilusión del mundo». Y tenía una fórmula, pedía a los cabezudos que se acercaran a los niños sin timidez, que fuera algo divertido, sin perder la tradición, siempre con un toque pícaro, porque decía «que lo pícaro daba vida al espectáculo».