Mi fachada no es un pipicán

Nacho Sáez
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La ciudad está repleta de rincones con restos de orines de perros, y cada vez son más los comercios que se animan a pedir concienciación a los dueños a través de carteles.

Mi fachada no es un pipicán - Foto: Rosa Blanco

«Mi fachada no es un pipicán. Si no le gusta que su mascota lo haga en su hogar, por favor no lo haga en el de los demás. Es insalubre, antiestético, antihigiénico, genera olores, atrae insectos y demás bichos, destroza la fachada... Gracias por su comprensión». Este es el mensaje que se puede leer en varios carteles pegados en el escaparate de la inmobiliaria Siete Picos, y no es el único de este tipo en comercios segovianos. «Se lo pido por favor: no deje a su perro mear aquí. Gracias», escribieron los responsables de la tienda de electrónica Masigal. Se han hartado de aguantar en silencio la falta de civismo de algunos que aún no saben (o no lo quieren saber) que igual que recogen los excrementos de su mascota, también pueden reducir el rastro de los orines.

En algunas ciudades españolas, como Albacete o Gijón, entre muchas otras, ya es obligatorio llevar una botellita de agua con unas gotitas de vinagre o jabón desinfectante para vertirla sobre el asfalto tras la micción del perro. En Segovia, al menos de momento no. El concejal de Medio Ambiente, Ángel Galindo, apunta que esta medida puede chocar con las bajas temperaturas que registra Segovia. «Cuando la temperatura mínima va a ser menor de cinco grados, los servicios de limpieza no hacen baldeo en las calles para evitar la formación de placas de hielo que sean un riesgo», señala.

El propio Galindo admite las repercusiones negativas sobre la imagen de la ciudad en temporadas con pocas lluvias. Ahora mismo prácticamente en cada rincón hay una huella. No se libran fachadas, farolas, bolardos y señales, por supuesto, pero tampoco elementos ornamentales. «Tengo dos plantitas, pero solo las saco por la mañana porque por las tardes aquí hay reunión», señala con ironía la responsable de la Cervecería El Yantar, Pilar García. También solía desplegar una mesa a la calle para que sus clientes pudieran consumir al aire libre, pero la ha quitado. «Es muy desagradable que estés tomando una cerveza con un pincho y te suba el olor a pis. Además, la acera se encuentra carcomida», remarca.

Mi fachada no es un pipicánMi fachada no es un pipicán - Foto: Rosa Blanco

Una entidad financiera cercana protegió su fachada con una chapa y la ha tenido que sustituir por un elemento de hierro. «Desde la pandemia se nota que ha aumentado la población de perros y, lógicamente, estos animales tienen que salir a la calle y hacer sus cosas donde pueden si no hay cerca ninguna infraestructura específica», apunta el gerente de Masigal, Martín Sierra, que no obstante no ha llegado a tener ningún altercado con dueños de mascotas: «Es que hay gente educada y gente que deja mucho que desear. Aquí, una de las entradas que tenemos es como una especie de porche y he visto a propietarios de perros meterles ahí. Está claro que falta educación».

Las áreas caninas y pipicanes existentes en Segovia son suficientes para la demanda actual, en opinión del concejal de Medio Ambiente, Ángel Galindo, que sin embargo recuerda la obligación de mantener limpios de excrementos también esos espacios. «Se trata de concienciar a la ciudadanía de que no se hagan esas cosas. No se puede invadir la propiedad privada y tampoco se les debe llevar a zonas ajardinadas porque el pis es muy abrasivo para el césped».

José San Millán, de la protectora Animalejos, rompe una lanza a favor de los dueños de mascotas. «Yo creo que ahora hay más concienciación. Hace diez años ibas por la calle y estaba toda llena de minas, y ahora no. Está claro que a nadie le gusta que le ensucien la fachada de su casa o de su comercio. A lo mejor estaría bien que fuera obligatorio, como en otras ciudades, llevar una botellita con un poco de detergente o algo así. Además, Segovia tiene la peculiaridad de que casi estés donde estés tienes el campo a cinco minutos. Si estás en El Carmen, te vas por la zona de Polvorines; si vives más por el centro, tienes Las Lastras o todo el paseo del Clamores...». En otros tiempos se echaba azufre en las esquinas. «Pero eso está prohibido porque es un producto venenoso.  Hay muchos repelentes que se venden en cualquier sitio que sí que se pueden echar», indica San Millán, que reclama mayor civismo en general: «Porque siempre estamos pensando en los perros, pero habría que mirar también los chicles, los papeles, las botellas, las latas... No hay más que pasarse un domingo por la mañana por la Hontanilla. Habría que concienciarse con la limpieza pero con todo».

El Ayuntamiento formuló cinco denuncias a lo largo del año pasado por no recoger los excrementos de las mascotas, pero los orines siguen siendo una asignatura pendiente. «Con el tema del ADN canino nos estamos encontrando dificultades para ponerlo en marcha por la normativa de la Junta de Castilla y León», indica la concejala de Seguridad, Raquel de Frutos, quien no obstante destaca la labor de la Patrulla Verde de Policía Local en el ámbito del bienestar animal. «Yo soy de pueblo, perrero y que te venga un perro suelto y te mee la rueda del coche es hasta lógico pero que venga una persona con su perro, con correa, y no le importe que te mee la fachada... Pusimos el cartel porque lo padecemos a diario y más de una vez», relata José Luis Tapia, de la inmobiliaria Siete Picos.