"Es fundamental tener tiempo para escuchar al paciente"

A.M.
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La enfermera Carmen Santiago Trapero, defensora de la Atención Primaria, se jubila con el cariño de los vecinos de San Cristóbal, en cuyo consultorio ha prestado servicio durante 22 años.

La enfermera Carmen Santiago Trapero, madrileña, llegó a Segovia hace treinta años. - Foto: Rosa Blanco

Apasionada por la Atención Primaria, que ha ejercido como enfermera en el consultorio de San Cristobal de Segovia (3.102 habitantes), durante los últimos 22 años, Carmen Santiago Trapero llevaba preparándose un año para su jubilación, que le iba a desconectar con su trabajo diario en una especialidad que eligió por el seguimiento que se puede realizar a los pacientes, lo que ha podido cumplir con libertad. 

Los viajes y, sobre todo, el cariño que está recibiendo de los vecinos a los que ha atendido, que le paran en la calle, para felicitarle,  le compensan porque tiene la sensación de que han entendido cuál era su papel.  

Sin embargo, esta mujer que llegó a Segovia hace 30 años, que, durante la pandemia, explicaba a traves de vídeos colgados en Youtube cómo se debían aplicar las principales medidas de protección para no contagiarse de la covid-19, ha dejado un mensaje a los usuarios de la sanidad pública, ante lo que considera una externalización de servicios, hacia la sanidad privada: «La población tiene que ser consciente de ello, porque si se queda sin un sistema público de salud pierde mucho, y hay cosas que a veces no se recuperan, por eso yo creo que tiene que estar muy atenta y [plantear sus quejas] por las vías normales, porque tu médico a lo mejor no puede atenderte o entender por qué se produce tal situación, quizá haya que dirigirse a atención al paciente, quejarte o hacer comunicados en la prensa, pero,  si tenemos una población sensibilizada, esto no se nos iría de las manos».

Para que los vecinos la echen de menos en el consultorio,  parte de que su papel lo ha basado,  fundamentalmente, en una metodología de cuidados, donde se ha sentido completamente realizada, esta ha sido su clave: «Cuando tú transmites confianza, ellos [los pacientes] te la dan, me he sentido genial en ese tándem de trabajar en equipo, nadie me ha cortado las alas desde que he estado en la zona rural, sé perfectamente qué funciones no son las mías», admite Carmen Santiago Trapero a la vez que subraya una cuestión importante: «Es fundamental escuchar al paciente, tener tiempo para hablar con él, porque habrá muchos momentos en que se te puedan pedir cosas que  no se las puedes dar, quizá te vienen diciendo que quieren que se les haga una exploración por TAC, hay momentos en que tienes que plantear que no es necesario, pero se lo tienes que explicar, que no puedes derrochar recursos si no son necesarios, y la gente lo entiende si se lo explicas, te conoce y saben que en ningún momento vas a dejar de acompañarles, pero se necesita tiempo, no puedes gestionar muchas cosas en 10 minutos». 

Sus comienzos fueron complicados hasta que se fue adaptando a lo que realmente deseaba. En su familia no había antecedentes de   haber trabajado en la sanidad. Tras terminar la carrera en Madrid «muy jovencita»  empezó a trabajar en una Unidad de Cuidados Posoperatorios de Cirugía Cardiovascular, donde aprendió todas las técnicas   que iba a desarrollar en el trabajo, pero solo veía a los pacientes dos o tres días y luego perdía el contacto con ellos. «No había seguimiento de esos procesos, muchos se habían operado para colocarles una válvula o un bypass, algunos fallecían por falta de continuidad, y eso a mí me dejaba un poquito preocupada», reconoce. 

Coincidió con la puesta en marcha de la Ley General Sanitaria, que contemplaba el desarrollo de la Atención Primaria, y se fue a preparar a Cuba en esta especialidad, una de las posibilidades, junto a Canadá. Después de cinco años gestionando programas de salud en la Comunidad de Madrid, le seguía afaltando algo: «El seguimiento de los pacientes», por lo que solicitó una plaza en Atención Primaria en un centro de salud de Segovia.

Carmen Santiago recuerda  que el desarrollo de la enfermería estaba aún por llegar: «La enfermera estaba sentada al lado del médico solo para dispensar recetas, habiendo tanta labor que hacer ahí fuera», admite. Finalmente sus objetivos los pudo cumplir en la zona rural, en San Cristóbal de Segovia, «donde nadie me ha ha cortado las alas para desarrollar la Atención Primaria como yo creía,  una parte muy destacada de la educación para la salud,  hemos trabajado en los colegios,  con la población a través de la Escuela de Salud, con las patologías agudas, pero también con las crónicas y luego hemos acompañado con los paliativos, a aquel paciente que se nos despedía, con lo cual esa trayectoria de continuidad de una comunidad ha sido para mí una experiencia de la que estoy encantada, más luego si la gente te ha demostrado mucho cariño, pues la empatía ha sido mutua, nos hemos entendido bien, además, para trabajar en la puerta de acceso a la sanidad, como es la primeria, hay que estar bien preparada, te puedes equivocar, pero que no sea por falta de interés», subraya esta enfermera que era feliz al levantarse sabiendo que iba a trabajar en aquello que le satisfacía.

El sabor más amargo fue la crisis sanitaria, donde lloró y vio llorar a sus compañeros, al acudir a las casas y solo poder transmitir a la familia que no se podía hacer nada por el enfermo, «se nos iba la gente sin saber por qué», afirma a la vez que destaca el compañerismo con el que se trabajó en aquellos duros momentos.